LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO
15 DE DICIEMBRE DE 2013
DOMINGO
IIIº DE ADVIENTO
Domingo
Gaudete o Domingo de la Alegría
LECTURA
DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS 35,1-6.10
Esto
dice el Señor: “Regocíjate, yermo sediento. Que se alegre el desierto y se
cubra de flores, que florezca como un campo de lirios, que se alegre y dé
gritos de júbilo, porque le será dada la gloria del Líbano, el esplendor del
Carmeloy del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro
Dios. Fortalezcan las manos cansadas, afiancen las rodillas vacilantes. Digan a
los de corazón apocado: ‘¡Animo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y
justiciero, viene ya para salvarlos’. Se iluminarán entonces los ojos de los
ciegos, y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará como un ciervo el cojo, y
la lengua del mudo cantará. Volverán a casa los rescatados por elSeñor, vendrán
a Sión con cánticos de júbilo, coronados de perpetua alegría; serán su escolta
el gozo y la dicha, porque la pena y la aflicción habrán terminado”.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL 145, 6-10
R Ven, Señor, a salvarnos.
El
Señor siempre es fiel a su palabra,
y
es quien hace justicia al oprimido;
él
proporciona pan a los hambrientos y
libera
al cautivo /R
Abre
el Señor los ojos de los ciegos y
alivia
al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y
toma
al forastero a su cuidado /R
A
la viuda y al huérfano sustenta y
trastorna
los planes del inicuo.
Reina
el Señor eternamente.
Reina
tu Dios, oh Sión, reina por siglos /R
LECTURA
DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO 5,7-10
Hermanos:
Sean pacientes hasta la venida del Señor. Vean cómo el labrador, con la
esperanza de los frutos preciosos de la tierra, aguarda pacientemente las
lluvias tempraneras y las tardías. Aguarden también ustedes con paciencia y
mantengan firme el ánimo, porque la venida del Señor está cerca.
No
murmuren, hermanos, los unos de los otros, para que el día del juicio no sean
condenados. Miren que el juez ya está a la puerta. Tomen como ejemplo de
paciencia en el sufrimiento a los profetas, los cuales hablaron en nombre del
Señor.
Palabra
de Dios.
LECTURA DEL SANTO
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11,2-11
En
aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las
obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: “¿Eres tú el
que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”
Jesús
les respondió: “Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen,
los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquél
que no se sienta defraudado por mí”.
Cuando
se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:
“¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya
que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A
ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; y a uno que es todavía más que profeta.
Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya
delante de ti y te prepare el camino. Yo les aseguro que no ha surgido entre
los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el
más pequeño en el Reino de loscielos, es todavía más grande que él”.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
PALABRAS
DEL PAPA FRANCISCO ANTES DEL ANGELUS EL DOMINGO 15 DE DICIEMBRE DE 2013
“Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy
es el tercer domingo de Adviento, denominado también ‘domingo Gaudete’, domingo
de la alegría. En la liturgia resuena en repetidas ocasiones la invitación a la
alegría, a alegrarse, porque el Señor está cerca. ¡La Navidad está cerca! El
mensaje cristiano se llama "evangelio", es decir "buena
noticia", un anuncio de alegría para todo el pueblo; ¡la Iglesia no es un
refugio para personas tristes, la Iglesia es la casa de la alegría! Y aquellos
que están tristes, encuentran en ella la alegría. Encuentran en ella la
verdadera alegría.
Pero
la del Evangelio no es una alegría cualquiera. Encuentra su razón en el saberse
acogidos y amados por Dios. Como nos recuerda hoy, el profeta Isaías (cf.
35,1-6ª. 8a.10), Dios es el que viene a salvarnos y presta socorro
especialmente a los descorazonados. Su venida entre nosotros nos fortalece, nos
da firmeza, nos dona coraje, hace exultar y florecer el desierto y la estepa,
es decir, nuestra vida cuando se vuelve árida. ¿Y cuándo se hace árida nuestra
vida? Cuando está sin el agua de la Palabra de Dios y de su Espíritu de amor.
Por grandes que puedan ser nuestros límites y nuestra confusión y desaliento,
no se nos permite ser débiles y vacilantes ante las dificultades y ante
nuestras propias debilidades.
Por
el contrario, se nos invita a fortalecer nuestras manos, a hacer firmes
nuestras rodillas, a tener coraje y a no temer, porque nuestro Dios muestra
siempre la grandeza de su misericordia. Él nos da la fuerza para ir adelante.
Él está siempre con nosotros para ayudarnos a ir adelante. ¡Es un Dios que nos
quiere tanto, nos ama, y por eso está con nosotros, para ayudarnos, para
fortalecernos, e ir adelante! ¡Coraje, siempre adelante!
Gracias
a su ayuda, siempre podemos empezar de nuevo. ¿Cómo comenzar de nuevo? Alguno
me puede decir: “No padre, soy un gran pecador, soy una gran pecadora, yo no
puedo recomenzar de nuevo”. ¡Te equivocas! ¡Tú puedes recomenzar de nuevo! ¿Por
qué? ¡Porque Él te espera! ¡Él está cerca de ti! ¡Él te ama! ¡Él es misericordioso!
