No debemos emitir juicios de condena, de murmuración. Ni siquiera permitirnos insinuación alguna capaz de herir a las personas.
A lo mejor una persona nunca ha oído hablar del cristianismo, de manera que no sabemos qué camino ha escogido Dios para mostrarse a esa alma y cómo Él la está moldeando.
A lo mejor una persona nunca ha oído hablar del cristianismo, de manera que no sabemos qué camino ha escogido Dios para mostrarse a esa alma y cómo Él la está moldeando.
Por eso mismo, ¿quiénes somos nosotros para condenar a nadie?
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