lunes, 2 de junio de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA MARTES 03 DE JUNIO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MARTES 03 DE JUNIO DE 2014
VII  MARTES DE PASCUA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sb 3, 6-7. 9)
El Señor probó a sus elegidos como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. En el juicio de Dios serán premiados, pues la gracia y la misericordia son para sus elegidos. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que hiciste que la sangre de los mártires sea semilla de nuevos cristianos, concédenos que el campo de tu Iglesia, regado por la sangre de los santos Carlos Lwanga y compañeros, produzca siempre abundante cosecha para ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Quiero llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús.

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 20, 17-27

En aquellos días, hallándose Pablo en Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo: "Bien saben cómo me he comportado entre ustedes, desde el primer día en que puse el pie en Asia: he servido al Señor con toda humildad, en medio de penas y tribulaciones, que han venido sobre mí por las asechanzas de los judíos. También saben que no he escatimado nada que fuera útil para anunciarles el Evangelio, para enseñarles públicamente y en las casas, y para exhortar con todo empeño a judíos y griegos a que se arrepientan delante de Dios y crean en nuestro Señor Jesucristo.
Ahora me dirijo a Jerusalén, encadenado en el espíritu, sin saber qué sucederá allá. Sólo sé que el Espíritu Santo en cada ciudad me anuncia que me aguardan cárceles y tribulaciones. Pero la vida, para mí, no vale nada. Lo que me importa es llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús: anunciar el Evangelio de la gracia de Dios.
Por lo pronto sé que ninguno de ustedes, a quienes he predicado el Reino de Dios, volverá a verme. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie, porque no les he ocultado nada y les he revelado en su totalidad el plan de Dios".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 67
R/. Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya.

A tu pueblo extenuado diste fuerzas, nos colmaste, Señor, de tus favores y habitó tu rebaño en esta tierra, que tu amor preparó para los pobres. R/.

Bendito sea el Señor, día tras día, que nos lleve en sus alas y nos salve. Nuestro Dios es un Dios de salvación porque puede librarnos de la muerte. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 14, 16) R/. Aleluya, aleluya.
Yo le rogaré al Padre y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, dice el Señor. R/.



Padre, glorifica a tu Hijo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 17, 1-11

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: "Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.
Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame en ti con la gloria que tenía, antes de que el mundo existiera.
He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado.
Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a ti; pero ellos se quedan en el mundo".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas, te suplicamos humildemente que, así como tus mártires prefirieron morir antes que ofenderte, nosotros vivamos consagrados a ti, entregados a servirte en tu altar. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 115, 15)
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido, Señor, el divino sacramento, al conmemorar la victoria de tus santos mártires, te suplicamos que, lo que a ellos les permitió soportar los suplicios, a nosotros nos obtenga, en medio de las adversidades, constancia en la fe y en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.



HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO
Martes 03 de Junio de 2014

Durante la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco alentó a los fieles a tener fe de que Cristo es el abogado de la Iglesia que reza y pide a Dios que perdone nuestros pecados, pues le muestra las llagas con las cuales pagó el precio de nuestra salvación.

“Hay una cosa que Jesús hace hoy: estoy seguro que lo hace. Él le hace ver al Padre sus llagas y Jesús, con sus llagas, reza por nosotros, como si dijera al Padre: ‘Pero, Padre, éste es el precio de éstos, ¿eh? Ayúdalos, protégelos. Son tus hijos que yo he salvado, con esto’”, expresó el Santo Padre.

Francisco recordó que cuando Pablo se fue a Mileto todos están tristes, tal como le sucedió a los discípulos cuando Jesús pronunció sus palabras de despedida antes de “ir al Getsemaní y dar comienzo a la Pasión”.

“Hay una pequeña frase de despedida de Jesús que nos hace pensar”, señaló el Papa. Jesús “habla con el Padre y le dice: ‘Yo rezo por ellos’. Jesús reza por nosotros”. Así como hizo por Pedro y por Lázaro ante su tumba, Jesús dice “todos ustedes son del Padre. Y yo rezo por ustedes ante el Padre”. Jesús no reza por el mundo, “reza por nosotros”, “reza por su Iglesia”, aseguró el Papa.

En ese sentido, recordó que el apóstol Juan alienta a no pecar, “pero si alguno de ustedes peca, sepan que tenemos un abogado ante el Padre, uno que reza por nosotros, nos defiende ante el Padre, nos justifica”.

