miércoles, 5 de julio de 2017



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIERCOLES 05 DE JULIO DE 2017
XIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Gén 21, 5. 8-20; Mt 8, 28-34




ANTÍFONA DE ENTRADA Mt 5, 19

El que cumpla mis mandamientos y enseñe a cumplirlos, será grande en el Reino de los cielos, dice el Señor.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Señor, crecer en el conocimiento admirable de Jesucristo, según la enseñanza del apóstol Pablo, que inspiró a san Antonio María Zaccaría para proclamar en tu Iglesia la palabra de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El hijo de esa esclava no compartirá la herencia con mi hijo Isaac.

Del libro del Génesis: 21, 5. 8-20

Abraham tenía cien años, cuando nació su hijo Isaac. Creció el niño y lo destetaron; ese día Abraham dio un gran banquete.
Sara vio jugando con su hijo Isaac al hijo que Agar, la egipcia, le había dado a Abraham, y le dijo a éste:
"Despide a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac". Abraham lo sintió mucho, por tratarse de su hijo, pero Dios lo consoló, diciéndole: "No te aflijas ni por el niño ni por tu esclava. Hazle caso a Sara en lo que te dice, porque es Isaac quien continuará tu descendencia. Aunque al hijo de la esclava lo convertiré en un gran pueblo, por ser descendiente tuyo".
Se levantó, pues, Abraham de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo puso a Agar en los hombros, le entregó al niño y la despidió. Ella se fue y anduvo errante por el desierto de Bersebá. Cuando se le acabó el agua, Agar dejó al niño bajo un matorral y fue a sentarse enfrente, a distancia como de un tiro de arco, pues decía: "No quiero ver morir al niño".
Entonces el niño rompió a llorar y Dios oyó el llanto del niño. El ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: "¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, porque Dios ha oído el llanto del niño que está ahí. Levántate, toma al niño y llévalo de la mano, porque voy a convertirlo en un gran pueblo". Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo con agua. Fue, llenó el odre y le dio a beber al niño. Dios asistió al niño, que creció, vivió en el desierto y llegó a ser un gran tirador de arco.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 33, 7-8.10-11.12-13

R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.

El Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. R/.
Que amen al Señor todos sus fieles, pues nada faltará a los que lo aman; el rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor, nada le falta. R/.
Escúchame, hijo mío: voy a enseñarte cómo amar al Señor, para que puedas vivir y disfrutar la vida. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO St 1, 18
R/. Aleluya, aleluya.

Por su propia voluntad el Padre nos engendró por medio del Evangelio, para que fuéramos en cierto modo, primicias de sus creaturas. R/.

EVANGELIO

¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?

Del santo Evangelio según san Mateo: 8, 28-34

En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?"
No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que estaban comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús: "Si vienes a echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos". Él les respondió: "Está bien".
Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron en los cerdos y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los cerdos se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le suplicaron que se fuera de su territorio.

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sea aceptable, Señor, la ofrenda de tu pueblo santo en la conmemoración de san Antonio María Zacaría, y concede que, por la participación en este sacramento, demos pruebas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 8, 12

El que me sigue no camina en la oscuridad, y tendrá la luz de la vida, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que esta santa comunión, Dios todopoderoso, nos fortalezca, para que, a ejemplo de san Antonio María Zacaría, podamos manifestar, tanto en nuestro corazón como con nuestras obras, el amor fraterno y el esplendor de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Misa Votiva de San José

MR, p. 1046 (1197)

ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 12, 42

Éste es el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en tu inefable providencia te dignaste elegir a san José como esposo de la santísima Madre de tu Hijo, concédenos que merezcamos tener como intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al prepararnos a ofrecerte, Padre santo, este sacrificio de alabanza, te suplicamos que para cumplir la misión que nos has confiado nos ayude la intercesión de san José, a quien concediste cuidar en la tierra, haciendo las veces de padre de tu Unigénito, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 25, 21

