LECTURAS DE LA
EUCARISTÍA
VIERNES 30 DE MAYO DE
2014
VI VIERNES DE PASCUA
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Ap 5, 9-10)
Señor,
con tu Sangre has rescatado a hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación, y
has hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios. Aleluya.
ORACIÓN
COLECTA
Escucha,
Señor, nuestras súplicas, y haz que el efecto santificador que prometió tu
Palabra se cumpla en todas partes por la predicación evangélica y que, conforme
a lo que anunció, el testimonio de tu verdad lleve a plenitud nuestra adopción
filial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Muchos
de esta ciudad pertenecen a mi pueblo.
DEL LIBRO DE LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 18, 9-18
En
aquellos días, Pablo tuvo una visión nocturna en Corinto, en la que le dijo el
Señor: "No tengas miedo. Habla y no calles, porque yo estoy contigo y
nadie pondrá la mano sobre ti para perjudicarte. Muchos de esta ciudad
pertenecen a mi pueblo". Por eso Pablo se quedó allí un año y medio,
explicándoles la palabra de Dios.
Pero
cuando Galión era procónsul de Acaya, los judíos, de común acuerdo, se
abalanzaron contra Pablo y lo llevaron hasta el tribunal, donde dijeron:
"Este hombre trata de convencer a la gente de que den a Dios un culto
contrario a la ley". Iba Pablo a tomar la palabra para responder, cuando
Galión dijo a los judíos: "Si se tratara de un crimen o de un delito
grave, yo los escucharía, como es razón; pero si la disputa es acerca de
palabras o de nombres o de su ley, arréglense ustedes". Y los echó del
tribunal. Entonces se apoderaron de Sóstenes, jefe de la sinagoga, y lo
golpearon delante del tribunal, sin que Galión se preocupara en lo más mínimo.
Pablo
se quedó en Corinto todavía algún tiempo. Después se despidió de los hermanos y
se embarcó para Siria, con Priscila y Aquila. En Céncreas se rapó la cabeza
para cumplir una promesa que había hecho.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 46
R/.
Dios es el rey del universo. Aleluya.
Aplaudan,
pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos, que el Señor, el Altísimo, es
terrible y de toda la tierra, rey supremo. R/.
Fue
Él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos, al elegimos
como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto. R/.
Entre
voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos
en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Lc 24, 46. 26) R/. Aleluya, aleluya.
Cristo
tenía que morir y resucitar de entre los muertos, para entrar así en su gloria.
R/.
Nadie
podrá quitarles su alegría.
DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN: 16, 20-23
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que ustedes
llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán
tristes, pero su tristeza se transformará en alegría.
Cuando
una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero una
vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la alegría de haber
traído un hombre al mundo. Así también ahora ustedes están tristes, pero yo los
volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría. Aquel
día no me preguntarán nada".
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia santa, para que, con la ayuda
de tu protección, conserve los dones recibidos y llegue a poseer los eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
I-V de Pascua.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Rm 4, 25)
Cristo
fue condenado a muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra
justificación. Aleluya.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Protege,
Señor, con amor constante a quienes has salvado, para que, una vez redimidos
por la pasión de tu Hijo, se llenen ahora de alegría por su resurrección. Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
PAPA
FRANCISCO. HOMILÍA DEL VIERNES 30 DE MAYO DE 2014
”
SEAMOS VALEROSOS EN EL SUFRIMIENTO Y PENSEMOS QUE DESPUÉS VIENE LA ALEGRÍA DEL
SEÑOR “
“Su
tristeza se cambiará en alegría”. Esta promesa de Jesús a sus discípulos fue el
centro de la homilía del Papa Francisco de la Misa matutina celebrada en la
capilla de la Casa de Santa Marta. La alegría cristiana, que es “alegría en
esperanza”, no se puede comprar, sino sólo recibir como don del Señor.
San
Pablo era muy valiente, porque tenía la fuerza del Señor. Ciertamente, observó
el Papa, algunas veces también el Apóstol tenía miedo. “Nos sucede a todos
nosotros en la vida que tengamos un poco de miedo – dijo Francisco –. Y
entonces nos preguntamos si no sería mejor bajar un poco el nivel y no ser tan
cristianos y buscar un compromiso con el mundo”.
Pero
Pablo – prosiguió – sabía que cuanto “él hacía no les gustaba a los judíos ni a
los paganos”, pero no se detiene y por eso debe soportar problemas y
persecuciones. Y esto – agregó Francisco – “nos hace pensar en nuestros miedos,
en nuestros temores”.
También
Jesús en el Getsemaní tuvo miedo y angustia. En su despedida, dijo claramente a
sus discípulos que el “mundo se alegrará” por sus sufrimientos, como sucederá
con los primeros mártires en el Coliseo.
“Y
nosotros debemos decirnos la verdad: no toda la vida cristiana es una fiesta.
