domingo, 6 de octubre de 2013

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DOMINGO 6 DE OCTUBRE DE 2013



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 6 DE OCTUBRE DE 2013
DOMINGO XXVII DURANTE EL AÑO



LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA HABACUC 1,2-3; 2,2-4

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme? ¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión? Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen rebeliones y desórdenes.

El Señor me respondió y me dijo: “Escribe la visión que te he manifestado, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido. Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL    94, 1-2. 6-9
R  Señor, que no seamos sordos a tu voz.

Vengan, lancemos vivas al Señor,
aclamemos al Dios que nos salva.
Acerquémonos a él,
llenos de júbilo,
y démosle gracias /R

Vengan, y puestos de rodillas,
adoremos y bendigamos al Señor,
que nos hizo, pues él es
nuestro Dios y nosotros, su pueblo;
él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas /R

Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
“No endurezcan su corazón,
como el día de la rebelión en el desierto,
cuando sus padres dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras”/R



LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO 1,6-8.13-14)

Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación.

No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


  

EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 17,5-10

En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”’, y los obedecería.

¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación? Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan; ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



Reflexión
  
“NOSOTROS SOMOS LOS TIEMPOS"

1.- “El justo vivirá por la fe”. La profecía de Habacuc plantea el eterno problema del sentido del mal en el mundo. Es el grito desesperado: "¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches?” El profeta contempla y sufre desgracias, trabajos, violencias, catástrofes, luchas y contiendas. ¿Dónde está Dios?, ¿Hay noticias suyas?, ¿Qué hemos de responder ante estos interrogantes? Dios es quien da la única respuesta posible: "El justo vivirá por la fe". Es la fe el don de Dios que Timoteo debe reavivar según Pablo. Creer es confiar, es fiarse de Alguien, que es Jesús de Nazaret, quien no puede defraudarte porque es garante de salvación. Recuerdo la famosa parábola brasileña de la huella en la arena. En los momentos felices hay dos pares de pisadas, pero cuando peor lo estaba pasando el protagonista sólo había un par: era la huella de Dios que te llevaba sobre sus brazos cuando tus fuerzas habían decaído.

2.- La fe nos lleva al compromiso de vida. Una fe que no es comprometida no es auténtica. Es la hora urgente de ser consecuentes con las exigencias de nuestra fe. Quizá las situaciones difíciles y duras que se nos avecinan sean un acicate para despertar nuestra fe adormecida. Cuando todo va bien decae el compromiso y la autenticidad. No vale lamentarse, tampoco sirve emprender una cruzada para recristianizar nuestra sociedad. Lo que hay que hacer es ser coherentes con nuestra fe. Entonces seremos fermentos en medio de la masa. Más claro no lo puede decir San Pablo a Timoteo: "no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor", "toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios", "vive con fe y amor en Cristo Jesús". "guarda este precioso depósito". Lo que nunca nos va a faltar es la ayuda del Espíritu Santo, "que habita en nosotros". Y todo ello realizado con humildad, pues podremos decir "que hemos hecho lo que teníamos que hacer".

3.- La fe mueve montañas y transforma nuestro. Es lo que nos enseña el Evangelio de hoy y lo que nos dice la Madre Teresa de Calcuta en una preciosa oración: "¿La fuerza más potente del mundo?: La fe". El que tiene fe consigue el objetivo que se propone. Un pesimista no vale para trabajar en el Reino de Dios. Con la fe todo es posible, hasta arrancar moreras y plantarla en el mar. Que los tiempos son difíciles, lo sabemos. Pero tenemos que estar convencidos de que merece la pena seguir luchando por la implantación de la civilización del amor. Nosotros somos los tiempos, escribió San Agustín: “Los hombres dicen que los tiempos son malos, que los tiempos son difíciles: vivamos bien y los tiempos serán buenos. Nosotros somos los tiempos: así como somos nosotros, así son los tiempos.” (ser. 80,8). Por supuesto que las cosas no son tan fáciles, por eso el santo sigue: “¿Pero qué hacemos? ¿No podemos convertir a la vida buena a la multitud de los hombres? Vivan bien los pocos que me escuchan: los pocos que viven bien que soporten a los muchos que viven mal. Ellos son el grano que está en la era. Mientras están en la era pueden estar mezclados con la paja, pero cuando estén en el granero ya no estará la mezcla. Soporten lo que no quieren, para poder llegar a lo que quieren”. Otro mundo es posible, un mundo nuevo y justo, si yo experimento la fuerza de saberme amado por Dios y transmito esta misma certeza a los que me rodean.



