LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
JUEVES
15 DE MAYO DE 2014
IV
JUEVES DE PASCUA
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Sal 67, 8-9. 20)
Cuando
saliste, Señor, al frente de tu pueblo, y le abriste camino a través del
desierto, la tierra se estremeció y hasta los cielos dejaron caer su lluvia.
Aleluya.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que restauraste la naturaleza humana, elevándola por encima de su
dignidad original, dirige tu mirada a este inefable misterio de tu amor, para
que conserves los dones de tu eterna gracia y bendición en quienes te dignaste
renovar por el sacramento del bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Del
linaje de David Dios hizo nacer un Salvador.
DEL LIBRO DE LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 13, 13-25
En
aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos; llegaron a
Perge de Panfilia, y allí Juan Marcos los dejó y volvió a Jerusalén. Desde
Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en la sinagoga
y tomaron asiento. Acabada la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la
sinagoga les mandaron decir: "Hermanos, si tienen alguna exhortación que
hacer al pueblo, hablen".
Entonces
se levantó Pablo, y haciendo señal de silencio con la mano, les dijo:
"Israelitas
y cuantos temen a Dios, escuchen: El Dios del pueblo de Israel eligió a
nuestros padres, engrandeció al pueblo cuando éste vivía como forastero en
Egipto y lo sacó de allí con todo su poder, lo alimentó en el desierto durante
cuarenta años, aniquiló siete tribus del país de Canaán y dio el territorio de
ellas en posesión a Israel por cuatrocientos cincuenta años. Posteriormente les
dio jueces, hasta el tiempo del profeta Samuel.
Pidieron
luego un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que
reinó cuarenta años. Después destituyó a Saúl y les dio por rey a David, de
quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi
corazón, quien realizará todos mis designios.
Del
linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un
Salvador, Jesús. Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de Israel
un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan decía: 'Yo no soy
el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a quien no merezco desatarle
las sandalias' ".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 88
R/.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Proclamaré
sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es
eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi lealtad, más
firme que los cielos. R/.
He
encontrado a David, mi servidor, y con mi aceite santo lo he ungido. Lo
sostendrá mi mano y le dará mi brazo fortaleza. R/.
Contará
con mi amor y mi lealtad y su poder aumentará en mi nombre. Él me podrá decir:
'Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva' ". R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Ap 1, 5)
R/.
Aleluya, aleluya.
Señor
Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos, tu amor por nosotros es
tan grande, que has lavado nuestras culpas con tu sangre. R/.
El que recibe al que
yo envío, me recibe a mí.
DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN: 13, 16-20
En
aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Yo
les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es
mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán
dichosos.
No
lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es
para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan
me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando
suceda, crean que Yo Soy.
Yo
les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe
a mí, recibe al que me ha enviado".
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Suba
hasta ti, Señor, nuestra oración, acompañada por estas ofrendas, para que,
purificados por tu bondad, nos dispongas para celebrar el sacramento de tu
inmenso amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
I-V de Pascua.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Mt 28, 20)
Yo
estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, que, por la resurrección de Cristo, nos has hecho
renacer a la vida eterna, multiplica en nosotros el efecto de este sacramento
pascual, e infunde en nuestros corazones el vigor que comunica este alimento de
salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
COLECTA
Señor,
Dios nuestro, que en la humildad y sencillez de san Isidro Labrador nos dejaste
un ejemplo de vida oculta con Cristo en ti, concédenos que el trabajo de cada
día humanice nuestro mundo y sea también una plegaria de alabanza a tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Por
esta ofrenda que te presentamos, Señor, en la conmemoración de san Isidro,
concede a tus fieles los dones de la unidad y de la paz. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
los sacramentos recibidos, Señor, en la conmemoración de san Isidro,
santifiquen nuestras mentes y nuestros corazones, para que merezcamos
participar de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente: ACIPRENSA
HOMILÍA DEL PAPA
FRANCISCO
Jueves 15 de Mayo de
2014
“NO SE PUEDE
COMPRENDER UN CRISTIANO SOLO, COMO NO SE PUEDE COMPRENDER A JESUCRISTO SOLO”
El
Papa Francisco presidió esta mañana la Misa en la Casa Santa Marta donde señaló
que no se puede comprender a un cristiano sin historia y que camina solo, pues
necesita ser parte de la Iglesia, con la cual camina con esperanza hacia la
promesa de Cristo.