¡No toda! Se llora, tantas veces se llora. Cuando estás enfermo; cuando tienes
un problema en tu familia con un hijo, con una hija, la esposa, el marido;
cuando ves que el sueldo no alcanza hasta fin de mes y tienes un hijo enfermo;
cuando ves que no puedes pagar la cuota del crédito inmobiliario de la casa y
debes irte… Tantos problemas, tantos que nosotros tenemos. Pero Jesús nos dice:
‘¡No tengas miedo!’. ‘Sí, estarán tristes, llorarán y también la gente se alegrará,
la gente que está contra ti’”.
“También
hay otra tristeza – prosiguió el Papa –: la tristeza que nos llega a todos
nosotros cuando vamos por un camino que no es bueno”. Cuando, “por decirlo
sencillamente”, “vamos a comprar la alegría, la alegría, esa del mundo, esa del
pecado, al final hay un vacío dentro de nosotros, hay tristeza”. Y ésta –
reafirmó – “es la tristeza de la mala alegría”.
La
alegría cristiana, en cambio, “es alegría en esperanza, que llega”: “En el
momento de la prueba, nosotros no la vemos. Es una alegría que es purificada
por las pruebas, también por las de todos los días. ‘Su tristeza se cambiará en
alegría’. Cuando vas a visitar a un enfermo o una enferma que sufre mucho, es
difícil decir: ‘¡Ánimo! ¡Coraje! ¡Mañana tendrás alegría!’. ¡No, no se puede
decir! Debemos hacerla sentir como la hizo sentir Jesús. También nosotros,
cuando estamos precisamente en la oscuridad, que no vemos nada, podemos decir:
‘Yo sé, Señor, que esta tristeza se cambiará en alegría. ¡No sé cómo, pero lo sé!’.
Un acto de fe en el Señor. ¡Un acto de fe!”
Para
comprender la tristeza que se transforma en alegría – dijo más adelante el Papa
– Jesús toma el ejemplo de la mujer que da a luz: “Es verdad, en el parto la
mujer sufre tanto, pero después, cuando el niño está con ella, se olvida”. Lo
que queda, por tanto, es “la alegría de Jesús, una alegría purificada”. Esa es
“la alegría que queda”.
Una
alegría – reconoció Francisco – “escondida en algunos momentos de la vida, que
no se siente en los momentos feos, pero que viene después: una alegría en la
esperanza”. Éste, por tanto, “es el mensaje de la Iglesia de hoy: ¡no tener
miedo!”:
“Ser
valeroso en el sufrimiento y pensar que después viene el Señor, después viene
la alegría, después de la oscuridad sale el sol. Que el Señor nos de a todos
nosotros esta alegría en la esperanza. Y el signo de que nosotros tenemos esta
alegría en esperanza es la paz. Cuántos enfermos, que están en el final de la
vida, con los dolores, tienen esa paz en el alma…
Ésta
es la semilla de la alegría, ésta es la alegría en la esperanza, la paz. ‘¿Tú
tienes paz en el alma en el momento de la oscuridad, en el momento de las
dificultades, en el momento de las persecuciones, cuando todos se alegran por
tu mal? ¿Tienes paz? Si tienes paz, tú tienes la semilla de aquella alegría que
vendrá después’. Que el Señor nos haga comprender estas cosas”.
Fuente:
Radio Vaticano.
REFLEXIÓN
a.-
Hch. 18, 9-18: Pablo ante el
tribunal de Galión. La primera lectura nos entrega datos históricos que hay que
tener en cuenta: la expulsión de los
judíos de Roma por un decreto del emperador Claudio (41-54), provocada por la actuación de los judíos frente
a la secta de los cristianos. Motivo por
el cual Aquila y Priscila, llegan a Corinto. Por otra parte lado, tenemos la
figura de Galión, hermano de Séneca, que
los judíos quieren defienda la ortodoxia de su
fe, frente a la herejía del cristianismo. Galión juzgará a Pablo
si ha cometido una falta contra
la ley romana, pero como los judíos hablan de su Ley, no se quiere inmiscuir en un juicio sobre temas de
religión, y los despacha a todos del tribunal
(v. 13). La reacción de Galión nos habla a las claras que la conducta de
los cristianos no viola las leyes
romanas; las acusaciones contra Pablo de parte de los judíos son de tipo teológico: el mesianismo
de Jesús y la Ley (v.15). Los cristianos
políticamente son inocentes, no han creado problemas a Roma. Todos estos
acontecimientos van distanciando cada vez más la comunidad cristiana de
la sinagoga, Pablo se va convirtiendo en
el apóstol de los gentiles, dejando bien en
claro que no fueron los cristianos la causa que los judíos no aceptaran
en evangelio. La actitud de Galión de
despacharles del tribunal, es reconocer que no tenían razón, por lo mismo reconoce la inocencia de unos
hombres y mujeres que no ofendían en lo
estrictamente jurídico a Roma y sus leyes. Así y todo Pablo se queda año y
medio trabajando por el Evangelio, las
dificultades, dejan ver la luz de la palabra de Dios, que ilumina la vida de sus testigos y los
cuida con una amor especial.
