martes, 11 de julio de 2017



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIÉRCOLES 12 DE JULIO DE 2017
XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Gén 41, 55-57; 42, 5-7. 14-24; Sal 32; Mt 10, 1-7



ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 104, 3-4

Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes; busquen su rostro sin descanso.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que merezcamos alcanzar lo que nos prometes, concédenos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Con razón estamos sufriendo ahora, porque pecamos contra nuestro hermano.

Del libro del Génesis: 41, 55-57; 42, 5-7. 17-24

En aquellos días, en todo el país de Egipto hubo hambre, y el pueblo clamó al faraón, pidiéndole pan. El faraón le respondió al pueblo: "Vayan a José y hagan lo que él les diga". Entonces José mandó abrir todas las bodegas y abasteció de víveres a los egipcios. Y como el hambre se extendiera por toda la tierra, de todos los países iban a Egipto para comprar víveres a José y remediar la carestía. Los hijos de Jacob, junto con otros, fueron también a Egipto a comprar víveres, pues había hambre en el país de Canaán. José gobernaba en todo Egipto y los víveres se distribuían a todo el mundo, según sus indicaciones. Llegaron los hermanos de José y se postraron en su presencia. Al verlos, José los reconoció, y sin embargo, como a desconocidos, les preguntó con severidad: "¿De dónde vienen?" Ellos respondieron: "Venimos de Canaán a comprar provisiones". José los acusó de ser espías y durante tres días los metió en la cárcel.
Al tercer día José los mandó sacar y les dijo: "Yo también temo a Dios. Si hacen lo que les voy a decir, salvarán su vida. Si son gente de bien, uno de ustedes se quedará detenido en la prisión, mientras los demás van a llevar a sus casas las provisiones que han comprado. Luego me traen a su hermano menor, para que pueda yo comprobar si me han dicho la verdad. Así no morirán".
Ellos estuvieron de acuerdo y se decían los unos a los otros: "Con razón estamos sufriendo ahora, porque pecamos contra nuestro hermano José, cuya angustia veíamos, cuando nos pedía que tuviéramos compasión de él, y no le hicimos caso. Por eso ha caído sobre nosotros esta desgracia". Rubén añadió: "¿No les decía yo que no le hiciéramos daño al niño y no me hicieron caso? Ahora nos están pidiendo cuentas de su vida".
Como estaban hablando por medio de un intérprete, ellos ignoraban que José les entendía. Entonces José se alejó de ellos y rompió a llorar.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 32, 2-3. 10-11. 18-19

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos; cantemos en su honor nuevos cantares, al compás de instrumentos alabémoslo. R/.
Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios. Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen yen su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mc 1, 15
R/. Aleluya, aleluya.

El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio. R/.

EVANGELIO

Vayan en busca de las ovejas perdidas en la casa de Israel.

Del santo Evangelio según san Mateo: 10, 1-7

En aquel tiempo, llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos del Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayan a tierra de paganos, ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, los dones que presentamos a tu majestad, para que lo que hacemos en tu servicio esté siempre ordenado a tu mayor gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 19, 6

Nos alegraremos en tu victoria y cantaremos alabanzas en el nombre de nuestro Dios.

O bien: Ef 5, 2

Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda agradable a Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que tus sacramentos, Señor, produzcan en nosotros todo lo que significan, para que lo que ahora celebramos en figura lo alcancemos en su plena realidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.



REFLEXION
Gen. 41, 55-57; 42, 5-7. 17-24. José, el soñador. Nada ni nadie pudo quitar de su mente lo que Dios había sembrado en él. José, hombre de fe en que Dios le cumpliría sus promesas. José tuvo que pasar por la amargura de ser vendido por sus hermanos, de ser encarcelado por un crimen no cometido. José, confiado en Dios siguió los caminos incomprensibles del Señor y se sometió a su voluntad.
Los caminos parecían tortuosos, pero era la única forma en que el Faraón llegaría a saber de José y lo acreditaría como hombre guiado por el Espíritu de Dios. Después de sufrir, fue colocado al frente de la nación más poderosa de esa región.
Ser pacientes; caminar sin desesperase aun en los momentos en que pareciera que Dios se ha olvidado de nosotros; serle fieles en la noche oscura y esperar que vuelva a ser de día para que todo se aclare: eso es parte de la vida, del caminar de quien ha depositado su fe y su confianza en Dios.
Cristo, después de grandes sufrimientos ahora Vive y Reina por los siglos de los siglos, sentado a la diestra de la Gloria de Dios Padre.
Si tomamos nuestra cruz y lo seguimos, reinaremos con Él.

Sal. 33 (32) Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos.
El día que decidimos libremente poner nuestra vida en manos de Dios, debimos también estar dispuestos a hacer en todo su voluntad.
La oración que decimos en el Padre nuestro: Hágase tu voluntad, no puede pronunciarse de un modo mecánico, sino con la conciencia de permitirle al Señor que sea Él quien, conforme a su plan de salvación en nosotros, nos conduzca a la posesión de la perfección que Él quiere en nosotros.
Recordemos en los momentos arduos de nuestra vida que el Señor cuida de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.

