LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
Sábado 02 de Noviembre de 2013
30ª semana del Tiempo Ordinario. C
Conmemoración de todos los fieles difuntos
LECTURA DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 3,1-9
Las
almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún
tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida
de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa
destrucción. Pero los justos están en paz.
La
gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban
confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una
abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los
probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable.
En
el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un
cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor
reinará eternamente sobre ellos.
Los
que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor
permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL 26, 1. 4. 7. 8b-9a. 13-14
R
Espero ver la bondad del Señor.
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién voy a tenerle miedo?
El Señor
es la defensa de mi vida,
¿quién
podrá hacerme temblar? /R
Lo
único que pido, lo único
que
busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para
disfrutar las bondades del Señor
y estar
continuamente en su presencia /R
Oye,
Señor, mi voz
y mis
clamores y tenme compasión.
El
corazón me dice que te busque
y
buscándote estoy. No rechaces con cólera a tu siervo /R
La
bondad del Señor espero
ver en
esta misma vida.
Ármate
de valor y fortaleza
y en el
Señor confía /R
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN
JUAN 3,14-16
Hermanos:
Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos
a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su
hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida
eterna. Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros.
Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25,31-46
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre,
rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono
de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará
a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y
pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces
dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión
del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve
hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y
me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron,
encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor,
¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo
te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá.: ‘Yo les
aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos,
conmigo lo hicieron’.
Entonces
dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no
me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me
hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me
visitaron’.
Entonces
ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de
forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les
replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más
insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo
eterno y los justos a la vida eterna”.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Reflexión
PEDIMOS
POR ELLOS, POR SI EN ALGO NOS NECESITAN
1.-
En realidad no venimos a ofrecerlos una corona de flores, como puede hacerse
ante el monumento de los muertos por la patria. Vamos a estar un rato con ellos
en la misa que es punto de encuentro, puesto que al altar baja Dios y ellos
están en Dios, como esperaron. Hoy conmemoramos a esos seres queridos, que
echamos de menos, porque caminaron más deprisa que nosotros y dejamos de verlos
como se deja de ver a quien camina ante nosotros y los perdemos de vista al
torcer el camino. No los hemos perdido, allí están y volveremos a estar con
ellos cuando lleguemos también nosotros a esa curva del camino.
2.-
Lo esencial en nuestra fe, es que como Jesús resucitó, todos tenemos asegurada
una vida sin fin. Sin esta creencia nuestra fe sería vana, como nos dice San
Pablo. El prefacio de difuntos nos dice: “la vida de los que en Ti creemos,
Señor, no termina, se transforma”. Como se transforma el gusano de seda en
mariposa, o el grano de trigo, podrido en el surco, se transforma en una
preciosa espiga. Pero nos cuesta creerlo.
Durante
millones de años hemos estado atados a la tierra por la fuerza de la gravedad,
hasta que en la era espacial hemos podido romper esa cadena y volar fuera de la
órbita de la Tierra, por el espacio. Pues hasta que Jesús resucitó hemos estado
todos atados a la tumba por la cadena de la muerte, y fue Jesús el primero que
pudo romper esa cadena y volar libremente por la vida eterna. Y como dice San
Pablo con Él hemos resucitado todos. Todos hemos roto la cadena que nos ataba a
la tumba.
3.-
El Evangelio está lleno de palabras de resurrección: “Yo soy la resurrección y
la vida”, “quien cree en mi tiene vida eterna”, “el que come mi carne tiene
vida eterna. ¿Resurrección de quien y vida de quien si todos tenemos que ser
absorbidos de nuevo por la nada? Sin nuestra resurrección, nuestra fe está
llena de absurdos. ¿No es absurdo creer en un Dios creador del universo y de la
humanidad, y que al cabo de unos millones de años ese Dios vuelva a quedarse en
su eterna soledad, junto a un cementerio galáctico, en que estuvieran
enterrados los millones de seres humanos –sus hijos—que él ha creado?
