miércoles, 7 de junio de 2017



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIÉRCOLES 07 DE JUNIO DE 2017
NOVENA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO-A-

Tob 3, 1-11. 16-17; Mc 12, 18-27


ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 12, 42

Éste es el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.

ORACIÓN COLECTA

Señor, Dios, que en tu inefable providencia te dignaste elegir a san José como esposo de la santísima Madre de tu Hijo, concédenos que merezcamos tener como intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El Dios de la gloria escuchó las súplicas de Sara y de Tobit.

Del libro de Tobías: 3, 1-11. 16-17

En aquellos días, Tobit, profundamente afligido, oró entre sollozos, diciendo: "Señor, tú eres justo y tus obras también son justas. Siempre procedes con misericordia y lealtad. Tú eres el juez del mundo. Acuérdate de mí, Señor, y ten piedad de mí. No me castigues por mis pecados, no tomes en cuenta mis faltas ni las de mis padres. Porque desobedecimos tus mandatos nos entregaste al saqueo, al destierro y a la muerte; nos hiciste objeto de las murmuraciones, las burlas y el desprecio de las naciones entre las cuales nos dispersaste. Señor, tu castigo es verdaderamente justo, porque ni mis padres ni yo hemos cumplido tus mandamientos ni hemos sido leales contigo.
Haz de mí lo que quieras, Señor: quítame la vida, hazme desaparecer y volver al polvo, pues más me vale morir que vivir, porque me han llenado de insultos y estoy hundido en la tristeza. Líbrame ya, Señor, de esta desgracia, envíame al descanso eterno y no te alejes de mí. Pues más me vale morir que vivir sufriendo tantas desgracias y escuchando tantos insultos".
Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, que vivía en la ciudad de Ecbatana, en la provincia de Media, tuvo que soportar los insultos de una esclava de su padre, porque Sara se había casado siete veces y Asmodeo, el malvado demonio, había matado a todos sus maridos, apenas se acercaban a ella. Así pues, la esclava le dijo: "¡Tú eres la que estrangulas a tus maridos!
Te has casado con siete y no has disfrutado a ninguno. ¿Por qué te desquitas con nosotras por la muerte de tus esposos? Vete a donde están ellos y que nunca veamos ni un hijo ni una hija tuyos". Sara se entristeció tanto, que comenzó a llorar y subió al segundo piso de su casa, con intención de ahorcarse. Pero reflexionó: "No lo haré, no vaya a ser que la gente insulte a mi padre, diciéndole que su hija única, tan querida, se ahorcó de dolor y sea yo así la causa de que mi padre se muera de tristeza. Más vale que no me ahorque, sino que le pida al Señor que me envíe la muerte, para que no tenga que escuchar ya tantos insultos durante mi vida". Entonces levantó sus manos hacia el cielo e invocó al Señor Dios. En aquel instante, el Dios de la gloria escuchó las súplicas de Sara y de Tobit, y envió al ángel Rafael a curarlos: a Tobit, quitándole las manchas blancas de los ojos, a fin de que pudiera ver la luz de Dios, y a Sara, hija de Ragüel, librándola del malvado demonio Asmodeo, para darla como esposa a Tobías, hijo de Tobit, pues Tobías tenía más derecho a casarse con ella que todos los que la habían pretendido.

Palabra de Dios. 
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 24,2-4a. 4b-Sab. 6-7bc. 8-9.
R/. A ti, Señor, levanto mi alma.

A ti, Señor, levanto mi alma; mi Dios, en ti confío, no quede defraudada mi confianza ni se burlen de mí mis enemigos. R/.
Nadie que haya confiado en ti ha quedado jamás decepcionado. Quienes a Dios traicionan por los ídolos, ésos sí quedarán decepcionados. R/.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina, tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. R/.
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. R/.
Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 11, 25. 26
R/. Aleluya, aleluya.

Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no morirá para siempre. R/.

EVANGELIO

Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 18-27

En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió, para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete".
Jesús les contestó: "Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados".

 Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al prepararnos a ofrecerte, Padre santo, este sacrificio de alabanza, te suplicamos que para cumplir la misión que nos has confiado nos ayude la intercesión de san José, a quien concediste cuidar en la tierra, haciendo las veces de padre de tu Unigénito, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 25, 21

Alégrate, siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados con este sacramento que da vida, te rogamos, Señor, que nos concedas vivir para ti en justicia y santidad, a ejemplo y por intercesión de san José, el varón justo y obediente que contribuyó con sus servicios a la realización de tus grandes misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXION
Tob. 3, 1-11. 16-17. Hay situaciones límite. La persona se siente encajonada, sin posibilidad de salir, sin luz y sin esperanza. Pareciera que no hay otro remedio de escapar sino a través de la muerte; y si la persona no quiere suicidarse por razones de fe o de no causar dolor a los demás, se pretende que sea Dios mismo quien tome la iniciativa, y se le pide la muerte para verse libre del dolor, de la desesperación, de la angustia que agobia a la persona en ese momento. Más que buscar a Dios para retomar el camino de la vida, se le ve, en esos momentos como motivo de refugio y de escape eludiendo la propia realidad, que no quiere seguirse experimentando más. Pero Dios tiene su plan de salvación sobre cada uno de nosotros. Y a pesar de que muchas veces pudiéramos clamar a Él diciéndole que por qué nos ha abandonado, Él siempre nos dará muestras de que está junto a nosotros como un Padre lleno de amor y de ternura para con sus hijos. Por eso aprendamos a confiarnos totalmente en el Señor y a dejarnos guiar por su Espíritu, dispuestos siempre a hacer en todo su voluntad. Entonces nos estaremos encaminando con seguridad hacia nuestra verdadera liberación y hacia la posesión de los bienes definitivos.
 