¡Él te perdona! ¡Él te da la fuerza de recomenzar de nuevo! ¡A todos! Podemos
volver a abrir los ojos, superar la tristeza y el llanto, y cantar un canto
nuevo.
Y
esta alegría verdadera permanece siempre también en la prueba, incluso en el
sufrimiento, porque no es superficial, sino que llega a lo más profundo de la
persona que se encomienda a Dios y confía en Él.
La
alegría cristiana, como la esperanza, tiene su fundamento en la fidelidad de
Dios, en la certeza de que Él mantiene siempre sus promesas. El profeta Isaías
exhorta a aquellos que han perdido el camino y se encuentran en la
desesperación, a confiar en la fidelidad del Señor porque su salvación no
tardará en irrumpir en sus vidas. Cuantos han encontrado a Jesús, a lo largo
del camino, experimentan en el corazón una serenidad y una alegría, de la que
nada ni nadie puede privarlos.
¡Nuestra
alegría es Cristo, su amor fiel e inagotable! Por lo tanto, cuando un cristiano
se vuelve triste, quiere decir que se ha alejado de Jesús. ¡Pero entonces no
hay que dejarlo solo! Tenemos que rezar por él y hacerle sentir la calidez de
la comunidad.
Que
la Virgen María nos ayude a acelerar nuestros pasos hacia Belén para encontrar
al Niño que ha nacido para nosotros, para la salvación y la alegría de todos
los hombres. A Ella el Ángel le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo" (Lc 1, 28 ). Ella nos obtenga vivir la alegría del Evangelio
en las familias, en el trabajo, en las parroquias y en todos los ambientes.
¡Una alegría íntima, hecha de estupor y ternura. La misma que siente una mamá
cuando mira a su niño recién nacido y siente que es un don de Dios, un milagro
que sólo puede agradecer!
Reflexión
JESÚS
VIVE CON NOSOTROS
1.-
Hacen falta profetas en nuestro mundo. Hoy nos encontramos con dos, mejor con
tres si incluimos a Pablo de Tarso. Los tres anuncian la salvación, los tres
animan a tener esperanza, los tres denuncian la injusticia, los tres son
perseguidos por decir la verdad y a los tres les mueve el amor de Dios. El
profeta Isaías anuncia a los desterrados en Babilonia que llegará un día en que
volverán a su tierra y "se despegarán los ojos del ciego, los oídos del
sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo
cantará". Juan el Bautista es el segundo profeta que nos presenta la
Palabra de Dios de este tercer domingo de Adviento. Manda una embajada para
hablar con Jesús y éste le confirma como profeta y más que profeta, el mayor de
los nacidos de mujer.
La
misión de Juan fue preparar el camino del Señor, ser el precursor del Salvador.
Pablo habla de la otra venida del señor al final de los tiempos, la parusía que
creía ya cercana. Insta a tener paciencia como el labrador que espera el fruto
de su cosecha, o los profetas que soportaron con paciencia todos los sufrimientos.
Una lección para nosotros, que tanto nos quejamos por pequeñas cosas, y un
motivo de esperanza.
2.-
Jesús es el auténtico profeta Los discípulos de Juan descubrieron a Jesús por
sus obras: "los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan
limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia
el Evangelio". San Agustín comenta que es como si Jesús dijese "Ya me
veis, reconocedme. Ved los hechos, reconoced al hacedor". Jesús es el
auténtico profeta esperado desde todos los tiempos. El anuncia un mundo nuevo
basado en el amor. Él es quien hace realidad este anuncio aquí y ahora, Él es
el que da la vida por nosotros. Todos los que sufren encuentran alivio,
consuelo y curación ante la presencia de Jesús. Si te encuentras mal, si tus
fuerzas flaquean, si la enfermedad o el cansancio pueden contigo, acude a Él.
Sus palabras son sus obras, míralo y tu vida cambiará. Te convertirás en una
persona nueva. Este el anuncio gozoso que nos trae la venida de Jesucristo al
mundo. Por eso hoy estamos alegres, en este domingo "gaudete".
3.-
Jesús está en el que sufre. Jesús vive con nosotros. Es el lema del Adviento en
nuestra parroquia. Entre la primera y última venida de Jesucristo hay otra
venida que se produce todos los días en nuestra vida. Él está ahí y viene a tu
puerta para que le abras. Es como aquel sastre, Juan era su nombre, que pedía a
Dios que viniese a visitarlo, hasta que un día Dios le dijo que iría a verle.
El buen hombre se levantó muy temprano para recibir la visita del Señor.
Durante la mañana sólo se acercó a él un pobre niño hambriento y tiritando de
frío, al que nuestro hombre regaló uno de sus mejores trajes y le proporcionó
un buen caldo caliente. A mediodía apareció un borracho que no tenía donde
caerse y Juan le metió en su casa, le recostó en su cama y le puso una manta
encima para que no se congelase. Ya al atardecer vio cómo se pelaban dos
mujeres en la calle y él salió de la sastrería y puso paz en medio de ellas.