Mt. 10, 1-7. La proclamación del Evangelio que hacen los apóstoles por mandato de Jesús, dirigiéndose a las ovejas perdidas de Israel, anuncia la misión que de modo definitivo Él les confiará antes de su Ascensión; entonces ellos continuarán la obra del Señor que no ha venido a buscar a los justos, sino a los pecadores.
Ya ahora inician un primer ejercicio de este apostolado.
Si recordamos la historia personal de cada uno de los doce veremos que en verdad Dios escogió lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha escogido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes; ha elegido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para aniquilar a quienes creen que son algo. Ellos no pueden perder la conciencia de desde dónde los llamó el Señor. Cuando anuncien el Evangelio buscando a las ovejas perdidas y llamándolas a la conversión, lo harán desde la propia experiencia de sentirse amados por Dios, comprendidos y perdonados por Él.
Ellos han estado junto a Jesús no sólo para ver lo que hizo, sino para ser los primeros en sentirse amados y objetos de la misericordia divina. Lo que sus ojos vieron, lo que sus oídos escucharon, lo que sus manos tocaron, lo que ellos experimentaron acerca del Hijo de Dios, eso es lo que anunciarán por todo el mundo.
Ese camino, esa experiencia debe ser la nuestra, para no ser portadores de fábulas, sino del amor misericordioso que Dios nos ha manifestado por medio de su Hijo Jesús a cada uno de nosotros.
El hombre siempre soñó llegar a ser como Dios. Para darle curso a esos sueños quiso posesionarse del poder sobre los demás hombres, para sentirse como aquel a quien todo y todos le están sometidos. Estando en el poder mandó, incluso, hacer estatuas suyas obligando a sus súbditos a ofrecerles culto. Ante la presencia del poderoso todos ponían la frente en el suelo en señal de adoración y sumisión.
Queriendo contemplar a Dios otros pretendieron construir una torre para llegar hasta el mismo cielo. Otros se ejercitaron física y mentalmente para unirse con la divinidad. Sin embargo todos esos planes no han logrado divinizarnos.
Dios, por medio de su Hijo hecho uno de nosotros, se ha convertido en el único camino que nos conduce a la perfección en Él. Su camino es el de la entrega, el de la cruz; era necesario que el Hijo del hombre padeciera todo esto para entrar, así, en su gloria.
En esta Eucaristía entramos en comunión con esa vida que Dios nos ofrece en Jesús, su Hijo. No podemos sólo recibir al Señor por costumbre; ante Él hemos de renovar nuestro compromiso de vivir como Él, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por nosotros; pues quien de nosotros quiera ser importante debe convertirse en el servidor de todos; quien lo haga por amor poseerá la misma perfección de Dios.
A pesar de sentirnos perseguidos, debemos permanecer confiados en Dios. Proclamar su Evangelio, ser signos vivos de Él no es algo sencillo. Muchos han sido perseguidos por Cristo; muchos fueron muertos por quienes creyeron que así daban culto a Dios.
Jesús nos ha enseñado a orar por los que nos persiguen y maldicen, para que, una vez convertidos, también ellos puedan confirmar en la fe a sus hermanos y dejen de ser portadores de la maldad.
No es sencillo amar; es fácil amar a quienes nos aman y a quienes nos hacen el bien. Sin embargo el Señor no nos envió a llevar su salvación a quienes ya viven en la justicia y en la paz, sino a las ovejas perdidas, a quienes abandonaron el camino del bien, a quienes se dispersaron en un día de nubarrones y tinieblas. Buscarlos, invitarlos a retornar al camino del bien, del amor, de la justicia, de la paz, puede costarnos la vida; pues hay muchos que se han embotado en la maldad.
Encontrar a los pandilleros, a los drogadictos, a los tratantes de blancas, a los narcotraficantes, a los secuestradores, a los que se apoderan de lo que no les pertenece con el afán de asegurar su futuro, aun cuando para ello tengan que asesinar inocentes; llamarlos al camino de la conversión podrá generar desprecios y burlas; podrá incluso poner en riesgo nuestra vida. Sin embargo Dios nos envió a salvar lo que estaba perdido, no a sentarnos cómodamente detrás de un escritorio atendiendo, instruyendo, sintiéndonos seguros con las ovejas que ya están en casa.
Cuando al final corramos la misma suerte de Jesús entenderemos que Dios cumplió su plan de salvación en nosotros, y que, como testigos de su Evangelio, podremos, unidos a Cristo, convertirnos en fuente de vida y salvación para todos los hombres.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de no perder la fe; de caminar con la mirada puesta en Él, cueste lo que cueste. Que con la fuerza de su Espíritu podamos, llevando a nuestros hermanos que estaban perdidos, gozar junto con ellos de los bienes que Dios ha reservado para todos los que le aman y le viven fieles. Amén.

Homilia catolica.-


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