sábado, 3 de mayo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DOMINGO 4 DE MAYO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 4 DE MAYO DE 2014
III DOMINGO DE PASCUA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 65, 1-2)
Aclama a Dios, tierra entera. Canten todos un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber recobrado la dignidad de su adopción filial, aguarde seguro con gozosa esperanza el día de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio.

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que Él está a mí lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.
Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo".


Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 15
R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con El a mi lado, jamás tropezaré. R/.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.

Ustedes han sido rescatados con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin mancha.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO: 1, 17-21

Hermanos: Puesto que ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente la conducta de cada uno según sus obras, vivan siempre con temor filial durante su peregrinar por la tierra.
Bien saben ustedes que de su estéril manera de vivir, heredada de sus padres, los ha rescatado Dios, no con bienes efímeros, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios había elegido desde antes de la creación del mundo y, por amor a ustedes, lo ha manifestado en estos tiempos, que son los últimos. Por Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también esperanza en Dios.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Cfr. Lc 24, 32) R/. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos las Escrituras. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R/.



Lo reconocieron al partir el pan.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 24, 13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y' ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera.

Después de cada petición diremos:

Jesús resucitado, escúchanos.

Por la Iglesia. Para que sepamos comunicar con sencillez la alegría de la Pascua en nuestro entorno cotidiano. Oremos.
Por todos los niños y niñas que en esta Pascua harán su Primera Comunión. Que puedan reconocer en nuestras Eucaristías a Jesús que los ama y acompaña. Oremos.
Por nuestros gobernantes. Para que trabajen decididamente por alcanzar el fin de la violencia y una vida con justicia y dignidad para todos. Oremos.
Por las personas que sufren discriminación o persecución. Para que en todas partes sean respetadas, acogidas y tratadas con dignidad. Oremos.
Por todos nosotros. Para que sepamos llevar la alegría de Jesús resucitado a quien más lo necesite. Oremos.
Escucha, Señor Jesús, nuestra oración. Y acompáñanos siempre en nuestro camino, como hiciste con los discípulos de Emaús. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Pascua.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 24, 35)
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO DURANTE EL REGINA COELI
El Domingo  4 de Mayo de 2014
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo, que es el tercer domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús (cfr Lc 24,13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, después de su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su pueblo, llamado precisamente, Emaús. En el trayecto Jesús resucitado se acercó a ellos, pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles tan tristes, Él, primero los ayudó a entender que la pasión y la muerte de Mesías estaban previstas en el designio de Dios y preanunciadas en las Sagradas Escrituras; y así reencendió el fuego de esperanza en sus corazones.
A ese punto, los dos discípulos advirtieron una extraordinaria atracción hacia aquel hombre misterioso, y lo invitaron a quedarse con ellos esa noche. Jesús aceptó y entró en su casa. Y cuando estando en la mesa bendijo el pan y lo partió, ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. Después de haber sido iluminados por la Palabra, habían reconocido a Jesús resucitado en el partir del pan, nuevo signo de su presencia. Inmediatamente sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén para referir a los otros discípulos su experiencia, que habían encontrado a Jesús vivo y lo habían reconocido en aquel gesto de la fracción del pan.

El camino de Emaús se transforma así en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la Misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones. La vida a veces nos hiere y nos vamos tristes hacia nuestra “Emaús”, dando la espalda al designio de Dios. Nos alejamos de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y reenciende en nuestros corazones el fuego de la fe y de la esperanza y en la comunión nos da fuerza. Palabra de Dios y Eucaristía: leer cada día una parte del Evangelio, recuérdenlo bien, leer cada día una parte del Evangelio y los domingos ir a hacer la comunión, a recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús, han recibido la Palabra, han compartido la fracción del pan, y de tristes y derrotados que se sentían, se sintieron alegres. Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de alegría. ¡Recuérdenlo bien! ¡Cuando tu estas triste o algo así, toma la Palabra de Dios! ¡Cuando tú estás desanimado, toma la Palabra de Dios y va a la Misa del domingo a hacer la Comunión, a participar del misterio de Jesús! Palabra de Dios, Eucaristía: nos llenan de alegría.

Por intercesión de María Santísima, roguemos para que todo cristiano, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, especialmente en la Misa dominical, redescubra la gracia del encuentro transformante con el Señor, con el Señor resucitado, que está con nosotros siempre. Hay siempre una Palabra de Dios que nos guía en nuestra desorientación; y a través de nuestros cansancios y desilusiones, hay siempre un Pan partido que nos hace seguir adelante en el camino.

