“Amemos todos con todo
el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con toda la fuerza y
fortaleza, con todas las entrañas, con todos los deseos y voluntades al Señor
Dios, que nos dio y nos da el cuerpo, el alma y la vida, que nos creó, nos
redimió y por sola su misericordia nos salvará, que nos hizo y nos hace todo
bien.
Por consiguiente,
ninguna otra cosa deseemos, ninguna otra queramos, ninguna otra nos plazca y
deleite, sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el solo verdadero Dios,
que es pleno bien, todo bien, total bien, verdadero y sumo bien, que es el solo
bueno, piadoso, manso, suave y dulce, que es el solo santo, justo, verdadero,
que es el solo benigno, inocente, puro, de quien y por quien y en quien es todo
el perdón, toda la gracia, toda la gloria de los penitentes, de los justos, de
todos los bienaventurados.”
San Francisco de Asís.
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