“No
se puede comprender un cristiano solo, como no se puede comprender a Jesucristo
solo. Jesucristo no cayó del cielo como un héroe que viene a salvarnos y llega.
No. Jesucristo tiene historia. Y podemos decir –y es verdad– esto: Dios tiene
historia, porque ha querido caminar con nosotros”, expresó.
Por
tanto, “no se puede comprender a Jesucristo sin historia. Así como no se puede
comprender un cristiano sin historia, un cristiano sin pueblo, un cristiano sin
Iglesia. Es una cosa de laboratorio, una cosa artificial, una cosa que no puede
dar vida”.
Francisco
reiteró que “el pueblo de Dios camina con una promesa”. “Es importante que
tengamos presente en nuestra vida esta dimensión: la dimensión de la memoria”.
En
ese sentido, explicó que “un cristiano es un memorioso de la historia de su
pueblo, es memorioso del camino que el pueblo ha cumplido, es memorioso de su
Iglesia. La memoria... la memoria de todo el pasado... Después, este pueblo ¿a
dónde va? Hacia la promesa definitiva”.
“Es
un pueblo que camina hacia la plenitud; un pueblo elegido que tiene una promesa
en el futuro y camina hacia esta promesa, hacia el cumplimiento de esta
promesa. Y, por ello, un cristiano en la Iglesia es un hombre, una mujer con
esperanza: esperanza en la promesa. Que no es expectativa: ¡no, no! Es otra
cosa: es esperanza. ¡Esa que no defrauda!”
El
Papa dijo que “mirando hacia adelante, el cristiano es un hombre y una mujer de
esperanza. Y en el presente, el cristiano sigue el camino de Dios y renueva la
Alianza con Dios. Le dice continuamente al Señor: ‘Sí, yo quiero los
mandamientos, yo quiero tu voluntad, yo quiero seguirte’. Es un hombre de
alianza y la alianza la celebramos todos los días en la Misa”. El cristiano,
afirmó, es “una mujer, un hombre eucarístico”.
“Pensemos
– nos hará bien esto hoy – cómo es nuestra identidad cristiana. Nuestra
identidad cristiana es pertenencia a un pueblo: la Iglesia. Sin esto no somos
cristianos. Hemos entrado en la Iglesia con el bautismo: allí somos
cristianos”.
“Por
ello –añadió-, es importante tener la costumbre de pedir la gracia de la
memoria, la memoria del camino que ha cumplido el pueblo de Dios. También de la
memoria personal: qué ha hecho Dios conmigo, en mi vida, como me hizo
caminar... Pedir la gracia de la esperanza, que no es optimismo: ¡no, no! Es
otra cosa. Y pedir la gracia de renovar todos los días la Alianza con el Señor
que nos ha llamado. Que el Señor no dé estas tres gracias, que son necesarias
para la identidad cristiana”.
REFLEXION
A
partir de hoy, para tres semanas, todos los días, excepto las fiestas, el
evangelio del día está sacado de la larga conversación de Jesús con los
discípulos durante la Ultima Cena (Jn de 13 a 17). En estos cinco capítulos,
que describen la despedida de Jesús, se percibe la presencia de los tres hilos
de los que hablamos anteriormente y que tejen y componen el evangelio de Juan:
la palabra de Jesús, la palabra de las comunidades y la palabra del evangelista
que hizo la última redacción del Cuarto Evangelio. En estos cinco capítulos,
los tres hilos están de tal manera entrelazados que el todo se presenta como
una pieza única de rara belleza e inspiración, en la que es difícil distinguir
lo que es del uno y lo que es del otro, pero en el cual todo es Palabra de Dios
para nosotros.