TAMBIÉN PIDE POR LAS VICTIMAS EN UCRANIA Y AFGANISTAN:
“ Queridos hermanos y hermanas, deseo invitarlos a confiar a la Virgen la situación en Ucrania, donde no cesan las tensiones. La situación es grave. Rezo con ustedes por las víctimas de estos días, pidiendo que el Señor infunda en los corazones de todos sentimientos de pacificación y de hermandad.


Recemos también por los difuntos a causa del enorme desmoronamiento que se abatió dos días atrás en un pueblo de Afganistán. Dios Omnipotente, que conoce el nombre de cada uno de ellos, acoja todos en su paz; y dé a los sobrevivientes la fuerza de seguir adelante, con el sostén de cuántos se empeñarán para aliviar sus sufrimientos”.




Pistas para la Lectio Divina:
Lucas 24, 13-35: Encuentro con el Resucitado (III): Emaús, un itinerario de vida y esperanza. “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”
Autor: Padre Fidel Oñoro CJM
Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

El relato de los discípulos de Emaús nos enseña a reconocer en los caminos de la vida la presencia del Resucitado, a repetir sus gestos reveladores y a formar desde allí una verdadera comunidad pascual.  A todos nosotros nos conviene recorrer este itinerario.

(1) Dos discípulos se alejan de Jerusalén (24,13-24)

El camino de Emaús es un camino de alejamiento de Jerusalén. Los dos discípulos, Cleofás y su compañero, se alejan poco a poco del lugar donde experimentaron el gran dolor de la pasión.

Cuando se dice que son dos “de ellos” se muestra que se trata del alejamiento discreto de la comunidad de Jesús, una comunidad que –sin el Maestro- ya no significa nada para ellos.

Jesús se acerca y camina junto con los discípulos, pero éstos no lo reconocen. “Sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran” (24,16). Es su modo de ver la Pasión lo que les impide reconocer a Jesús resucitado.

Valga decir en este punto que a veces a nosotros nos pasa lo mismo: en nuestra vida hay situaciones duras, contradictorias, incluso muy dolorosas; si nos encerramos en nuestro dolor, en nuestra decepción y no vemos sino el lado negativo de las cosas, nunca vamos a poder darnos cuenta de la presencia de Jesús que está ahí caminando a nuestro lado, dispuesto a darle sentido y esperanza a nuestras penas. Cierro paréntesis.

Jesús comienza a educar a los dos peregrinos. Primero los hace hablar con él: “¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?” (24,17ª).  La primera reacción de los discípulos no es muy amable (224,18). Entonces cuentan lo que pasó: una esperanza frustrada, no ven el sentido positivo de la Pasión. En sus palabras se nota el desgano. Todos los sueños se vinieron abajo, todo acabó.

Jesús se sitúa al mismo nivel en el que están ellos y luego los va conduciendo gradualmente hasta el nivel de comprensión que Él tiene. Jesús desciende hasta el escándalo de la cruz que los discípulos tienen aún vivo: “se pararon con aire entristecido” (24,17b). Jesús los comienza a atraer hacia su experiencia de resurrección dejando que ellos expongan los acontecimientos pascuales de esa misma mañana, no importa que concluyan que “no lo vieron”.

(2) Jesús les explica las Escrituras (24,25-27)

La luz de la Palabra de Dios es la primera en comenzar a encender la esperanza en la oscuridad del corazón de los discípulos.  Jesús los guía en una lectura del sentido de la Pasión en la Escritura. Allí entienden que “era necesario que el Mesías padeciera para entrar en su gloria” (24,26).  El sufrimiento puede convertirse en un camino de gloria.

A lo mejor los discípulos conocían esos textos de la Biblia, pero les pasaba comos pasa a nosotros muchas veces.  Sucede con frecuencia que hemos recibido toda una formación, que sabemos las enseñanzas de la Biblia y de la Iglesia, pero cuando llega el momento, no sabemos ponerlas en práctica. A veces le ofrecemos todo al Señor, los sufrimientos incluidos, pero cuando nos vemos en situaciones penosas nos enredamos en nuestros sentimientos negativos, nos ofuscamos, protestamos, no vemos cómo encaja eso en la experiencia de Dios.


(3) Jesús acepta el hospedaje que le ofrecen los dos discípulos y se les da a conocer (24,28-31)

Jesús no sólo comparte la casa de ellos sino también su mesa. Allí les renueva el gesto de la última cena.  Los discípulos lo reconocen en la fracción del pan, o sea, en el gesto del don que revela el sentido positivo de la pasión: la generosidad de Jesús hacia nosotros, su amor que llegó hasta el extremo de dar la vida y que ha transformado su sentido (la muerte como donación de sí mismo).  Y fue ahí, en el sentido positivo de su pasión, donde lo reconocieron.


