jueves, 20 de julio de 2017


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 21 DE JULIO DE 2017
XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Ex II, 10-12, 14; Sal 115: Mt 12, 1-8

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 36, 30-31

La boca del justo proclama la sabiduría, y su lengua manifiesta lo que es verdadero. Porque la ley de su Dios está en su corazón.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas diste a san Lorenzo de Brindis, presbítero, un espíritu de consejo y fortaleza, concédenos, en ese mismo espíritu, conocer lo que debemos hacer y, conociéndolo, llevarlo a cabo, por su intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Al atardecer inmolarán un cordero. —Yo veré su sangre y pasaré de largo.

Del libro del Éxodo: 11, 10-12, 14

En aquellos días, Moisés y Aarón hicieron muchos prodigios ante el faraón, pero el Señor endureció el corazón del faraón, que no dejó salir de su país a los hijos de Israel. El Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: "Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principal del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez de este mes tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel, lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. No comerán el cordero crudo o cocido, sino asado; lo comerán todo, también la cabeza, las patas y las entrañas. No dejarán nada de él para la mañana; lo que sobre lo quemarán. Y comerán así: Con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua' ".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 115 122-13. 15.16be. 17-18

R/. Cumpliré mis promesas al Señor.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 10, 27
R/. Aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.

EVANGELIO

El Hijo del hombre también es dueño del sábado.

Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 1-8
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con Él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: "Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado". Él les contestó: "¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes? ¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo. Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado". 

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te agrade, Dios nuestro, el sacrificio que alegres te presentamos en la fiesta de san Lorenzo de Brindis, por cuyas enseñanzas te alabamos y nos entregamos enteramente a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 1, 2-3

El que día y noche medita la ley del Señor, al debido tiempo dará su fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

A quienes alimentas con Cristo, pan de vida, instrúyenos, Señor, por Cristo, verdadero maestro, para que en la festividad de san Lorenzo de Brindis, aprendamos tu verdad y la llevemos a la práctica en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Ex. 11, 10-12, 14. Preparados para emprender el camino hacia la tierra prometida: con la túnica ceñida, sandalias en los pies y un bastón en la mano para apoyarse. Hay que partir. Llegó la hora de la liberación de la esclavitud. Dios irá delante de su pueblo hasta introducirlo en la tierra prometida. Pero antes, Dios los librará de la muerte que se cernirá en Egipto sobre los primogénitos de todos los habitantes de esa tierra que no quiso dejar partir al Pueblo de Dios. Morirán los hijos primogénitos de todos: desde el primogénito del Faraón hasta el del último de los esclavos, e incluso los primogénitos de los animales.
La sangre de un cordero, inmolado antes de partir, sangre con que se rociarán las dos jambas y el dintel de la casa de los Israelitas, librará de la muerte a quienes permanezcan en el interior de la misma. Esa sangre en las puertas no es un amuleto de defensa; es el signo de que los habitantes de esa casa le pertenecen al Señor y han hecho un sacrificio de comunión entre Dios y ellos. Por eso el Señor librará a quienes le pertenecen.
Jesús, mediante su sangre derramada como la del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, nos ha liberado de nuestras esclavitudes al pecado y nos ha dado vida eterna.
La participación en su Memorial no es para que nos vaya bien en el día; es porque queremos entrar en Comunión de Vida con Él. Así ya no viviremos bajo la ira, sino bajo la misericordia de Dios, ante quien la sangre de Cristo clama como defensa y salvación nuestra.

Sal. 116 (114-115). Dios nos ama y a quienes nos hemos dejado amar por Él nos ve como a sus amigos y sus hijos muy amados en quienes Él se complace. Él no quiere la muerte de sus amigos; cuando claman al Señor Él acude para librarlos, incluso, de la muerte.
Por eso envió a su propio Hijo, para darle solución al problema de la muerte de los suyos y abrirlos a la esperanza de una vida eterna. Ante esta gran bondad y misericordia que el Señor nos ha tenido, nosotros volvemos hacia Él la mirada y le damos gracias desde lo más profundo de nuestro corazón; nuestro culto es una muestra de esa gratitud. Pero vamos más allá del culto y le damos gracias con una vida fiel en la escucha y en la puesta en práctica de sus enseñanzas.
Dios, así, ve en nosotros a sus hijos que no sólo confían en Él, sino que le son fieles en todo y en todas las circunstancia de la vida.