4.-
¿No sería totalmente absurdo que el Hijo de Dios se haga uno de nosotros, y
diera su vida por nosotros y después de marcharse de nuevo a su cielo, todos
nosotros nos convirtiéramos en macabra ceniza de sepulcro? ¿A qué vendría
hacerse hombre y mujer, trabajar, sufrir y morir como seres humanos que al fin
van a desaparecer?
Pero
eso celebraciones como la de hoy es para reafirmarnos en que nuestros seres
queridos, aunque no los veamos, están. Y están envueltos en el cariño de Dios,
disfrutando de la belleza de Dios, imbuidos en la energía de Dios que fue capaz
de sacar de la nada lo que existe.
Por
eso mientras pedimos por ellos, por si en algo nos necesitan, sobre todo nos
ponemos bajo su protección, porque su descanso en paz, no es la paz del
cementerio, ni la paz holgazana del que no espera nada apoyado en tapia de
adobe. Con la energía de Dios que hoy participan están, sin duda, al lado de
sus seres queridos, ayudándonos a cruzar el mar de la vida que, como prácticos
del puerto, consigan que entremos con ellos en puerto seguro
José
María Maruri, SJ
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¿LA
MUERTE? ¡UNA LLAVE!
1.-
Día de todos los fieles difuntos. Soñamos rezando y pensamos rezando en ese
gran rascacielos eterno donde siempre hay una morada libre para el que cree y
espera en Dios. El día de Todos los Santos junto con Todos los Difuntos es un
perfecto acorde de dos celebraciones en una misma nota: la eternidad.
Con
esa intencionalidad vivieron y se dejaron seducir por DIOS aquellos que fueron
fieles suyos en su trayectoria por la tierra y que murieron sin dar un paso atrás
en ese convencimiento: creo que al final, como al mismo Cristo, Dios me
resucitará.
El
camino, ese camino por el que preguntamos en más de una ocasión los nuevos
“Tomás”, nos fue señalado por aquellos que marcharon delante de nosotros (a
tiempo y destiempo, jóvenes o maduros).
2.-
El día de Todos los Difuntos es un entrar en el corazón y en el alma para
escuchar, como si fuera la primera vez, “no perdáis la calma”.
Podemos
perder la calma: cuando impotentes y preocupados asistimos desanimados a las
limitaciones de los espacios y de los tiempos donde vivimos.
Podemos
perder la calma: cuando nos creemos eternamente estables, indestructibles y
ansiosos en esta tierra y entonces, la hermana muerte, llama a nuestro orgullo
recordándonos que –además de engreídos y estar equivocados– somos
existencialmente caducos.
Podemos
perder la calma: cuando la FE se debilita y, en vez de vivirla como apertura a
Dios, nos cerramos en banda a toda posibilidad de salvación.
3.-
En medio de todo, ese es el contrasentido, la muerte nos duele pero abre
delante de nosotros una realidad distinta. “La muerte es la llave de oro que
abre el palacio de la eternidad” (Milton).
Como
cristianos sabemos, y lo manifestamos especialmente en este día, que la muerte
no tiene la última palabra. Que hay dentro de nosotros un embrión que
despuntará aun cerrando los ojos a este mundo. Desde esta orilla de la tierra
unos gritamos en medio de lágrimas ¡Ya se marchan! y, otros desde el otro lado
cantan gozosamente ¡Mirad…ya vienen!”
Hoy,
como cristianos, nos sentimos especialmente sensibles con aquellos que
partieron. Lo hacemos, con lo mejor que tenemos: con nuestra oración sincera,
cuya fuerza, significado y valor sólo lo conoce Dios pero que, afecta de lleno,
al futuro feliz de los que nos han precedido.
4.-
Seamos solidarios y agradecidos con tantos difuntos anónimos con los cuales
Dios posibilitó y facilitó nuestra vida y la fe de cada día. Y pidamos por
aquellos que fueron nuestros enemigos, que nos hicieron daño, porque como
cristianos Dios también nos movilizó al amor que es el perdón.
Javier
Leoz
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