José María Martín, OSA
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LA FE NOS DA UN COMPAÑERO

1. - No sabe uno qué admirar más en esta conservación del Señor con sus discípulos. Si la elegancia con que disimulan su defecto al decir los apóstoles “auméntanos la Fe...” O la franqueza con que Jesús les responde: “lo que es Fe ni como un granito de mostaza tenéis”. Es más elegante decir Auméntanos la Fe” que reconocer crudamente “no tenemos Fe”, que es lo que Jesús les dice, “ni como un granito de mostaza”. Duras palabras para los apóstoles y duras para el Señor que llevando ya tanto tiempo con ellos sabe que no acaban de fiarse de Él.

2. - Porque Fe no es adhesión a una lista de creencias, admitir el credo y esto es lo que muchas veces entendemos por Fe y no lo es.

--Fe es una adhesión a una persona en cuya palabra creemos. Es confianza plena. Y hacia una persona no podemos tener una confianza a medias, capaz de ser aumentada, porque si nos fiamos de alguien solo a medias en realidad estamos desconfiando de esa persona y eso es lo que el Señor les dice a los Apóstoles: “ni como un granito de mostaza”
-- Fe es confiarnos al Señor que se ha llamado a sí mismo “Camino” y que nos dice a todos sígueme. Es decir que esa confianza en él tiene que ser dinámica, cambiante, nunca estática, porque si nos paramos, ni recorremos el “camino”, ni “seguimos” al Señor. El creyente no puede ser un sedentario. Tiene que ser un nómada como lo fue Abrahán, al que al Señor llevo y trajo por el desierto siempre en busca de Dios.
--La Fe no nos exime del cansancio de caminar cada día.
--La Fe no es escapismo del quehacer humano.

3. - Tabi wa michizure, dice el dicho japonés: el camino es según el compañero, significa. El camino supuestamente más cómodo por las mejores autopistas y el mejor de los coches puede ser incómodo, desagradable y aburrido si lo es el compañero que va con nosotros. Y el camino de montaña, sembrado de piedras y raíces, empinado entre riscos, puede convertirse en el recuerdo más maravilloso de nuestra vida según la mano del compañero en el que nos apoyamos y confiamos
Esto es lo que nos da la fe. No nos da un camino privilegiado y cómodo. No. No. Nos enseña desde el comienzo cuál y cómo va a ser el camino. La Fe nos da un compañero.
Un compañero que se define a Sí mismo como Pastor, no-ingeniero de Caminos... Pastor que camina delante por senderos de montaña, Pastor cuya mano fuerte está siempre al alcance de la nuestra por si resbalamos en el camino, que conoce bien sus caminos, aunque a nosotros no nos lo parezca.
La Fe da sentido al camino porque el Señor va delante y sabe a dónde va. La Fe nos da la alegría de caminar hombro con hombro con el Señor...
La Fe así se convierte en aventura, en descubrimiento de nuevas montañas, donde no valen mapas ni itinerarios preconcebidos, porque ese Señor que nos ha dicho “sígueme” al caminar va haciendo el camino delante de nosotros.
Cuando la Fe se hace cómoda, facilitona, de sillón, zapatillas y vaso de whisky esa fe es como la de los apóstoles, “ni como un grano de mostaza”
Si es viva, energética, plenamente confiada en el compañero se viaje que camina delante. Esa es fe de verdad. Es Fe que nos hará decir: “Señor, caminando tras de Ti no hago más que lo que tengo que hacer. Sor siervo inútil y sin provecho, pero feliz de ir contigo donde me lleves.