Según informó Radio Vaticana, Francisco invitó a los fieles a “pensar mucho en esta verdad, en esta realidad: en este momento, Jesús está orando por mí. Yo puedo ir adelante en la vida porque tengo un abogado que me defiende y si yo soy culpable y tengo tantos pecados ¡eh!, hay un buen abogado defensor, éste, y hablará al Padre de mí”.

Asimismo, indicó, Cristo es el primer abogado que envía después al Paráclito. Cuando “tenemos alguna necesidad, algún problema” debemos pedir a Jesús que rece por nosotros. “Y hoy –preguntó– ¿cómo reza Jesús? Yo creo que no habla demasiado con el Padre”.

“No habla: ama. Pero hay una cosa que Jesús hace hoy: estoy seguro que lo hace. Él le hace ver al Padre sus llagas y Jesús, con sus llagas, reza por nosotros, como si dijera al Padre: ‘Pero, Padre, éste es el precio de éstos, ¿eh? Ayúdalos, protégelos. Son tus hijos que yo he salvado, con esto’”, expresó el Papa.

Durante su homilía, Francisco indicó que Jesús, “después de la resurrección, ha querido este cuerpo glorioso, bellísimo”, donde no estaban los moretones ni las heridas de la flagelación, “pero estaban las llagas. Las cinco llagas. ¿Por qué Jesús ha querido llevarlas al cielo? ¿Por qué? Para rezar por nosotros. Para hacer ver al Padre el precio: ‘Éste es el precio, ahora no los dejes solos. Ayúdalos’”.

Nosotros debemos tener esta fe – añadió el Santo Padre –, de “creer que Jesús, en este momento, intercede ante el Padre por nosotros, por cada uno de nosotros”. Y cuando nosotros rezamos, no debemos olvidarnos de pedir a Jesús que rece por nosotros, invitó.

“Jesús, reza por mí. Le hace ver al Padre tus llagas que son también las mías, son las llagas de mi pecado. Son las llagas de mi problema en este momento. Jesús intercesor, sólo hace ver al Padre sus llagas. Y esto sucede hoy, en este momento. Tomemos la palabra que Jesús dijo a Pedro: ‘Pedro, yo rezaré por ti para que tu fe no decaiga’”, aseguró el Papa.

En ese sentido, invitó a estar seguros de que “Él está haciendo esto por cada uno de nosotros. Debemos tener confianza “en esta oración de Jesús con sus llagas ante el Padre”.


Fuente: ACIPRENSA



REFLEXION

a.-Hch. 20,17-27: Pablo habla a los presbíteros de Éfeso.    Los Hechos de los Apóstoles, nos presenta el discurso de Pablo en Mileto, a los  presbíteros de esa comunidad. Es la despedida del apóstol, luego de toda una tarea  evangelizadora a modo de síntesis. La primera parte  habla de su pasado, actividad  en Éfeso; la segunda se refiere al presente, está encadenado; la tercera anuncia su  muerte y la cuarta, habla del futuro de la Iglesia y las doctrinas erróneas que  vendrán. Denominador común en el discurso, es el la ejemplaridad de Pablo, es  decir, tiene un fundamento real la misma vida del apóstol que conocemos por sus  cartas, es un ejemplo a imitar (cfr.1 Cor. 4, 16; 11,1; Gál. 4, 12; 2 Cor. 3, 1).  Pablo, termina su actividad pastoral en libertad, tal como lo presenta Lucas, es el  misionero ideal y responsable excepcional de la comunidad cristiana.  La vida  apostólica de Pablo, es un servicio continuo al Señor, con una humildad  admirable,  reconocida o no, es el que derrama lágrimas por sus preocupación pastoral,  sufriendo en sí los dolores de Cristo, mientras los judíos trabajan en contra de la  tarea apostólica de Pablo (cfr. Gál. 1, 10; Flp. 1,1; 2, 22; 2 Cor. 11,7; Flp. 4, 12; 2  Cor. 2,4; Gál. 4, 19-20; 2 Cor. 1,5; Col. 1,24).   El centro de su predicación era la  conversión y creer en Jesucristo, y todo eso, por fidelidad al ministerio recibido: dar  testimonio del evangelio de la gracia de Dios (vv. 21. 24). El evangelio, lo presenta  Pablo con muchas denominaciones, pero con un denominador común: la Palabra de  Dios. Palabra de la gracia, evangelio de la gracia, palabra de salud (cfr. v. 24; Hch.  14, 3; 20,24; 13,26). También es palabra del reino, palabra de la cruz, palabra de  reconciliación, palabra de verdad, palabra de vida (cfr. Mt. 13, 19; 1Cor. 1, 18; 2  Cor. 5,19; Ef. 1, 13).   

