viernes, 9 de mayo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA VIERNES 9 DE MAYO DE 2014.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 9 DE  MAYO DE 2014.
III SEMANA DE PASCUA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Ap 5, 12)
Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, concede a quienes hemos conocido la gracia de la resurrección del Señor, resucitar, por el amor del Espíritu Santo, a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
Es el instrumento escogido por mí, para que me dé a conocer a las naciones.

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 9, 1-20

En aquellos días, Saulo, amenazando todavía de muerte a los discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote y le pidió, para las sinagogas de Damasco, cartas que lo autorizaran para traer presos a Jerusalén a todos aquellos hombres y mujeres seguidores del Camino.
Pero sucedió que, cuando se aproximaba a Damasco, una luz del cielo lo envolvió de repente con su resplandor. Cayó por tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Preguntó él: "¿Quién eres, Señor?" La respuesta fue: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate. Entra en la ciudad y allí se te dirá lo que tienes que hacer".
Los hombres que lo acompañaban en el viaje se habían detenido, mudos de asombro, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no podía ver. Lo llevaron de la mano hasta Damasco y allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías, a quien se le apareció el Señor y le dijo: "Ananías". Él respondió: "Aquí estoy, Señor". El Señor le dijo: "Ve a la calle principal y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que está orando". Saulo tuvo también la visión de un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista.
Ananías contestó: "Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para poner presos a todos los que invocan tu nombre". Pero el Señor le dijo: "No importa. Tú ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi causa".
Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: "Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Al instante, algo como escamas se le desprendió de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego comió y recuperó las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Del salmo 116 R/. Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.
Que alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. R/.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 6, 56) R/. Aleluya, aleluya.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor. R/.


 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 6, 52-59

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"
Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por Él, así también el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, por tu piedad, estos dones y al recibir en oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una perenne ofrenda. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Pascua.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos ha redimido. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al recibir, Señor, el don de estos sagrados misterios, te suplicamos humildemente que lo que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya, nos aproveche para crecer en nuestra caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO
 “LOS SANTOS NO SON HÉROES, SINO QUE SON PECADORES QUE SIGUEN A JESÚS EN EL CAMINO DE LA HUMILDAD Y DE LA CRUZ”
Viernes 9 de mayo de 2014.

Los santos no son héroes, sino que son pecadores que siguen a Jesús en el camino de la humildad y de la cruz, y, de este modo, se dejan santificar por Él, porque nadie se santifica a sí mismo, dijo el Papa Francisco, este viernes por la mañana, en su homilía de la misa que presidió en la capilla de la Casa de Santa Marta.

A partir de la primera Lectura que presenta la conversión de San Pablo, que después de haber sido enemigo de la Iglesia llegó a ser santo, el Papa Francisco explicó qué quiere decir cuando se dice "la Iglesia es santa":

"Pero ¿cómo puede ser santa si todos estamos dentro de ella? Todos somos pecadores aquí. ¡Es la Iglesia la que es santa! Nosotros somos pecadores, pero ella es santa. Es la esposa de Jesucristo y Él la ama, Él la santifica, la santifica cada día con su sacrificio Eucarístico, porque la ama tanto. Y nosotros somos pecadores, pero en una Iglesia santa. Y también nosotros nos santificamos con esta pertenencia a la Iglesia: somos hijos de la Iglesia y la Iglesia Madre nos santifica, con su amor, con los Sacramentos de su Esposo. "

En sus cartas, recordó el Papa “San Pablo habla a los santos, a nosotros pecadores, pero hijos de la Iglesia santa, santificada por el Cuerpo y la Sangre de Jesús":

"En esta Iglesia santa el Señor elige a algunas personas para hacer ver mejor la santidad, para mostrar que es Él el que santifica, que nadie se santifica a sí mismo, que no hay un curso para llegar a ser santo, que ser santo no es hacer el fakir o algo por el estilo ... ¡No! ¡No es así! La santidad es un don de Jesús a su Iglesia y, para mostrar esto, Él elige a personas en las que se puede ver claramente su trabajo para santificar.”

En el Evangelio hay muchos ejemplos de santos: está María Magdalena, de quien Jesús había expulsado siete demonios; está Mateo, "que era un traidor de su pueblo y cobrara el dinero para dárselo a los romanos"; está Zaqueo y muchos otros que hacen que todos vean cuál es "la primera regla de la santidad: es necesario que Cristo crezca y que nosotros disminuyamos. Es "la regla de la santidad: la humillación nuestra, para que el Señor crezca". Así, Cristo eligió a Saulo, que era un persecutor de la Iglesia", pero el Señor los espera. Lo espera hace sentir su poder. " Saulo "se vuelve ciego y obedece". Y de grande que era " ¡se vuelve como un niño: obedece!." Su corazón cambia "¡es otra vida!". Pero Pablo no se convierte en un héroe - dijo el Papa - porque él, que había predicado el Evangelio en todo el mundo", termina su vida con un pequeño grupo de amigos, aquí en Roma, víctima de sus discípulos": "una mañana fueron a donde él 3-4-5 soldados", "se lo llevaron y le cortaron la cabeza. Simplemente. El que era un grande, el que había ido por todo el mundo termina así". "Disminuye, disminuye, disminuye...". "La diferencia entre los héroes y los santos – afirmó Francisco - es el testimonio, la imitación de Jesucristo. Seguir el camino de Jesucristo", el de la cruz. Y muchos santos acaban humildemente así. ¡Los grandes santos!, destacó el Papa, recordando “los últimos días de San Juan Pablo II lo vimos todos":

