miércoles, 21 de mayo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA MIERCOLES 21 DE MAYO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIERCOLES 21 DE MAYO DE 2014
V MIERCOLES DE PASCUA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Ap 7, 13-14)
Estos que llevan la túnica blanca, son los que han pasado por la gran tribulación, y han lavado su túnica con la sangre del Cordero. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Cristóbal Magallanes, presbítero, y a sus compañeros, que fueran fieles a Cristo Rey hasta el martirio, concédenos, por su intercesión, que, perseverando en la confesión de la fe verdadera, podamos ser siempre fieles a los mandatos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Se decidió que Pablo y Bernabé fueran a Jerusalén a ver a los apóstoles.

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 15, 1-6

En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse.
Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; al fin se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros. La comunidad cristiana los proveyó para el viaje, y ellos atravesaron Fenicia y Samaria, contando a los hermanos cómo se convertían los paganos, y los llenaban de gozo con esta noticia.
Al llegar a Jerusalén, fueron recibidos por la comunidad cristiana, los apóstoles y los presbíteros, y ellos refirieron todo cuanto Dios había hecho por su medio. Pero algunos de los fariseos convertidos intervinieron, diciendo: "Hay que circuncidar a los paganos y exigirles que cumplan la ley de Moisés".
Entonces se reunieron los apóstoles y los presbíteros para examinar el asunto.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 121
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor. Aleluya.

¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R/.

A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R/.

Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz esté contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 15, 4. 5)
R/. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante. R/.




 El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 15, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, Él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al conmemorar la muerte dichosa de tus justos, te ofrecemos, Señor, aquel mismo sacrificio en el que tuvo su origen todo martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 32, 1)
Alégrense, justos, en el Señor, que merece la alabanza de los buenos. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al celebrar en este divino banquete la celestial victoria de los santos mártires Cristóbal y compañeros, te pedimos, Señor, que concedas la victoria a quienes nos alimentamos con este pan de vida, y que, ya vencedores, nos lleves a comer del árbol de la vida en el paraíso. Por Jesucristo, nuestro Señor.





CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE DONES DEL ESPIRITU SANTO
“EL DON DE CIENCIAS”

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy queremos resaltar otro don del Espíritu Santo, el don de ciencia. Cuando se habla de ciencia, el pensamiento va inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer siempre mejor la realidad que lo circunda y de descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el universo. Pero la ciencia que viene del Espíritu Santo no se limita al conocimiento humano: es un don especial que nos lleva a percibir, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada criatura.

Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espíritu Santo, se abren a la contemplación de Dios, en la belleza de la naturaleza y en la grandiosidad del cosmos, y nos llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él, cada cosa nos habla de su amor. ¡Todo esto suscita en nosotros gran estupor y un profundo sentido de gratitud!

Es la sensación que sentimos también cuando admiramos una obra de arte o cualquier maravilla que sea fruto del ingenio y de la creatividad del hombre: de frente a todo esto, el Espíritu nos lleva a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.

En el primer capítulo del Génesis, precisamente al inicio de toda la Biblia, se pone en evidencia que Dios se complace de su creación, subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al final de cada jornada, está escrito: “Dios vio que era cosa buena”. Pero si Dios ve que la creación es una cosa buena y una cosa bella, también nosotros tenemos que tener esta actitud: de ver que la creación es cosa buena y bella. Y con el don de la ciencia, por esta belleza, alabamos a Dios, agradecemos a Dios por habernos dado ¡tanta belleza! Y este es el camino.

Y cuando Dios terminó de crear al hombre no dijo “vio que era cosa buena”, dijo que era “muy buena”, nos acerca a Él. Y a los ojos de Dios nosotros somos lo más bello, lo más grande, lo más bueno de la creación. Pero padre, ¿los ángeles? ¡No! Los ángeles están más abajo nuestro, ¡nosotros somos más que los ángeles! Lo escuchamos en el libro de los Salmos. ¡Nos quiere el Señor! Debemos agradecerle por esto.

El don de la ciencia nos pone en profunda sintonía con la Creación y nos hace partícipes de la limpidez de su mirada y de su juicio. Y es en esta perspectiva que logramos captar en el hombre y en la mujer el culmen de la creación, como cumplimiento de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que nos hace reconocernos como hermanos y hermanas.

Todo esto es fuente de serenidad y de paz y hace del cristiano un gozoso testigo de Dios, en las huellas de San Francisco de Asís y otros muchos santos que supieron alabar y cantar su amor a través de la contemplación de la creación. Al mismo tiempo, sin embargo, el don de ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes excesivas o equivocadas.

El primero es el riesgo de considerarnos dueños de la creación. Porque la creación no es una propiedad, que podemos gobernar a voluntad; ni mucho menos, es una propiedad de sólo algunos pocos: la creación es un regalo, es un don maravilloso que Dios nos ha dado, para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran respeto y gratitud.

La segunda actitud equivocada es la tentación de quedarnos en las criaturas, como si éstas pudieran ofrecer la respuesta a todas nuestras expectativas. Y el Espíritu Santo con el don de la ciencia nos ayuda a no caer en esto.

Pero yo quisiera volver a la primera vía equivocada “cuidar la creación”, no "adueñarse de la creación". Debemos cuidar la creación, es un don que el Señor nos ha dado, para nosotros, ¡es el regalo de Dios a nosotros! Nosotros somos custodios de la creación, pero cuando nosotros explotamos la creación, ¡destruimos el signo de amor de Dios!

