jueves, 1 de junio de 2017




LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 01 DE JUNIO DE 2017    
SEPTIMA SEMANA DE PASCUA

Hech 22, 30; 23, 6-1; Sal 15; Jn 17, 20-26



ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 118, 85. 46

Los soberbios me tendieron trampas y no hicieron caso de tu ley. Hablaré de tus preceptos ante los poderosos y no me avergonzaré. (T. P. Aleluya)

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por la locura de la cruz enseñaste admirablemente al mártir san Justino la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por su intercesión, que rechazando los engaños del error, obtengamos la firmeza de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Tendrás que dar testimonio de mí en Roma.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 22, 30; 23, 6-11

En aquellos días, el comandante, queriendo saber con exactitud de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó que le quitaran las cadenas, convocó a los sumos sacerdotes y a todo el sanedrín, y llevando consigo a Pablo, lo hizo comparecer ante ellos.
Como Pablo sabía que una parte del sanedrín era de saduceos y otra de fariseos, exclamó: "Hermanos: Yo soy fariseo, hijo de fariseos, y me quieren juzgar porque espero la resurrección de los muertos".
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, que ocasionó la división de la asamblea. (Porque los saduceos niegan la otra vida, sea de ángeles o de espíritus resucitados; mientras que los fariseos admiten ambas cosas.) Estalló luego una terrible gritería y algunos escribas del partido de los fariseos, se pusieron de pie y declararon enérgicamente: "Nosotros no encontramos ningún delito en este hombre. ¿Quién puede decirnos que no le ha hablado un espíritu o un ángel?"
El alboroto llegó a tal grado, que el comandante, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó traer a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
En la noche siguiente se le apareció el Señor a Pablo y le dijo: "Ten ánimo, Pablo; porque así como en Jerusalén has dado testimonio de mí, así también tendrás que darlo en Roma". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 15, 1-2a.5 7-8. 9-10.11
R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con El a mi lado, jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 17, 21
R/. Aleluya, aleluya.

Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, somos uno. Así el mundo creerá que tú me has enviado, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

Que su unidad sea perfecta.

Del santo Evangelio según san Juan: 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:

"Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la Palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.
Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, celebrar dignamente estos misterios, que san Justino con tan vigorosa fuerza defendió. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. 1 Co 2, 2

Nunca me precié de otra cosa cuando estuve entre ustedes, que de conocer a Jesucristo, y a éste crucificado. (T. P. Aleluya)

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Fortalecidos, Señor, con el alimento celestial, te suplicamos humildemente que, siguiendo las enseñanzas de san Justino, mártir, perseveremos siempre en acción de gracias por los dones recibidos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN
Hech. 22, 30; 23, 6-11. Pablo parece cumplir muy bien aquellas palabras de Jesús: Sean astutos como las serpientes y sencillos como las palomas. Pablo no utiliza argucias mentirosas; utiliza la verdad sobre su realidad personal y sobre la fe recibida en el fariseísmo acerca de la resurrección de los muertos, y que ha demostrado ser el camino correcto dado el acontecimiento de la Resurrección de Cristo; en cambio, con ese mismo acontecimiento, los saduceos han quedado atrás como personas que no tienen la razón en la fe.
Y, en verdad, si Cristo no ha resucitado, vana sería nuestra fe y seríamos los más miserables de todos los hombres.
Ser testigos de la resurrección de Cristo no es algo que se limite a un lugar; hemos de ser testigos de Cristo tanto en el templo como fuera de Él; entre los hermanos por la fe, como entre aquellos que rechazan a Cristo o que nunca han oído hablar de Él. Dios nos ha llamado para enviarnos a proclamar su Evangelio por todo el mundo.

Sal. 16 (15). Dios es la Verdad. Dios, creador de todo, conoce hasta los secretos más profundos de las cosas y de nuestro corazón; más aún, el Espíritu lo escudriña todo, incluso las profundidades de Dios; y nosotros hemos recibido el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios gratuitamente nos ha dado.
Así podemos en realidad decir que el Señor es la parte que nos ha tocado en herencia, nuestra vida está en sus manos. Si permanecemos con Él y Él en nosotros, jamás tropezaremos.
Conociendo el camino del Señor y siguiéndolo con amor obediente, al final, junto con Cristo, seremos saciados de gozo en la presencia del Señor y de alegría perpetua junto a Él.

Jn. 17, 20-26. Jesús pide por aquellos que creerán en Él por la palabra y el testimonio de sus enviados a todo el mundo y a todos los tiempos. Pide que todos seamos uno, como el Padre y Él son uno. Sólo así el mundo creerá, pues uno será el Señor, una la fe, uno sólo el bautismo, uno sólo el Dios y Padre de todos.
Es cierto que en el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, hay una diversidad de miembros con una diversidad de funciones y carismas; no todos vamos a desempeñar la misma función; la unidad en la Comunidad no se vive en la uniformidad, sino en la comunión donde vivimos en el amor fraterno poniéndonos al servicio de los demás conforme a la Gracia recibida. Sólo así caminaremos hacia nuestra glorificación en Cristo. Glorificación que consiste en amar como nosotros hemos sido amados, pues amar hasta dar nuestra propia vida, es la mejor forma de dar a conocer al mundo el Amor que Dios nos ha manifestado en su Hijo Jesús.
En la Eucaristía vivimos la Glorificación de Cristo, que pasando por la muerte, ahora vive, sentado a la diestra de su Padre Dios. En cada Eucaristía Jesús nos sigue dando a conocer el Nombre del Padre Dios, que es amor, bondad, misericordia.
Aquí vivimos la unidad en torno a Cristo; sólo el amor a Dios y el amor fraterno son dignos de crédito cuando hablamos de la necesidad de creer en Cristo, pues ¿qué otra cosa buscamos, cuál es la meta final que pretendemos al creer en Él?
Si el amor de Cristo está en nosotros, caminemos a la luz de ese amor.
En nuestra vida ordinaria seamos constructores de paz, seamos signo de unidad.
Quien odia a su hermano, quien genera guerras fratricidas, quien desprecia a su prójimo, quien lo oprime o destruye, ese no ha nacido de Dios, pues Dios es Amor; y sabemos que el que ama no hace daño a quienes ama, sino que les hace el bien, e incluso da la vida por ellos.
Si queremos que el mundo crea en Cristo, démosle razón del por qué creer en Él; demos razón de nuestra fe en Cristo; demos razón de nuestra esperanza.
No podemos proclamar el Nombre del Señor y vivir como si Dios no habitase en nuestros corazones.
Que todo el mundo sea capaz de conocer, por medio de la Iglesia, la gloria de Dios, esa gloria que se manifiesta en el amor que llega hasta dar la vida sin reservas.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir y caminar en la autenticidad de nuestra fe, para que nuestro Sí a la alianza con Cristo mediante el cual entramos en comunión con Dios, no se nos quede en vana palabrería, sino que nos impulse a vivir y a caminar en el amor, hasta que, después de pasar por nuestra propia cruz, seamos glorificados junto con su Hijo a su diestra para siempre. Amén.

Homilia  catolica


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