Mt. 12, 1-8. No podemos pensar que somos gratos a Dios únicamente cuando cumplimos la Ley, sus mandatos, su Palabra lo más exactamente posible. Ni siquiera lo somos cuando acudimos a la celebración litúrgica con la debida frecuencia o en los días que nos ha pedido la Iglesia.
Católicos con una fe rancia por su fidelidad tradicional, pero faltos de proyección en la vida diaria. Pensar ser gratos a Dios por el culto y olvidarse de la misericordia, del testimonio de amor hacia el prójimo en la vida diaria; eso no puede recibir el nombre de una fe auténtica.
Muchos hay que, incluso en el día del Señor deben trabajar para tener un mendrugo de pan para ellos y para sus hijos ¿los condenaremos como personas no gratas a Dios? ¿No serán más bien personas no gratas a Dios aquellos que compran al pobre por un par de sandalias y que son los causantes de millones de hambrientos en el mundo, aun cuando después acudan puntuales al templo?
La misericordia que quiere el Señor es que le demos una solución real al sufrimiento, al hambre, a la desnudez de nuestro prójimo. Ojalá y no seamos sordos a la voz del Señor que clama a nosotros desde los pobres.
En esta Eucaristía reconocemos al Señor como hermano y amigo nuestro porque, sin distinción de razas ni condiciones sociales, parte su pan para nosotros. Este es el gesto que nos hace contemplarlo como el Dios misericordioso cercano a nosotros. A partir de nuestro encuentro con Él nosotros hacemos nuestro el compromiso de continuar haciéndolo presente en medio de nuestros hermanos, que sufren a causa de infinidad de situaciones que les han complicado la vida y que los han puesto al borde de la desesperación.
Si nuestra Iglesia no da una respuesta de fe, de esperanza y de amor hacia nuestros hermanos que sufren, quiere decir que no ha crecido en torno a la Eucaristía como un serio compromiso de amor que se traduce en servicio, en partir el pan con el hambriento como el Señor lo hace con nosotros; una Eucaristía vivida sólo como un cumplimiento arrastrado por una tradición que no nos dice nada respecto a una fe que necesita traducirse en obras no puede llamarse un verdadero acto de amor al Señor.
Por eso meditemos en aquellas palabras que Dios nos dirige por medio del profeta Isaías: Lo que yo quiero es esto: que sueltes las cadenas injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las opresiones, que compartas tu pan con el hambriento, que hospedes a los pobres sin techo, que proporciones ropas al desnudo y que no te desentiendas de tus semejantes. Entonces brillará tu luz como la aurora y tus heridas sanarán en seguida, tu recto proceder caminará ante ti y te seguirá la gloria del Señor. Entonces invocarás al Señor y Él te responderá, pedirás auxilio y te dirá: Aquí estoy.
Nosotros, como los Israelitas celebraron la Pascua, participamos del Misterio Pascual de Cristo, prefigurado en aquel Memorial del Pueblo de la Primera Alianza. En esta Cena, Memorial del Misterio Pascual de Cristo, en que se ofrece el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, debemos estar prontos a caminar para dar testimonio de que en verdad hemos sido liberados de la esclavitud de la maldad y que, hechos criaturas nuevas en Cristo, somos portadores de la bondad y de la misericordia divinas en favor de todos nuestros hermanos.
Roguémosle a nuestro Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de amar a nuestro prójimo como nosotros hemos sido amados por Dios, que entregó su vida por nosotros y que espera que hagamos nosotros lo mismo, especialmente por aquellos que viven más desprotegidos y marginados; entonces en verdad seremos un signo del amor misericordioso que Dios nos ha manifestado en su Hijo Jesús. Amén.

Homilia catolica.-

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