ORACIÓN DE SANTA TERESITA
(Billete de profesión)
8 de septiembre de 1890
¡Oh Jesús, divino esposo mío!, que nunca pierda yo
la segunda vestidura de mi bautismo. Llévame antes de que cometa la más leve falta
voluntaria. Que nunca busque yo, y que nunca encuentre, cosa alguna fuera de
ti; que las criaturas no sean nada para mí y que yo no sea nada para ellas, sino
que tú, Jesús ¡lo seas todo...!
Que las cosas de la tierra no lleguen nunca a turbar
mi alma, y que nada turbe mi paz. Jesús, no te pido más que la paz, y también
el amor, un amor infinito y sin más límites que tú mismo, un amor cuyo centro
no sea yo sino tú, Jesús mío. Jesús, que yo muera mártir por ti, con el martirio del corazón o con el
del cuerpo, o mejor con los dos...
Concédeme cumplir mis votos con toda perfección, y
hazme comprender cómo debe ser una esposa tuya.
Haz que nunca sea yo una carga para la comunidad,
sino que nadie se ocupe de mí, que me vea pisada y olvidada como un granito de
arena tuyo, Jesús.
Que se cumpla en mí perfectamente tu voluntad, y
que yo llegue al lugar que tú has ido por delante a prepararme...
Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se
condene ni una sola y que todas las almas del purgatorio alcancen la salvación...
Jesús, perdóname si digo cosas que no debiera decir,
sólo quiero alegrarte y consolarte.
(Documento autobiográfico. 8 de Noviembre de 1890)
Al escribir este billete, Teresa hace suya una
tradición del Carmelo. Era costumbre en aquel tiempo que la novicia en la toma
de hábito -o la profesa el día de su profesión- llevase sobre su pecho un
billete de esa índole, en el que pedía para sí y para sus amigos las gracias
que deseaba alcanzar. Una tradición aseguraba que todas las peticiones que se
hacían en el momento de la postración solemne, con los brazos en cruz, sobre la
alfombra de buriel, serían escuchadas.
La profesión consagra a Teresa como «esposa» de
Jesús.
Una larga tradición espiritual ve en la profesión
religiosa un «segundo bautismo», que devuelve al alma su «vestidura de
inocencia»
Bajo un vocabulario muy sencillo, Teresa pide en
realidad la «transformación de amor» por
la que el Amado y el alma «el uno da posesión de sí al otro y cada uno se deja
y trueca por el otro». La orientación
apostólica de su vocación es «salvar almas».
Hasta en la enfermería conservará Teresa el
preocupación por las «almas del purgatorio». En fecha desconocida, había hecho
el «acto heroico» (o renuncia a sus méritos) en favor de esas almas.
Ser la alegría de Jesús, agradarle, hacerle feliz,
consolarle: ése es el último resorte de toda la existencia de Teresa.
Nota: Esta información mejor ampliada está contenida
en catholic. net. donde se consiguen los documentos manuscritos de Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz.
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