b.- Jn. 17, 1-11: Padre, glorifica a tu Hijo. El evangelio nos presenta el comienzo de la oración sacerdotal de Jesús. Su oración  tiene como trasfondo, lo que está por venir la pasión, muerte y resurrección, pero  sin mención de tristeza alguna, ya que para Juan, el Maestro comienza su  glorificación desde el comienzo de  su pasión. Llegada su Hora pide al Padre que le  devuelva la gloria que tenía, para poder glorificarlo a ÉL. En su pasión Cristo es  Señor, Rey soberano, autoridad; la manifestación de gloria que pide al Padre, es  para poder dar vida eterna, a los que crean en ÉL. Juan define al cristiano, como  aquel que conoce al Hijo del Hombre, quien en vida humilde y su entrega a la  muerte y resurrección está constituido en Señor; el que descubre que en la pasión  comenzó su exaltación y glorificación; quien ve en Jesús al Padre, y acepta el nuevo  estilo de vida, vida eterna. El Hijo a glorificado al Padre, realizando de forma  perfecta la misión que le encomendó, es ahora, en el momento sublime del  Calvario, lo glorifique y que su Padre le devuelva la gloria que tenía antes de la creación del mundo (cfr. Jn.1,1). Esta gloria al Padre ha consistido en darlo a  conocer a los hombres, han aceptado la palabra que les ha comunicado de su parte,  en forma obediente y responsable. Toda la enseñanza, procede en definitiva del  Padre, el mismo procede como enviado del Padre. Han creído en su misión y origen.  Finalmente, ruega por los discípulos, no por el mundo, sino por aquellos que  llevarán a cabo, la gran misión evangelizadora en el mundo. Como ÉL, los  discípulos, son de arriba y de abajo, es decir, están en este mundo, perteneciendo  al de arriba, al cielo. Santa Teresa de Jesús, se sabe viviendo en Dios Uno y Trino, desde que conoció el  amor de Jesús. “Y así, orando una vez Jesucristo nuestro Señor por sus apóstoles  -no sé adónde es- dijo, que fuesen una cosa con el Padre y con El, como Jesucristo  nuestro Señor está en el Padre y el Padre en El (14). ¡No sé qué mayor amor puede  ser que éste! Y no dejamos de entrar aquí todos, porque así dijo Su Majestad: No  sólo ruego por ellos, sino por todos aquellos que han de creer en mí también, y  dice: “Yo estoy en ellos”. ¡Oh, válgame Dios, qué palabras tan verdaderas!, y ¡cómo  las entiende el alma, que en esta oración lo ve por sí! Y ¡cómo lo entenderíamos  todas si no fuese por nuestra culpa, pues las palabras de Jesucristo nuestro Rey y Señor no pueden faltar!” (7M 2,7-8).-
Homiletica org /Padre Julio González Carretti O.C.D 

LA DESPEDIDA DE ÉFESO
Hch 20, 17-27; Jn 17,1-11
En la oración sacerdotal Jesús presenta buenas cuentas al Padre: su misión está cumplida. Jesús ha manifestado la gloria del Padre a los discípulos, les ha enseñado a vivir en libertad, distanciándose del poder opresor que dominaba a la gente menuda en Israel. Jesús no se reservó nada de cuanto el Padre le transmitió. Fue un testigo fiel. Ahora puede dejarlos solos, porque el Padre que los llamó a la fe, se mantendrá al pendiente de su proceso. En esa misma tónica, san Pablo rinde cuentas a los presbíteros de la iglesia de Éfeso y les comparte su enorme satisfacción: él ha realizado todo lo que debía hacer para incorporarlos a la amistad íntima con el Señor Jesús. Con la frente en alto, el apóstol puede partir a donde Dios lo destine, porque ha realizado su labor misionera, ateniéndose al criterio del máximo esfuerzo en aras de la salvación de sus hermanos. (misal com mx).



Santos
Carlos Lwanga y compañeros, mártires;
Cecilio de Cartago, presbítero. Beato Diego Oddi

Memoria (Rojo)


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