(4) Los discípulos regresan a Jerusalén (24,32-35)

Con el corazón ardiente, con el rostro de Jesús impregnado en sus retinas, con una nueva visión de la cruz, con una nueva fuerza –después de que primero andaban tristes- los discípulos transformados recorren el camino inverso: regresan a Jerusalén, al mismo lugar de la Pasión, que tanta frustración les trajo. Este es también el lugar de la comunidad a la que le habían perdido el gusto, y allí reemprendieron su camino de fe.

Es la comunión en la fe pascual la que nos lleva a la comunión de amor en una vida sabrosamente fraterna.
  
(5) Todos los días se repite este camino

Todos los días vivimos en la Eucaristía estos dos momentos: la liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía.  Las dos van unidas, porque el pan eucarístico es un pan para la fe, para el amor. Por eso tiene una relación estrecha con la Palabra de Dios.  Todas las palabras de la Biblia tienen su sentido definitivo en el misterio eucarístico: al mismo tiempo que explicitan su misterio, nos dejan ver la riqueza de sus distintos aspectos.  La Eucaristía es presencia de Cristo resucitado, pan vivo y vivificante, pan que revela el sentido de la Pasión y la realidad de la Resurrección.

Para cultivar la semilla de la Palabra en el corazón:
1. ¿Por qué y cómo se alejan los dos peregrinos de Emaús de Jerusalén?
2. ¿Qué pasos da Jesús en su pedagogía con ellos para hacerlos volver?
3. ¿Cómo se repite hoy este evangelio?
  
La resurrección de Cristo es “un hecho que implica a toda la humanidad,
que se extiende en el mundo y tiene una importancia cósmica.
Del valor universal de la resurrección de Cristo
se deriva el significado del drama humano,
la solución del problema del mal,
la génesis de una nueva forma de vida que se llama ‘cristianismo””
(Pablo VI, homilía de Pascua, 1964)



TODO NOS HABLA DE JESÚS
Por Javier Leoz

Cuando todavía cientos de miles de peregrinos –al igual que los de Emaús- tienen, tenemos, el corazón enardecido y sobrecogido por el encuentro personal con Jesús en el marco de la solemne Canonización del Papa Juan XXIII y de Juan Pablo II, seguimos avanzando en este tiempo Pascual. Lo seguimos haciendo de la mano de Cristo resucitado. Que, los nuevos santos, nos ayuden desde el cielo a dar con la clave para llegar a Jesús y no perderlo por el camino.

1.- Como los de Emaús, cierta parte de nuestra sociedad, se encuentra agobiada y hastiada. Hay muchas esperanzas, sobre todo las superficiales, que hicieron aguas. Y, esa decepción, se ha convertido en duda sistemática de todo y sobre todo.

Los discípulos de Emaús estaban un poco de aquella manera; se encontraban desconcertados y cabizbajos. Vuelven desazonados y sin muchas perspectivas de una experiencia idílica con Jesús hacia una “nada” que les hace sentir su fragilidad, orfandad y desesperanza.

2. ¿Dónde está el Señor? ¿Ya le dejamos avanzar y transitar a nuestro lado? ¿No estaremos dibujando un mundo a nuestra medida sin trazo alguno de su resurrección? ¿Se dirige nuestro mundo hacia un bienestar permanente y duradero o sólo a corto plazo? Son interrogantes que surgen constantemente como fruto de la desazón de los discípulos del Emaús de nuestros días: regresamos decepcionados de muchos panoramas que se nos presentan en nuestra vida corriente como fantásticos…y resultan que eran ruinosos.

3. Necesitamos volver hacia el encuentro con el Señor. No para que nos resuelva de un plumazo nuestras peticiones o inquietudes. En principio es necesario regresar de la desesperanza. Cristo salió fiador por nosotros, por nuestra salvación, por nuestra felicidad eterna y seguimos huyendo cabizbajos concluyendo que, el Señor, se ha desentendido de nosotros. Que, el Señor, tal vez murió y nunca resucitó. ¿Tal vez somos esos murciélagos habituados a la oscuridad –como señalaba recientemente el Papa Francisco- huyendo de la luz?

4.- Que seamos capaces de reconocer al Señor allá donde nos encontremos. No esperemos signos extraordinarios. Nada y todo nos habla de Dios. Todo y nada nos muestra al Señor. No es juego de palabras y sí pura verdad: sólo quien vive con la percepción de que el Señor nos acompaña es capaza de vivirlo intensamente.

¡Feliz Pascua! ¡Estamos en Pascua!

P. Javier Leoz.


Santos
 Felipe y Santiago "el Menor”, Apóstoles; Silvano de Gaza, mártir.
Beato Juan Martín Moyé, fundador.

 (Blanco)

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