Juan se acostó defraudado, creyendo que Dios no había cumplido su promesa.
Cuando ya el sueño le vencía escuchó la voz de Dios y Juan le echó en cara que
le hubiera tenido todo el día esperando su venida, pero Dios le respondió que
sí había ido a visitarlo, Él estaba en aquél niño muerto de hambre, en el
borracho y en los dos mujeres que se peleaban. Juan les había ayudado, por eso
supo recibir a Jesús como debe ser: con amor generoso y gratuito. Jesús viene a
nuestra vida cada día, ¿sabremos descubrirle en cada hombre y mujer que pasa
junto a nosotros necesitado de curación? Mirar, acoger, curar son las tres
acciones de cada uno de los tres primeros domingos de adviento.
José
María Martín OSA
www
betania es
¡ALEGRÍA,
ALEGRÍA!
1.-
“Alegría, alegría, alegría… alegría, alegría, y placer; esta noche nace el Niño
en el portal de Belén”. Así comienza un villancico hispano y, en ese tono,
estamos celebrando la liturgia de este domingo tercero de adviento. La alegría,
porque un Niño nos va a nacer, será nuestro secreto, nuestra sonrisa, nuestra
fortaleza en Navidad. Desde ahora, en este domingo, vislumbramos lo que
acontece en Navidad. ¡Ojo! Que nadie sustituya ni nos robe la alegría cristiana
derivándola hacia un puro sentimentalismo de luces, recuerdos y colores. ¿Ok?
Viene,
Dios, a salvarnos. ¿Quién no se alegra cuando, en el incierto o negro
horizonte, aparece una voz amiga o un rostro dispuesto a echar una mano?
Viene,
Dios, y nuestras tristezas y llantos, tendrán un final. ¿Cómo no vamos
alegrarnos cuando, ante nosotros, se levanta todo un muro de incertidumbres,
problemas, impaciencia o dificultades?
--Viene
el Señor, y como canta un Himno litúrgico “Mas entonces me miras…y se llena de
estrellas, Señor, la oscura noche”.
--Domingo
del regocijo. En el mundo, desgraciadamente, no abundan las buenas noticias.
Para una que viene envuelta en alegría, surgen otras tantas que nos sobresaltan
y nos hacen morder el polvo de nuestra realidad: queremos pero no podemos ser
totalmente felices. Lo intentamos, pero con todo lo que tenemos ¡y mira que
tenemos! nos cuesta labrar y conquistar un campo donde pueda convivir el
hombre; vivir el pobre o superarse a mejor el ser humano.
Por
ello mismo, la cercanía de Jesús, nos infunde optimismo e ilusión. Todo queda
empapado, si no permitimos que otros aspectos se impongan al sentido navideño,
por el gusto del aniversario que se avecina: la aparición de Jesús en la
tierra.
2.
¿Deseamos de verdad esa visita del Señor? ¿En qué estamos pensando? ¿En quién
estamos soñando? Porque, para celebrar con verdad las próximas navidades, hay
que tener –no hambre de turrón ni sed de licor- cuanto apetito de Dios. Ganas
de que, su llegada, inunde la relación y la reunión de nuestra familia; motive
e inspire los villancicos; que, su inmenso amor, mueva espontáneamente y en
abundancia nuestra caridad o que, el silencio en el que se acerca hasta
nosotros, haga más profunda y sincera nuestra oración.
Este
Domingo de la alegría nos hace recuperar el brillo de la fe. Las ganas de
tenerle entre nosotros. El deseo de que venga el Señor. La firme convicción de
que, Jesús, puede colmar con su nacimiento la felicidad y las aspiraciones de
todo hombre.
Amigos:
¡sigamos preparando los caminos al Señor! Y, si podemos, lo hagamos con
alegría. Sin desencanto ni desesperación. El Señor, no quiere sonrisas postizas
pero tampoco caras largas. El Señor, porque va a nacer, necesita de adoradores
con espíritu y joviales. ¿Seremos capaces de ofrecerle a un Dios humillado y
humanado, el regalo de nuestra alegría por tenerle entre nosotros? ¿No canta un
viejo adagio aquello de “a un amigo agasájale sobre todo con la alegría de tu
corazón”? ¿No es Jesús un amigo dispuesto a compartirlo todo con nosotros?
Que
nosotros, ya desde ahora, celebremos, gocemos, saboreemos y nos alegremos del
gran banquete del amor que, en tosca madera y por el Padre Dios, va a ser
servido en un humilde portal.
Desde
ahora, amigos, disfrutemos y gocemos con nuestra salvación. Y, como Juan, ojala
que a esa gran alegría, por ser los amigos de Jesús, respondamos –más que con
palabras– con nuestras obras. Es decir, con nuestra vida.
¡ALEGRÍA!
¡OJO CON LOS “CARAS-VINAGRES” DE LOS CUALES NOS PREVENÍA EL PAPA FRANCISCO NO
HACE MUCHO TIEMPO!
Javier
Leoz
Santoral
Santa
Cristiana (Nina), Santa Maria de la Rosa y Beato Carlos Steeb
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