b.- Jn. 16, 20-23: Vuestra tristeza se
convertirá en gozo. El evangelio nos habla de la alegría, que nace del dolor de
la separación, provocada por la marcha
de Jesús, no verle ya sobre todo, por su muerte y resurrección. Pone el ejemplo de la mujer que da a luz, se
olvida del dolor, una vez que ha nacido un
varón para el mundo (v. 21). Imagen común o recurrente en la literatura
del AT y de los profetas, donde también
en los evangelios queda de manifiesto que al día del Señor, le precederá una gran tribulación para
los elegidos, preludio del gozo y
alegría que vivirán al final, lo mismo que la mujer dolorida por el
parte, da a luz una vida nueva, se llena
de alegría. La causa de nuestra tristeza y luego de nuestra alegría, es la muerte y resurrección de
Jesucristo, sobre el pecado, la muerte y el
demonio. Su nuevo modo de estar presente entre sus discípulos por medio
de la acción del Espíritu Santo es
también motivo de alegría para la comunidad eclesial.
Presencia que reconforta al creyente, en el
dolor o persecución, que puede sufrir
por el odio del mundo contra Jesucristo, el Señor. Este binomio dolor y
alegría también están presente en la
vida del cristiano que quiere imitar a Jesucristo desde su propia condición de hijo de Dios, pero que
se ve sujeto a sus propias debilidades,
de sus pasiones que le causan dolor, si las deja gobernar su vida. Si las vence con la oración y negación del gusto y
apetito en que se ceba la voluntad,
produce la alegría de verse libre para amar y vivir la unión con Dios.
El misterio pascual de Jesucristo supuso
el parto de una nueva humanidad, nueva creación, mediante la resurrección del que es el hombre
nuevo. Adán nos trajo la muerte,
Jesucristo es el nuevo Adán, enseña Pablo a los romanos, nos trae la
vida (cfr. Rm. 5). Es el Paráclito quien
recrea la vida del resucitado en la vida de los fieles y donde reside la alegría de éstos al saberse
justificados por Cristo ante el Padre. Esa vida
nueva, ganada por su misterio pascual, ahora es de los que son de Cristo,
y la guardan del mal y la corrupción a
la que se ve acechada por el pecado. La alegría y el gozo de la fe, es el mejor antídoto contra
el desánimo en las cosas de Dios y
de la vida cristiana.
Si
se trata de configurarnos a Cristo, que vivió bajo la guía del Espíritu Santo toda su existencia, también
nos debe guiar a tomar conciencia de nuestra condición de hijos de
Dios. Así como el Espíritu movió a Jesús a tomar conciencia de su condición de Mesías y Ungido para la redención del mundo, así también, el Espíritu Santo hoy nos
mueva a tomar conciencia de nuestra
condición de profetas, reyes y sacerdotes como bautizados que somos.
El Espíritu Santo, está más presente de lo que
pensamos en la vida de la Iglesia, y de
quienes luchan por los valores del reino de Dios en este mundo. Seremos
mejores cristianos en la medida no sólo
en que nos dejemos guiar por el Espíritu de Dios, sino en que nos abramos a comprender que
estos valores nos hacen más humanos y a
su acción santificante, donde nos encontramos y reconciliamos entre nosotros
y con nosotros mismos, nos abrimos al
prójimo, fruto de la comunión con Dios,
alegría infinita.
El
cristiano consciente de su vocación trinitaria por la inhabitación en la que vive, es un hombre siempre alegre,
porque posee a Dios en su interior y
comparte su vida y su amor su felicidad, anticipo de vida de la gloria
sempiterna. Gloria que comienza en esta
vida, como enseña el místico carmelita, con la alegría del conocimiento que viene de la fe, y el amor
que infunde la presencia del Espíritu
Santo en la vida del orante contemplativo. Juan de la Cruz, nos enseña: “En este estado
de vida tan perfecta siempre el alma
anda interior y exteriormente como de fiesta, y trae con gran frecuencia
en el paladar de su espíritu un júbilo
de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre
nuevo, envuelto en alegría y amor en conocimiento de su feliz estado”
(LB 2,36).
Padre
Julio Gonzalez Carretti OCD
Homiletica
org.
REFLEXION:
ESE DÍA NO PREGUNTARÁN NADA
Hch
18, 9-19; Jn 16, 20-23
Los
apóstoles permanecen más de año y medio evangelizando en la bulliciosa ciudad
portuaria de Corinto. Enfrentan dificultades con sus hermanos judíos, que los
denuncian ante el procónsul Galión. Como eran adversidades que podían
sobrellevar, continuaron dando testimonio de Jesús y sirvieron a la
consolidación de esa pujante comunidad cristiana, a la que el Espíritu bendijo
con numerosos carismas. Efectivamente, hay tiempo para cada cosa, una es la
hora del testimonio profético, otra la del encuentro glorioso y definitivo con
el Señor resucitado. La iglesia superará la situación embarazosa que enfrenta, para
experimentar el gozo del nacimiento definitivo. Será el día del encuentro y
"en esa hora no me preguntarán nada". (www misal com mx).
Santos
Fernando III de España, rey; Juana de Arco, mártir; José
Marello, fundador.
Feria (Blanco)
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