Estos
cinco capítulos traen la conversación que Jesús tuvo con sus amigos, en
vísperas de ser detenido y condenado a muerte. Era una conversación amistosa,
que queda en la memoria del Discípulo Amado. Jesús, así parece, quería
prolongar al máximo ese último encuentro, momento de mucha intimidad. Lo mismo acontece
hoy. Hay conversación y conversación. Hay conversaciones superficiales en las
que se gastan palabras y que revelan el vacío de las personas. Y hay
conversaciones que van al fondo del corazón y quedan en la memoria. Todos
nosotros, de vez en cuando, tenemos estos momentos de convivencia amistosa, que
dilatan el corazón y se convierten en fuerza en la hora de las dificultades.
Ayudan a tener confianza y a vencer el miedo.
Los
cinco versículos del Evangelio de hoy sacan dos conclusiones del lavatorio de
los pies (Jn 13,1-15). Hablan (a) del servicio como característica principal de
los seguidores de Jesús, y (b) de la a identidad de Jesús como revelación del
Padre.
Juan 13,16-17: No es más el siervo
que su amo. Jesús acaba de lavar los pies a sus discípulos. Pedro se asusta y
no quiere que Jesús le lave los pies. “Si no te lavo los pies, no podrás
compartir conmigo” (Jn 13,8). Y basta lavar los pies; el resto no necesita ser lavado
(Jn 13,10). El valor simbólico del gesto del lavatorio consistía en aceptar a
Jesús que se entrega a sí mismo por los demás, y no aceptar a un mesías rey
glorioso. Esta entrega de sí como siervo de todos es la llave para entender el
gesto del lavatorio. Entender esto es la raíz de la felicidad de una persona: “Sabiendo
esto, dichosos seréis si lo cumplís". Pero había personas, también entre
los discípulos, que no aceptaban a Jesús como Mesías Siervo. No querían ser
siervos de otros.
Probablemente,
querían un mesías glorioso como Rey y Juez, según la ideología oficial. Jesús
dice:"No me refiero a todos vosotros. Yo conozco a los que he elegido,
pero tenía que cumplirse la Escritura: ¡El que come mi pan, ha alzado contra mi
su talón!” Juan se refiere a Judas, cuya traición va a ser anunciada inmediatamente
después (Jn 13,21-30).
Juan 13,18-20: Digo esto desde
ahora, para que creáis que YO SOY. Fue en ocasión de la liberación de Egipto a
los pies del Monte Sínai, que Dios reveló su nombre a Moisés: “¡Estoy con vosotros!”
(Es 3,12), “Yo soy el que soy” (Ex 3,14), “Estoy” o “Yo soy” me mandó a
vosotros” (Ex 3,14). El nombre Yahvé (Ex 3,15) expresa la certeza absoluta de
la presencia libertadora de Dios junto con su pueblo. De muchas maneras y en
muchas ocasiones Jesús usa esta misma expresión Yo soy o Soy yo (Jn 8,24; 8,28;
8,58; Jo 6,20; 18,5.8; Mc 14,62; Lc 22,70). Jesús es la presencia del rostro
libertador de Dios en medio de nosotros.
(Homiletica
org / Carmelitas)
JESÚS,
JUAN Y JUDAS
Hch
13, 13-25; Jn 13, 26-30
Tres
israelitas contemporáneos que curiosamente llevan un nombre que empieza con la
misma consonante y que aparecen en las lecturas de este día. Los dos últimos
son recordados de diferente manera en relación con la actitud y la opción que
asumieron hacia Jesús. Juan, quien originariamente fue maestro y mentor de
Jesús que recién llegaba de Nazaret, entendió que su misión era pavimentar el
camino para que los israelitas escucharan la invitación decisiva de Dios de
labios de Jesús. Atinadamente lo expresó con una imagen: era indigno de
desatarle las sandalias. Judas Iscariote se dejó ganar por el protagonismo; al
parecer intentó "enmendarle la plana a Dios" y entregó a Jesús a las
autoridades, queriendo forzar un determinado proyecto particular de salvación.
(www misal com mx )
Santos
Isidro, labrador; Torcuato y sus seis compañeros,
obispos;
Juana de Lestonnac, fundadora.
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