Sal. 25 (24). ¿Quién de nosotros puede decir que no tiene pecado? Por eso, contritos y humillados acudamos al Señor para pedirle que tenga compasión de nosotros, y nos libre de la mano de nuestros enemigos y de todos los que nos odian. Dios, nuestro Padre, ha vuelto su mirada compasiva hacia nosotros. A Él no se le ocultan nuestros pecados. Pero Él jamás nos ha abandonado, sino que ha salido, como el Buen Pastor por medio de su propio Hijo, a buscar y a salvar todo lo que se había perdido, pues Él no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Por eso acudamos al Señor pidiéndole que, además de perdonarnos, nos descubra sus caminos y nos guíe con la verdad de su doctrina, para que no sólo lo llamemos Padre con los labios, sino para que vivamos realmente como hijos suyos con una vida intachable, no solamente por vivir libres del pecado, sino por convertirnos en testigos de su amor para nuestros hermanos, procurando el bien de ellos en todo, con un amor sincero a la altura de como nosotros hemos sido amados por el Hijo de Dios.
 
Mc. 12, 18-27. No podemos trasladar las categorías de este mundo a la vida eterna, como no pueden trasladarse las del camino por el desierto a la posesión de la tierra prometida. Lo anterior sólo fue un camino, con sus limitaciones, necesidades y esperanzas. La posesión de lo que se esperaba deja atrás todo aquello que sólo sirvió como instrumento para llegar a poseer aquello que estaba en el horizonte de nuestra vida. Dios es Dios de vivos y no de muertos. El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo ha levantado a su Hijo victorioso sobre la muerte, y lo ha constituido en Señor de todo lo creado. Ahora Él, habiendo padecido, ha entrado en su gloria para siempre. Y nuestro camino por este mundo nos hace vivir como en tiempos de Noé y como será al final del tiempo: “La gente comía, bebía y se casaba.” Y esto porque estamos sujetos a las necesidades propias de nuestra naturaleza humana. Pero cuando seamos glorificados junto con Cristo seremos semejantes a Dios y no tendremos necesidad de lo pasajero, pues cuando Cristo entregue el Reino a su Padre entonces Dios será todo en todas las cosas, y este mundo habrá pasado con toda su problemática y contingencia.
La Iglesia de Cristo se une al Sacrificio Redentor de su Señor en la celebración de este Memorial de su Pascua. Hoy venimos como hermanos, unidos en Cristo por un mismo Espíritu. A pesar de ser muchos formamos un sólo cuerpo y el Señor quiere salvarnos para que permanezcamos con Él para siempre. Pero mientras llega ese momento nos unimos a Cristo y a nuestros hermanos mediante esta Alianza de amor que estamos celebrando. Y ciertamente aun cuando no podemos vivir ahora como los ángeles de Dios pues hemos de cumplir con una diversidad de tareas en los diversos ambientes en que se desarrolle nuestra vida, sin embargo hemos de vivir como los ángeles de Dios por la pureza de nuestras costumbres y por el testimonio de amor que hemos de dar a todos los que nos rodean. Por eso, reconociendo nuestra fragilidad, le pedimos a Dios que nos conceda la gracia de no dejarnos dominar por las cosas pasajeras, sino que, desde ellas, elevemos nuestra mirada hacia la herencia que nos corresponde como hijos de Dios.
No podemos eludir la vida con todas sus responsabilidades y con su carga de dolor y sufrimiento. No podemos anhelar en esta vida la realización de nuestra existencia al margen de momentos arduos y difíciles. Sin embargo no podemos desanimarnos y dejar que otros realicen las tareas que a nosotros corresponde. Por eso hemos de pedirle a Dios que nos conceda la presencia de su Espíritu Santo en nosotros para que nos fortalezca y nos ayude a vivir como hijos de Dios, llenos de amor, de fidelidad, de paz y de alegría, buscando no sólo nuestros propios intereses sino el bien de todos los que nos rodean. Demos testimonio de una vida nueva, de una vida renovada en Cristo Jesús, de tal forma que, sin eludir nuestras responsabilidades temporales, demos razón de nuestra esperanza con una vida que apunte siempre hacia la plena realización del Reino de Dios entre nosotros.
Roguémosle a Dios que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber luchar constantemente por el bien de nuestros hermanos, manifestando así que, siendo hijos de Dios, no nos conformamos con escuchar al Señor sino en poner en práctica su Palabra, buscando el bien y la salvación de todos. Amén.
 
Homilia  catolica.-


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