LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
Miércoles,
22 de Enero de 2014.
Semana
2ª durante el año.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Ef 4, 4-6)
Un
solo cuerpo y un solo espíritu, como también es una la esperanza de la vocación
con la que han sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un
solo Dios y Padre de todos, que está sobre todo, lo penetra todo y está en
todo.
ORACIÓN
COLECTA
Señor,
mira con bondad a tu pueblo y, con los dones de tu Espíritu, aumenta en todos
los que creen en ti el amor por la verdad, a fin de que busquemos la perfecta
unidad de tu familia y trabajemos por obtenerla. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
David
venció a Goliat con una honda y una piedra.
DEL
PRIMER LIBRO DE SAMUEL: 17, 32-33. 37. 40-51
En
aquellos días, dijo David a Saúl: "Señor, no se atemorice tu corazón por
ese filisteo. Tu siervo irá y peleará con él". Pero Saúl le replicó:
"Tú no puedes ir a pelear contra Goliat, porque no eres más que un muchacho,
y él, un hombre adiestrado para la guerra desde su juventud". David le
contestó: "El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso,
me librará también de las manos de ese filisteo". Saúl le dijo: "Ve,
y que el Señor te ayude".
Tomó
David el cayado que siempre llevaba consigo; escogió en el arroyo cinco piedras
bien lisas, las puso en su morral, y con la honda en la mano, avanzó hacia el
filisteo. Goliat, precedido por su escudero, se fue acercando a David. El
filisteo se le quedó mirando, y cuando vio que era un joven, rubio y de buena
presencia, lo despreció y le dijo: "¿Soy acaso un perro para que me salgas
al encuentro con palos y con piedras?" David le contestó: "No. Eres
peor que un perro".
Entonces Goliat lo maldijo en nombre de sus dioses y
añadió: "Acércate, que yo les echaré tu carne a las aves del cielo y a las
bestias del campo". David le replicó: "Tú vienes hacia mí con espada,
lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has insultado. Hoy
mismo te va a entregar el Señor en mis manos; te voy a vencer y te voy a cortar
la cabeza, y voy a echarles tu cadáver y los cadáveres de los filisteos a las
aves del cielo y a las fieras del campo. Así sabrá toda la tierra que hay Dios
en Israel, y toda esa multitud sabrá que el Señor no necesita ni lanzas ni
espadas para vencer, porque Él es el Señor de la guerra y los entregará a
ustedes en nuestras manos".
Cuando el filisteo comenzó a avanzar contra
David, éste corrió a su encuentro, metió la mano en el morral, sacó una piedra,
la tiró con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en
la frente y el filisteo cayó de boca por tierra.
Venció David al filisteo con
una honda y una piedra; lo hirió y lo mató, sin tener espada en la mano. Corrió
David a donde estaba caído el filisteo, tomó su espada, la sacó de la vaina, lo
mató y le cortó la cabeza. Los filisteos, viendo que había muerto su jefe,
huyeron.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL:Del salmo 143
R/.
Bendito sea el Señor.
Bendito
sea el Señor, mi roca firme; Él adiestró mis manos y mis dedos para luchar en
lides. R/.
Él
es mi amigo fiel, mi fortaleza, mi seguro escondite, escudo en que me amparo,
el que los pueblos a mis plantas rinde. R/.
Al
compás de mi cítara, nuevos cantos, Señor, he de decirte, pues tú das a los
reyes la victoria y salvas a David, tu siervo humilde. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Mt 4, 23)
R/.
Aleluya, aleluya.
Jesús
predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.
¿Se
le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 3, 1-6
En
aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía
tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en
sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: "Levántate y ponte allí
en medio".
Después
les preguntó: "¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el
mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo
morir?" Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con
tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: "Extiende tu
mano". La extendió, y su mano quedó sana. Entonces se salieron los
fariseos y comenzaron a hacer planes, con los del partido de Herodes, para
matar a Jesús.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Que
a todos los que estamos unidos por el mismo bautismo, nos purifique, Señor, el
sacrificio que vamos a ofrecerte y nos haga participar algún día de los mismos
sacramentos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Jn 17, 21. 23)
Que
todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros, dice el Señor. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos
en la unidad.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al
participar del sacramento de tu Hijo, te pedimos, Señor, que santifiques y
renueves a tu Iglesia, a fin de que todos los que nos gloriamos del nombre de
cristianos podamos servirte en la unidad de la fe. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
SANTORAL:
Vicente de Zaragoza, mártir; Domingo de Sora, abad; Vicente Pallotti, fundador.
Feria (Verde)
Reflexión
1Sam.
17, 32-33. 37. 40-45. En verdad que Dios no se deja impresionar por el aspecto
ni por la gran estatura de las personas. Él nos salva sin usar armas hechas por
nuestras manos. Él sólo quiere que confiemos en Él y, en ese momento, su
Victoria será nuestra Victoria, pues ¿Quién como Dios?
No
es la técnica, ni son las armas complicadas las que nos hacen fuertes, sino
Dios que, a pesar de nuestras flaquezas, estará siempre con nosotros. Y aunque
aparentemente seamos vencidos por nuestros enemigos, Él nos levantará del polvo
y hará que volvamos a contemplarlo y a gozar de Él eternamente.
En
medio de nuestras luchas en contra del pecado, sepamos poner nuestra confianza
en Dios, pues, unidos a Cristo, Él no permitirá que seamos vencidos por el mal;
más aún, Él nos dice: te basta mi gracia, pues cuando nosotros somos débiles,
el Señor es fuerte en nosotros. Confiemos siempre en Él.