"Ya no podía hablar, el gran atleta de Dios, el gran guerrero de Dios termina así: doblegado por la enfermedad, humillado como Jesús. Éste es el camino de la santidad de los grandes. Y es también el camino de nuestra santidad. Si no nos dejamos convertir el corazón por este camino de Jesús – llevando la cruz cada día, la cruz ordinaria, la cruz sencilla – dejando que Jesús crezca; si no vamos por este camino, no seremos santos. Sin embargo, si seguimos por este camino, todos daremos testimonio de Jesucristo, que nos ama tanto. Y daremos testimonio de que, a pesar de que somos pecadores, la Iglesia es santa. Es la esposa de Jesús".


Fuente: Radio Vaticana.


REFLEXION
Estamos llegando casi al final del Discurso del Pan de Vida.
Aquí empieza la parte más polémica. Los judíos se encierran en sí mismos y empiezan a cuestionar las afirmaciones de Jesús.

Juan 6,52-55: Carne y sangre: expresión de vida y de entrega total. Los judíos reaccionan "¿Cómo este hombre puede darnos su carne para comer?" Era cerca de la fiesta de Pascua. Dentro de unos pocos días, iban a comer la carne del cordero pascual en la celebración de la noche de pascua. Ellos no entendían las palabras de Jesús, porque tomaron todo al pie de la letra. Pero Jesús no disminuyó las exigencias, ni tampoco retira nada de lo que había dicho, e insiste: "«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”.
(a) Comer la carne de Jesús significa aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, cuya sangre nos libera de la esclavitud. La ley del Antiguo Testamento, respecto a la vida, prohibía comer sangre (Dt 12,16.23; He 15.29). La sangre era la señal de la vida.
(b) Beber la sangre de Jesús significa asimilar la misma manera de vivir que marcó la vida de Jesús. Lo que trae vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su   carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilamos su vida, su donación y su entrega. “Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.” Deben aceptar a Jesús como mesías crucificado, cuya sangre será derramada.

Juan 6,56-58: Quien me come, vivirá por mí. Las últimas frases son de gran profundidad y tratan de resumir todo lo que se dijo. Evocan la dimensión mística que envuelve toda la participación
en la eucaristía. Expresan lo que Pablo dice en la carta a los Gálatas: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gál 2,20). Es lo que dice el Apocalipsis de Juan: “Si uno me oye y me abre,
entraré en su casa y comeremos juntos” (Ap 3,20). Y Juan mismo en el Evangelio: “Si alguien me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y los dos nos vendremos con él y en él haremos
nuestra morada” (Jn 14,23). Y termina con la promesa de vida que marca la diferencia con el antiguo éxodo: “Este es el pan bajado del cielo. No es como el pan que comieron vuestros padres y después murieron. Quien come de este pan vivirá por siempre."

Juan 6,59: Termina el discurso en la sinagoga. Hasta aquí la conversación entre Jesús, la gente y los judíos en la sinagoga de Cafarnaún. Como aludimos anteriormente, el Discurso del Pan de
Vida nos ofrece una imagen de cómo era la catequesis en aquel final del siglo primero en las comunidades cristianas de Asia Menor. Las preguntas de la gente y de los judíos reflejan las dificultades de los miembros de las comunidades. Y las respuestas de Jesús representan las aclaraciones para ayudarlos a superar las dificultades, a profundizar en su fe y a vivir más intensamente la eucaristía que se celebraba sobre todo en las noches del sábado al domingo, el Día del Señor. 
(Homiletica org / Carmelitas)

REFLEXION
EL CAMINO DE LA VIDA
Hch 9,1-20; Jn 6, 52-59
El Señor Jesús fundó una nueva tradición dentro del judaísmo, dio lugar a la tradición cristiana. Realizó unas acciones tan pretenciosas y soberanas que no podían pasar desapercibidas: convocó a un grupo de doce apóstoles, los envió en misión, se atrevió a cuestionar y corregir las enseñanzas de Moisés y finalmente, como nos refiere el Evangelio de hoy, se ofreció como alimento para sus discípulos. Eligió los símbolos del pan y el vino para conmemorar la entrega de su cuerpo y su sangre, es decir, de su vida toda para mantener a sus discípulos en la plenitud de la vida, que el Padre nos concede. Saulo, el fariseo intransigente que perseguía a los primeros cristianos, se encontró misteriosamente con el Señor Jesús en el camino de Damasco y aprendió a desechar lo superfluo y a estimar lo duradero y definitivo, por eso recibió el bautismo de manos de Ananías. (www misal com mx)


Santos
Isaías, Profeta; Pacomio de la Tebaida, abad; Catalina de Bolonia, religiosa.

Feria (Blanco)

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