José María Maruri, SJ
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HAGAMOS MEMORIA DE NUESTRA FE

Si la fe, fuese conquista, tarea exclusiva del hombre, no existiría problema: la ciencia y la técnica se encargarían, con ingenio y medios, de que fuera algo inmediato, real, decisivo, convincente o que llenase de seguridad al ser humano. Pero, en la realidad, vemos que no es así. La fe es un don. Un regalo que hay que ir cuidadosamente descubriéndolo. Y, por cierto, hay que descubrirlo de una forma atípica: desde dentro hacia fuera. Y qué bien lo expresaba el Papa Francisco a los catequistas el día 29 de septiembre en San Pedro de Roma: “Hay que custodiar y alimentar la memoria de Dios”

1.- La fe, como regalo, no se compra, se oferta ni se vende en la tienda de la esquina. No se anuncia en grandes pantallas ni en las principales plataformas comerciales. Ese, justamente, es el camino contrario para dar con ella.
Para conseguirla hay que aprender a mirar en el horizonte del cielo. Lo contrario, el escaparate del mundo, nos la quita. O, por lo menos, nos dificulta llegar y pensar en esa otra fe que es aventura, amor por lo invisible y confianza por lo que aun no viéndose se palpa y se guarda en el corazón.
Todos tenemos fe en algo o en alguien; el niño en sus padres; el estudiante en sus profesores; el científico en sus experimentos, etc. Pero, la fe de la que nos habla el Evangelio, es una fe que rebasa con creces los límites caducos de esas otras pequeñas confianzas que tenemos en las personas o en las cosas. La fe de los apóstoles es una fe mucho más amplia y rica que la fe en las pequeñas cosas.
¿Pedimos a Dios que nos aumente la fe? ¿Sentimos necesidad de ella? ¿Por qué el hombre vaga sin esperanza, cabizbajo y perdido? Pues, entre otras cosas, porque todo aquello que ha dado por válido, como definitivo para montarse en el tren del bienestar ha resultado ser una “anestesia” de la auténtica fe y hasta de la misma vida. Lo que cuenta y suena, lo que se impone por moda resulta ser, muchas veces, anestesia permanente de la verdadera fe que conduce al encuentro personal con Jesús y a una paz consigo mismo.

2.- Hoy, como los apóstoles, reclamemos al Señor que nos envíe unas buenas vitaminas para que, nuestra fe, sea valiente, convencida, entusiasta. La Eucaristía de cada día o de cada domingo, la escucha o la lectura personal y pausada de la Palabra de Dios, la contemplación o –incluso en este mes de octubre– el rezo y la reflexión del Santo Rosario pueden servirnos, perfectamente, para fortalecer y aumentar nuestros deseos de seguir a Jesús Maestro con más fuerza que ayer. Y, cómo no, los catequistas (siguiendo las palabras del Papa Francisco) contribuyen a recuperar esa fe, esa memoria de Dios en medio del mundo.
--Que el Señor, en este domingo –en este mes del Rosario– nos haga desgranar las cuentas de nuestros pensamientos, deseos, obras y sentimientos (auténticos misterios de gozo y de dolor, de gloria y de luz). Y, al finalizarlas, según sean nuestras pretensiones, comprobaremos si Dios ocupa el centro o el lateral de nuestra vida. Si nuestra fe aumenta o disminuye. Si nuestro vivir cristiano es una realidad o quedó en un papel mojado.
--Que el Señor nos haga descubrir y proteger –volviendo al principio– ese gran obsequio y don de la fe. Sólo de esa manera podremos vivirla con intensidad, sin rutina y con una convicción: Dios nos acompaña.

Javier Leoz
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Santoral: San Bruno, Santa Fe, Beata Marie Rose Durocher, Beata María Ana Mogas, Beato Isidoro de Loor, Beata Marcelina Darowska, Beatos Wicenty Lewoniuk y 12 Compañeros.



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