¿Acaso
tenemos nosotros el poder para vencer a la serpiente antigua o Satanás? Si en
nosotros estuviese ese poder, entonces habría sido inútil la Encarnación del
Hijo de Dios. El Señor ha venido como Salvador nuestro. Él, mediante su muerte
en la cruz ha aplastado la cabeza de nuestro enemigo.
A
nosotros corresponde confiarnos totalmente en el Señor y vivir, en adelante,
como personas que han dejado atrás sus esclavitudes al pecado. Si tenemos la
apertura suficiente al Espíritu de Dios en nosotros, entonces, aún cuando
nuestra carne sea débil seremos fuertes en el Señor, pues en la fragilidad es
cuando se muestra la fuerza que nos viene de Dios.
Sal.
144 (143). No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu Nombre sea dado todo
honor y toda gloria. El Señor es quien fortalece nuestras manos y quien las
adiestra para que salgamos victoriosos sobre el pecado y la muerte. Dios
siempre estará a nuestro lado como Padre y como amigo, como fortaleza y como
refugio; por eso ¿quién podrá sobre nosotros? Sabiendo que la victoria no es
nuestra sino de Dios, vivámosle agradecidos y entonémosle himnos de alabanza;
hagámoslo no sólo con los labios, sino con una vida intachable que se convierta
en una continua alabanza a su Santo Nombre.
Nosotros
nos gloriamos de tener por Padre y amigo al mismo Dios. Busquémoslo no sólo
para encontrar en Él refugio cuando seamos perseguidos; ni sólo para encontrar
en Él la salud cuando la enfermedad se cierna sobre nosotros o los nuestros; ni
sólo consuelo en nuestras angustias. Busquemos al Señor para vivir
comprometidos con Él en la escucha de su Palabra, y en dejar que esa Palabra
tome carne en nosotros, de tal forma que por medio de la Iglesia el Señor
continúe preocupándose del bien y de la salvación de todos los pueblos.
Mc.
3, 1-6. En algún momento Jesús dirá a la gente de su tiempo ¿Quién de ustedes
puede echarme en cara un pecado? Él fue perseguido y condenado por hacer el
bien, incluso en Sábado, pues Él es también Dueño del Sábado.
Por
los Judíos más aferrados a la interpretación de la Ley y a la serie de
preceptos que le habían añadido, condenan a Jesús por no cumplir con esas
interpretaciones que llegaban a esclerosar al mismo espíritu.
Dios
no quiere que estemos paralizados; Él nos quiere movidos por el Espíritu para
servir constantemente a los demás. Por eso debemos tener la debida apertura al
Espíritu Santo en nosotros, de tal forma que no nos conformemos con escuchar la
Palabra de Dios y con buscar la santidad de un modo personalista, sino que,
convertidos en testigos de Cristo, vayamos por todas partes a proclamar la
Buena Nueva para que la humanidad entera, libre de sus parálisis internas, se
ponga en camino hacia su perfección en Cristo y se convierta en un signo del
amor salvador de Dios en el mundo.
Dios
nos quiere apóstoles en camino. Él, que es el Enviado del Padre, no vino a
sentarse entre nosotros; no se quedó en una oficina, detrás de un escritorio,
esperando a quienes llegaran a buscarlo para tratarlos, tal vez, incluso de
mala gana o con malos modos. Él, como Buen Pastor, salió a buscar a la oveja
perdida hasta los lugares más recónditos e inhóspitos hasta encontrarla para
cargarla sobre sus hombros, y llevarla de retorno al redil.
Sólo
la muerte lo puso clavado en una cruz; pero esa su muerte no es una muerte
inútil; es el motivo del perdón de nuestros pecados y la fuerza que nos pone en
movimiento como testigos de su amor en el mundo.
Y
esta Eucaristía que estamos celebrando nos hace participar de toda esa fuerza
de amor que el Señor quiere comunicarnos. Por eso no podemos acudir a celebrar
la Eucaristía sólo como espectadores, sino como personas que se comprometen con
Cristo para hacer que todas las personas y todas las cosas encuentren en Cristo
su renovación y puedan, así, convertirse en un signo cada vez más claro del
amor que Dios nos ha tenido a todos.
Por
eso, quienes participamos de la Eucaristía debemos volver a nuestras
actividades diarias como testigos del amor de Dios. No podemos volver como
paralíticos incapaces de hablar del Dios de la vida.
Aquel
que quiera proclamar el Nombre del Señor a los demás y continúe anclado en una
vida de pecado, en lugar de conducir a los demás hacia Cristo estará
propiciando que quienes lo escuchen hagan de nuestra fe sólo una burla, pues a
falta del testimonio del predicador podrán decirnos: De eso te oiremos hablar
en otra ocasión, cuando no sólo prediques, sino cuando vivas lo que dices que
nos va a salvar y que nos va a unir como hermanos.
Cierto
que cuando demos testimonio de nuestra fe nos encontraremos con muchas
oposiciones y burlas; no queramos salir victoriosos con nuestros propios
recursos queriendo construir una torre de sabiduría para hacernos famosos; más
bien pongámonos en manos de Dios y dejemos que su Espíritu hable por medio
nuestro. Sólo entonces será posible que el mismo Espíritu, y no nosotros,
engendre la salvación en los demás y acabe con el poder del maligno que se ha
querido apoderar del corazón de los hijos de Dios.
Roguémosle
al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de tener la suficiente apertura al Espíritu Santo en nosotros,
de tal forma que todo lo que hagamos, y todo lo que digamos, y todo lo que
trabajemos a favor del Reino de Dios sea la obra de salvación y las grandes
obras que el mismo Dios lleve a término y perfección en nosotros, y por medio
nuestro en el mundo entero. Amén.
Reflexión
de Homilía católica . com
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