Alégrate, siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados con este sacramento que da vida, te rogamos, Señor, que nos concedas vivir para ti en justicia y santidad, a ejemplo y por intercesión de san José, el varón justo y obediente que contribuyó con sus servicios a la realización de tus grandes misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Reflexión
Gen. 21, 8-20. Por medio del nacimiento de Isaac Dios ha hecho sonreír, ha llenado de alegría a Abraham y a Sara, su legítima esposa.
Ante los dones de Dios debe uno vivir alegre y agradecido. Es cierto que muchas veces la vida se nos puede complicar, sin embargo Dios jamás abandonará a quien ha puesto su confianza en Él y eleva, angustiado su grito de súplica ante el Dios bondadoso y misericordioso.
Y esto nos lo hace ver también hoy la palabra de Dios, cuando nos narra que Dios no abandonó a Ismael ni a su madre Agar, expulsados de la presencia de Abraham, por los celos de Sara respecto a la primogenitura de Isaac.
Aun en medio del desierto y pareciendo que la vida se nos escapa de la mano, cuando pareciera que ya no hay esperanzas para seguir luchando, jamás perdamos la fe en el Señor; invoquémoslo, pues es rico en misericordia y su bondad nunca se acaba.
Dios hará que nuestras esperanzas retornen y que la vida pueda volver a tener sentido. Bebamos de la fuente de la salvación, del Espíritu del Señor; con Él y por Él podrá nuestra vida convertirse nuevamente en un vergel, que produzca abundantes frutos de amor y de justicia.
Dejémonos conducir por la mano de Dios y abramos nuestros ojos para entender y comprender que el Señor, pase lo que pase, estará siempre con nosotros, todos los días, hasta el final del tiempo.
Sal. 34 (33). Dios siempre está dispuesto a escuchar a quien lo invoca en medio de sus pobrezas y angustias.
Dios no nos llamó a la vida para condenarnos ni para que pasemos nuestra vida en sufrimientos. Él nos ha creado por amor y su amor por nosotros jamás tendrá fin. Por eso debemos continuar poniendo en Él nuestra confianza y amarlo aún en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Dios siempre estará de parte de quienes lo buscan y le viven fieles. E incluso, aquellos que han abandonado sus caminos, son objeto de su amor y sale a su encuentro para llamarlos a una vida de amor y de justicia, pues Él no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.
Mt. 8, 28-34. Jesús va más allá del territorio de los Judíos. Llega a tierra de gentiles, ahí donde se pensaba que vivía el demonio. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitaban en una región de sombra de muerte una luz les brilló.
La salvación no está reservada, limitada, al pueblo judío. Jesús ha venido como salvación para todos aquellos que siendo personas de buena voluntad quieran aceptar esa oferta de Dios.
La expulsión de los demonios indica que ha llegado a nosotros el Reino de Dios. Jesús actúa con el poder de Dios y nos quiere santos como Él es Santo, para que podamos, junto con Él, permanecer para siempre ante el Padre Dios en su Gloria. A nosotros corresponde sólo tener la apertura necesaria para que esa salvación no se quede en una simple oferta de la que escucharíamos hablar, pero que rechazaríamos por no querer que el mal salga de nosotros.
Abramos nuestro corazón a Dios para que, por el mismo Cristo, seamos transformados en Él en criaturas nuevas.
La Eucaristía nos reúne, de todas las razas, condiciones sociales y culturas en torno a Cristo.
La Eucaristía no es patrimonio de un pueblo, de una raza, de una cultura, de una élite social.
La Eucaristía pertenece a todos y, por ningún motivo, puede celebrarse condicionada para su participación en ella.
Las Eucaristías para grupos restringidos donde no caben otras personas, las Eucaristías celebradas para participar en ellas entrando con invitaciones o boletos de pase, son un insulto a la universalidad del amor salvador de Dios.
Cristo llega a todos; el Señor convoca incluso a los más grandes pecadores para tener misericordia de ellos. Él nos quiere a todos sin la mancha de la maldad, del egoísmo, de aquello que muchas veces ha sido ocasión de división entre nosotros.
Entrar en comunión con Cristo nos lleva a entrar en comunión con nuestro prójimo sin cortapisas, sin ninguna clase de fronteras ni condicionamientos.
Expulsar al demonio de nosotros y abrirle las puertas al Redentor, significará que seremos capaces de convivir en paz unos con otros.
Quien es esclavo de sus pasiones, de sus egoísmos, de sus miradas miopes, no puede vivir la amplitud del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo, y que debe convertirse en nuestra forma de proceder desde que, por la fe y el bautismo, nos hemos hecho uno en Cristo.
El pecado, al separarnos de Dios también nos separa de nuestro prójimo; y aun cuando vivamos cercanos los unos de los otros, vivimos como extraños; más aún vivimos tratando de aprovecharnos de nuestro prójimo y de someterlo a nuestro dominio, pues el amor de Dios no habita en nosotros y, por eso, somos incapaces de vivir el amor fraterno.
Aquel pedirle a Jesús que se retire del territorio de los gadarenos está simbolizando a todos aquellos que rechazaron a Jesús y lo trataron de silenciar clavándolo en una cruz. Ojalá y nosotros no hagamos lo mismo, sino que nos dejemos liberar por Él de nuestras esclavitudes a la maldad y al egoísmo, y podamos proclamar el Nombre del Señor, no sólo con nuestras palabras, sino con actitudes de amor, y de servicio nacidos de ese amor.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que, libres de la maldad, podamos continuar siendo constructores de su Reino para que, libres de la esclavitud al pecado y a sus consecuencias, podamos caminar hacia el encuentro definitivo con Él, unidos como hermanos. Amén.


Homilia  catolica.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario