miércoles, 19 de julio de 2017


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIÉRCOLES 19 DE JULIO DE 2017
XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Ex 3, 1-6. 9-12;Sal 102; Mt 11, 25-27





ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Os 2, 21-22

El Señor se desposó con ella para siempre en la fidelidad y en la misericordia.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que concediste a la beata María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco la gracia de imitar a Cristo pobre y humilde, concédenos, por su intercesión, caminar con fidelidad, viviendo nuestra propia vocación, para que logremos alcanzar la perfección que nos has propuesto en tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Se le apareció el Señor en una llama que salía de un zarzal.

Del libro del Éxodo: 3, 1-6. 9-12

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro, Jetró, sacerdote de Madián. En cierta ocasión llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, el monte de Dios, y el Señor se le apareció en una llama que salía de un zarzal. Moisés observó con gran asombro que la zarza ardía sin consumirse y se dijo: "Voy a ver de cerca esa cosa tan extraña, por qué la zarza no se quema".
Viendo el Señor que Moisés se había desviado para mirar, lo llamó desde la zarza: "¡Moisés, Moisés!" El respondió: "Aquí estoy". Le dijo Dios: "¡No te acerques!
Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada". Y añadió: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob".
Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor le dijo: "El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los oprimen los egipcios. Ahora, ve a ver al faraón, porque yo te envío para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel".
Moisés le dijo entonces a Dios: "¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?" El Señor respondió: "Yo estaré contigo y ésta será la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, ustedes darán culto a Dios en este monte".

Palabra de Dios. 
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 102, 1-2. 3-4. 6-7

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.
El Señor hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad, y sus prodigios al pueblo de Israel. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.

EVANGELIO

Escondiste estas cosas a los sabios y las revelaste a la gente sencilla.

Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 25-27

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios misericordioso, que, despojando a la beata María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco del hombre viejo, te dignaste formar en ella un hombre nuevo conforme a tu imagen, concédenos, propicio, que nosotros, igualmente renovados, te ofrezcamos este sacrificio de reconciliación, agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lam 3, 24-25

El Señor es la parte que me ha tocado en herencia, y buscarlo es mi mayor bien.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Por la eficacia de este sacramento, te rogamos, Señor, que, a ejemplo de la beata María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco, nos conduzcas siempre por el camino de tu amor, y que la obra buena que empezaste en nosotros, la perfecciones, hasta el día en que se manifieste Jesucristo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

MR p. 1071 (1117) / Lecc. II, p. 566

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 66, 2-3

Que Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, vuelva sus ojos a nosotros, para que conozcamos en la tierra tus caminos y los pueblos tu obra salvadora.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, mira la abundancia de tu mies y dígnate enviarle trabajadores, para que tu Evangelio sea anunciado a toda creatura y tu pueblo, congregado por la palabra de vida y sostenido con la fuerza de los sacramentos, avance por el camino de la salvación y de la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:

Dios nuestro, que enviaste a tu Hijo al mundo como luz verdadera, derrama el Espíritu prometido por ti, que siembre sin cesar la semilla de la verdad en los corazones de los hombres y suscite en ellos la obediencia a la fe, para que todos los renacidos a una vida nueva por el bautismo, merezcan entrar a formar parte de tu único pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, el rostro de tu Ungido, que se entregó a sí mismo en redención por todos, para que, por él, tu nombre sea glorificado en todas las naciones, y en todo lugar se ofrezca un único sacrificio a tu majestad, desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Mt 28, 20

Enseñen a todos los pueblos a cumplir lo que les he mandado, dice el Señor. Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que, alimentados con el don de nuestra redención, este auxilio de salvación eterna afiance siempre nuestra fe en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.



REFLEXIÓN
Ex. 3, 1-6. 9-12. Dios, por medio de Moisés, va a cumplir la promesa hecha a sus antiguos padres. Moisés se encuentra como un autodesterrado, lejos de las insidias del Faraón, que quiere acabar con él por haber asesinado a un ciudadano egipcio.
Cuando el hombre es débil, entonces se manifiesta el poder de Dios. Y el Señor llama a Moisés para confiarle la misión de liberar al Pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, y conducirlo hacia la tierra prometida. Moisés ve la grande y grave responsabilidad de la misión que el Señor trata de confiarle y pregunta: ¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel? Pero Moisés no se daba cuenta de que Dios sería quien llevaría a cabo esa liberación; a Moisés sólo le correspondería estar atento a Dios y cumplir con su voluntad. Nuevamente un acto de fe en Dios, a pesar de saberse poca cosa, será lo que hará de Moisés un gran amigo de Dios capaz de contemplar su rostro y ser escuchado por el Señor cuando tenga que interceder por el pueblo rebelde.
No somos nosotros; es el Señor quien actúa por medio nuestro; no nosotros, sino la gracia de Dios con nosotros. Jamás tengamos miedo ante aquello que Dios nos pida, pues no hemos de confiar en nuestras fuerzas, sino en Aquel que siempre estará con nosotros.

Sal. 103 (102). A pesar de nuestras grandes ofensas, Dios siempre está dispuesto a manifestársenos como un Padre lleno de misericordia. Él nos ha creado por amor y nos ha entregado a su propio Hijo, el cual no ha venido a condenarnos, sino a salvarnos, ya que el Hijo Encarnado no está dispuesto a perder nada de lo que el Padre Dios le ha confiado.
Moisés fue testigo de la bondad de Dios y el Pueblo de Israel contempló sus prodigios. Dios no sólo nos habla con un lenguaje de amor, sino que sus obras manifiestan su cercanía a nosotros como un amigo que nos colma de amor y de ternura.
A nosotros corresponde reconocer que no le hemos sido fieles en todo; saber pedirle perdón; iniciar un camino nuevo, guiados por el Espíritu de Dios; y , finalmente, dejarnos amar por el Señor para que Él pueda, en verdad, hacer su obra de salvación en nosotros.

Mt. 11, 25-27. No es en la sabiduría humana, ni en las riquezas temporales donde la Iglesia de Cristo adquiere su firmeza. Jesús agradece a su Padre Dios el que hayan sido los sencillos los escogidos por el mismo Padre para recibir la revelación que nos viene de Él.
El Hijo unigénito, hecho uno de nosotros, escogió lo que el mundo había despreciado, para manifestar ahí el poder amoroso, misericordioso y salvador de Dios. Él ha caminado con los pecadores y los pobres para remediar sus males, para cargarlos sobre sí mismo y redimirlos y darnos nueva vida.
En Jesús tenemos la esperanza colmada de nuestras aspiraciones, pues creyendo en Él tenemos nueva vida y el camino abierto hacia una realización más plena de nuestro ser, llamado a entrar en comunión con el mismo Dios.
En la Eucaristía, que hoy celebramos, el Señor nos ha reunido sin marginar a quienes viven en pobreza, o incluso en grandes pecados que hayan deteriorado, no sólo su organismo, sino su vida interior.
No por ser personas sin pecado, sino sólo por su amor lleno de misericordia, el Señor nos ha reunido en torno suyo para decirnos y manifestarnos cuánto nos ama. Por y para nosotros entrega su vida en este Memorial de su Pascua. Si nuestra presencia es sencilla, con el corazón abierto para que su Palabra llegue a nosotros y rinda fruto abundante, entonces iremos, renovados por su Gracia, a darle un nuevo rumbo a nuestra vida personal, a nuestra vida familiar, laboral y social.
No podemos buscar a Dios con una mente y un corazón orgullosos. Dios se esconde de los pagados de sí mismos y se revela a quienes le buscan con un corazón humilde y sincero.
No buscamos a Dios para gritar a los cuatro vientos que somos maestros de aquello que hemos descubierto. Buscamos a Dios para entrar en amistad con Él, para escuchar su Palabra y ponerla en práctica, para dejarnos guiar por su Espíritu, a quien le damos alojo en nuestra propia vida.
El mundo no necesita una Iglesia que sólo tenga conocimientos, interpretaciones muy sublimes de la Escritura, necesita testigos que continúen la obra de salvación de Jesús que, hoy, por medio de su Iglesia, sigue caminando entre los que sufren para reconfortarlos; entre los pecadores para llamarlos a la conversión, perdonarlos y unirlos con Dios; entre los pobres para socorrerlos; entre los desvalidos, para darles voz en favor de sus derechos fundamentales.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la capacidad de poder caminar con sencillez en la presencia de Dios, guiados únicamente por su Espíritu y aprender a estar al servicio de la salvación de nuestros hermanos. Amén.

Homilia  catolica.-


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