sábado, 24 de mayo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA SÁBADO 24 DE MAYO DE 2014 V SÁBADO DE PASCUA


 LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
SÁBADO  24 DE MAYO DE 2014
V SÁBADO DE PASCUA
Nuestra Señora María Auxiliadora

ANTÍFONA DE ENTRADA (Col 2, 12)
Ustedes, por el bautismo, han sido sepultados con Cristo, y con Él han sido resucitados, porque han creído en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que te dignaste concedernos la vida celestial haciéndonos renacer por el bautismo, te rogamos que, puesto que al justificarnos nos hiciste capaces de la inmortalidad, nos concedas también llegar, con tu ayuda, a la plenitud de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
¡Ven a Macedonia y ayúdanos!

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 16, 1-10

En aquellos días, Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo, llamado Timoteo, hijo de padre griego y de madre judía cristiana. Timoteo gozaba de muy buena fama entre los hermanos de Listra e Iconio. Pablo quiso llevarlo consigo y lo circuncidó, en atención a los judíos de aquellas regiones, pues todos sabían que su padre era pagano.
En todas las ciudades por donde iban pasando, daban a conocer las decisiones tomadas por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén, para que las pusieran en práctica. De esta manera las comunidades cristianas se fortalecían en la fe y el número de creyentes aumentaba cada día más.
Como el Espíritu Santo les había prohibido predicar la palabra en la provincia de Asia, Pablo y Timoteo atravesaron Frigia y Galacia. Al llegar a los límites de Misia, se propusieron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces atravesaron Misia y llegaron a Tróade. Por la noche, Pablo tuvo una aparición: vio a un macedonio, que de pie ante él, le rogaba: "¡Ven a Macedonia y ayúdanos!"
Después de esta visión, determinamos salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba a predicar allí el Evangelio.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 99
R/. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.

Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/

Reconozcamos que el Señor es Dios, que Él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R/.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R/.

ACLAMACIÓN (Col 3, 1) R/. Aleluya, aleluya.
Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.




Ustedes no son del mundo, pues, al elegirlos, yo los he separado del mundo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 15, 18-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.
Acuérdense de lo que les dije: 'El siervo no es superior a su señor'. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia santa, para que, con la ayuda de tu protección, conserve los dones recibidos y llegue a poseer los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Pascua.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 17, 20-21)
Padre, te ruego por ellos, para que sean uno en nosotros y el mundo pueda creer que tú me has enviado, dice el Señor. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Protege, Señor, con amor constante a quienes has salvado, para que, una vez redimidos por la pasión de tu Hijo, se llenen ahora de alegría por su resurrección. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


REFLEXIÓN

Juan 15,18-19: El odio del mundo."Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros”. El cristiano que sigue a Jesús está llamado a vivir al revés de la sociedad. En un mundo organizado desde intereses egoístas de personas y grupos, quien procura vivir e irradiar el amor será crucificado. Este fue el destino de Jesús. Por esto, cuando un cristiano o una cristiana es muy elogiado/a por los poderes de este mundo y es exaltado/a como modelo para todos por os medios de comunicación, conviene desconfiar siempre un poco. “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo”. Fue la elección de Jesús lo que nos separó. Y basándonos en esta elección o vocación gratuita de Jesús tenemos la fuerza para aguantar la persecución y la calumnia y podremos tener la alegría en medio de las dificultades.
Juan 15,20: El siervo no es más que su señor. “El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi palabra, también la vuestra guardarán”. Jesús había insistido en este punto en el lavatorio de los pies (Jn 13,16) y en el discurso de la Misión (Mt 10,24-25). Y esta identificación con Jesús, a lo largo de los siglos,
dio mucha fuerza a las personas para seguir su camino y fue fuente de experiencia mística para muchos santos y santas mártires.

Juan 15,21: Persecución por causa de Jesús. “Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.” La insistencia repetida de los evangelios en recordar las palabras de Jesús que pueden ayudar a las comunidades a entender el porqué de las crisis y de las persecuciones, es una señal evidente de que nuestros hermanos y hermanas de las primeras comunidades no tuvieron una vida fácil. Desde la persecución de Nerón en el 64 después de Cristo hasta el final del siglo primero, vivieron en el temor de ser perseguidos, acusados, encarcelados y de morir en cualquier momento. La fuerza que los sostenía era la certeza de que Jesús estaba en medio de ellos. (Homiletica org / Carmelitas )


REFLEXION
Hech. 16, 1-10. Desde la Ascensión de Cristo y la venida del Espíritu Santo, nos encontramos en la etapa del Espíritu Santo. Muchos han calificado el libro de los Hechos de los Apóstoles como el Evangelio del Espíritu Santo. Lo que hoy nos narra esta Lectura son acontecimientos del caminar de la Iglesia primitiva en su acción evangelizadora a impulsos del Espíritu Santo. Las formas parecen muy ingenuas, sin embargo por medio de signos concretos y a veces demasiado frágiles y débiles Dios puede dirigirse a una persona o al mundo entero y manifestarle su voluntad. Lo importante es estar abiertos a la voluntad del Señor y dejarse guiar por su Espíritu, pues la Iglesia y la obra evangelizadora que ella realiza no es obra de los hombres, por muy eruditos que sean, sino la obra de Dios, por medio nuestro.
Por eso no podemos lanzarnos a proclamar el Evangelio del Señor y a la construcción de su Reino sin antes habernos sentado a los pies del Maestro para dialogar con Él a través de una seria oración y para escuchar su palabra meditándola en nuestro corazón y siendo los primeros en ponerla en práctica y en dejarse guiar por el Espíritu Santo hacia la Verdad completa.

Sal. 100 (99). Como en una sola pincelada, de modo muy breve en este salmo se recorre toda la historia de salvación. Dios, dueño de su pueblo, pues es Él quien lo ha formado, merece ser servido con alegría, adorado en su templo, y ser reconocido como el Pastor del Pueblo.
Las grandes obras de Dios para con nosotros nos llenan de júbilo y gratitud ante el Señor cuya misericordia es eterna y cuya fidelidad nunca se acaba.
Bendigamos a Dios porque, de un modo especial, nos ha manifestado su misericordia y fidelidad en Cristo Jesús. En Él ha llegado a su plenitud el tiempo; en Él Dios se ha convertido en el Pastor que nos conduce, no sólo hacia pastos abundantes, sino que Él mismo se convierte en nuestro alimento y en la Puerta que se abre para ingresar en las moradas eternas.
Por eso escuchemos su voz y sirvámoslo con alegría, puesto que nosotros somos su Pueblo y ovejas de su Rebaño.

Jn. 15, 18-21. Ayer escuchamos al Señor que nos dijo: Yo soy quien los ha elegido y los ha destinado para vayan y den fruto y su fruto permanezca. Nosotros éramos del mundo, actuábamos conforme a sus criterios de maldad, destrucción y muerte; pero ahora hemos sido salvados gracias a Aquel que por nosotros murió y resucitó.
A partir del momento en que hemos depositado en Cristo nuestra fe hemos de cumplir con la misión que Él nos ha confiado: proclamar su Evangelio no sólo con nuestras palabras, sino especialmente con nuestra conducta que se ha de convertir en una denuncia del mal que hay en las estructuras o apetencias del mundo, y hacer un serio llamado a la conversión.
Probablemente esto nos cause persecución y muerte; pero recordemos que el que quiera conservar su vida la perderá y quien la pierda por Jesús y su Evangelio, la salvará. Lo que han hecho al Señor, lo harán a nosotros.
Si el mundo nos recibe con alegría, si jamás levanta una crítica en contra nuestra, si se siente feliz al escucharnos tenemos que preguntarnos hasta dónde somos fieles a Cristo, que nos envió a denunciar el pecado y a invitar a la conversión; o hasta dónde nos hemos convertido en parte del mundo hablando y actuando de tal forma que no se note que somos de Cristo, pues buscamos las cosas del mundo y, por no perderlas, preferimos diluir o acomodar el Evangelio de tal forma que no se nos convierta en una braza caliente entre las manos.
En la Eucaristía celebramos el amor manifestado por Dios hacia nosotros hasta el extremo.
Ahora se están haciendo realidad las palabras de Cristo: nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos.
Ante este Memorial de la Pascua de Cristo nosotros podemos tomar la actitud de simples espectadores, tal vez muy piadosos y muy participativos en los cantos, respuestas y actitudes; pero, finalmente, sólo espectadores, que al volver a la vida ordinaria iremos con el corazón cargado de miserias.
Tal vez algunos sientan el aguijón de la Palabra de Dios y se sientan temerosos ante las consecuencias de comprometerse con ella, pues más vale una Iglesia de la clandestinidad, de la simulación para evitarse complicaciones y sonrojos sociales.
Finalmente, ojalá y sea ésta nuestra actitud, estarán quienes asuman como un verdadero compromiso su Comunión con Cristo, con su entrega, con su amor hasta el extremo, con su misericordia, con su generosidad, con su solidaridad con los necesitados, con su denuncia del mal no sólo con las palabras sino con la vida misma. En el horizonte de estos últimos estarán aquellas palabras de Jesús: Dichosos serán ustedes cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias por causa mía. Alégrense y regocíjense, porque será grande su recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.
No podemos decir que el mundo sea puro pecado. Hay muchos valores y virtudes cristianas y humanas en el mismo. Hay muchos motivos de alegría para todos.
Sin embargo no podemos cerrarnos en una visión totalmente optimista del mundo. Debemos tomar conciencia de los errores y pecados que anidan en muchos corazones y que, conforme las personas heridas por el pecado ocupen cargos de un alto rango, pueden convertirse en un verdadero flagelo para la humanidad.
Desde el núcleo familiar hasta la vida internacional se sufren opresiones, violencia y muerte por parte de quienes no han sabido abrir realmente su vida y corazón al Evangelio.
No basta con tener la Escritura en casa ni poner la mano sobre ella para jurar servir a un pueblo. Hay que poner la vida en la persona de Cristo y dejarse guiar por su Espíritu; sólo entonces nuestra vida tendrá la visión y las actitudes del Señor, y Él no se tomará como un juego de niños o como un rito que nada aprovecha a los demás.
Quien es de Cristo será tal vez perseguido y condenado por vivir en la verdad pero no podrá actuar con los criterios del mundo persiguiendo y destruyendo a su prójimo.
Pidámosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser congruentes con nuestra fe hasta que se dé a luz la presencia del Señor en nosotros, y colaboremos para que también brille, con mayor claridad, el Rostro del Señor en todo el mundo. Amén.

(Fuente:Homilía católica)

REFLEXIÓN: PREPARATIVOS PARA LA MISIÓN
Hch 16, 1-10; Jn 15, 18-21
El evangelista san Lucas nos refiere la incorporación de Timoteo al equipo misionero de San Pablo. La estrategia y el itinerario misional no eran establecidos de forma discrecional. Los apóstoles atendían a las señales del Espíritu y buscaban dejarse guiar por sus impulsos y mociones. La evangelización de "Europa" comenzó cuando Pablo y Timoteo acogieron el llamado del Señor y dieron inicio a la misión en Macedonia y Filipos. De cuestiones misionales más profundas se ocupa el Señor Jesús en el cuarto Evangelio. Es en realidad un discurso de despedida y alerta a los suyos acerca del rechazo inminente que su labor misionera generará, sobre todo entre aquellas personas e instituciones que persiguen valores contrarios a la dignidad de la persona humana: traficantes de esclavos, propagandistas del evangelio imperial romano que propugnaba el sometimiento ciego al emperador. ( www misal com org)


Santos
Donaciano y Rogaciano de Nantes; mártires. Beato Luis Zeferino Moreau, presbítero.
Vísperas I del domingo: 2a semana del Salterio. Tomo II: pp. 1201, 516 y 878. Para los fieles: pp. 555 y 274. Edición popular: pp. 108 y 449.
Feria (Blanco)


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