Destruir la creación es decir a Dios: “no me gusta, esto no es bueno”. ¿Y qué te gusta a ti? Me gusto a mí mismo: ¡éste es el pecado! ¿Han visto? La custodia de la creación es precisamente la custodia del don de Dios. Y también es decir al Señor: “gracias, yo soy el dueño de la creación. Pero para hacerla seguir adelante yo no destruiré jamás tu don”.

Y esta debe ser nuestra actitud con respecto a la creación. Custodiarla, porque si nosotros destruimos la creación, la creación nos destruirá. No olviden esto.

Una vez, yo estaba en el campo y escuché un dicho de parte de una persona simple, a la cual le gustaban tanto las flores y él cuidaba estas flores y me dijo: “debemos custodiar estas bellas cosas que Dios nos ha dado. La creación es para nosotros; para que nosotros la aprovechemos bien. No explotarla, custodiarla. “Porque, ¿usted sabe padre?” – así me dijo – “Dios perdona siempre”. Sí, y esto es verdad, Dios perdona siempre. “Nosotros seres humanos, hombres y mujeres, perdonamos algunas veces”. Y sí, algunas no perdonamos. “Pero la naturaleza, padre, no perdona jamás y si tú no la cuidas, ella te destruirá”.

Esto debe hacernos pensar y pedir al Espíritu Santo: este don de la ciencia para entender bien que la creación es el más hermoso regalo de Dios. Que Él ha dicho: esto es bueno, esto es bueno, esto es bueno y este es el regalo para lo más bueno que he creado, que es la persona humana. Gracias.

Fuente: ACIPRENSA

Gracias a traducción de Radio Vaticana.


REFLEXIÓN
Los Evangelios de hoy y de mañana presentan una parte de la reflexión de Jesús sobre la parábola de la vid. Para entender bien todo el alcance de esta parábola, es importante estudiar bien las palabras que Jesús usó. Y es igualmente importante observar de cerca una vid o una planta para ver cómo crece y cómo se enlazan tronco y ramos, y cómo el fruto nace del tronco y de los ramos.

Juan 15,1-2: Jesús presenta la comparación de la vid. En el Antiguo Testamento, la imagen de la vid indicaba el pueblo de Israel (Is 5,1-2). El pueblo era como una vid que Dios plantó con mucho cariño en las costas de los montes de Palestina (Sal 80,9-12). Pero la vid no correspondió a lo que Dios esperaba. En vez de unos racimos de uva buena dio un fruto amargo que no servía para nada (Is 5,3-4). Jesús es la nueva vid, la vid verdadera. En una única frase el nos da toda la comparación. El dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto". La poda es dura, pero es necesaria. Purifica la vid, para que crezca y produzca más frutos.

Juan 15,3-6: Jesús explica y aplica la parábola. Los discípulos ya son puros. Ya fueron podados por la palabra que escucharon de Jesús. Hasta hoy, Dios hace la poda en nosotros por medio de su Palabra que nos llega por medio de la Biblia y de muchos otros medios. Jesús alarga la parábola y dice: "¡Yo soy la vid y vosotros los sarmientos!" No se trata de dos cosas distintas: de un lado la vid, de otro, los ramos. ¡No! No hay una vid sin ramos. Nosotros somos parte de Jesús. Jesús es el todo. Para que un ramo pueda producir frutos, debe estar unido a la vid. Sólo así consigue recibir la savia. "¡Sin mí, no podéis hacer nada!” Ramo que no produce fruto es cortado. Se seca y se le recoge para quemarlo. No sirve para nada ya, ni siquiera ¡para hacer leña!

Juan 15,7-8: Permanecer en el amor. Nuestro modelo es aquello que Jesús mismo vive en su relación con el Padre. El dice:"Como el Padre me amó, yo también os he amado. ¡Permaneced en mi Amor!" Insiste en decir que debemos permanecer en él y que sus palabras deben permanecer en nosotros. Y llega a decir: "¡Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis!" Pues lo que el padre más quiere es que nos volvamos discípulos y discípulas de Jesús y así demos mucho fruto.
(Homiletica org / Carmelitas)

LA REALIDAD Y LA METÁFORA
Hch 15, 1-6; Jn 15, 1-8
El Señor Jesús gustaba de explicar las cosas profundas del camino cristiano a través de comparaciones e imágenes sacadas del mundo campesino. En este Evangelio recurre a la imagen de la vid, los sarmientos y el viñador, para ejemplificar las relaciones de comunión estrecha e intensa que debe existir entre los cristianos y entre éstos y el Padre y el Señor Jesús. Jesucristo es la Vid, y de esa cada uno de los discípulos es un sarmiento que necesita podas, riegos y nutrientes (el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía) a fin que dé fruto. Esa dinámica es la que apreciamos entre la comunidad de Jerusalén y la naciente comunidad cristiana de Antioquía. La iglesia madre recupera como hija y hermana a la vigorosa y dinámica iglesia de Siria. La comunión se concreta en la vivencia del diálogo y la colegialidad, camino indispensable para la resolución de los conflictos propios de la vida cristiana. (www misal com mx).


Santos
Cristóbal Magallanes y compañeros, mártires; Eugenio de Mazenod, fundador.

Beato Juan Mopinot y compañeros, mártires. 
Memoria (Rojo)




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