EL EXCESO DE AMOR
VI
Pero, Señor, ¿por qué obráis así? ¿Por qué llegáis hasta este exceso? "Amo a los hombres y me complazco en tenerles a la vista y esperarles; quiero ir a ellos". Deliciae meae. Cifro mis delicias en estar con ellos.
Y, sin embargo, el placer, la ambición, los amigos, los negocios..., todo es preferido a nuestro Señor. A Él ya se le recibirá en último término por viático, si la enfermedad da tiempo. ¿No es esto bastante?
¡Oh Señor! ¿Por qué queréis venir a los que no os quieren recibir y os empeñáis en permanecer con los que os maltratan?.
VII
¿Quién haría lo que hace Jesucristo?
Instituyó su sacramento para que se le glorificase y en él recibe más injurias que gloria. El número de los malos cristianos que le deshonran es mayor que el de los buenos que le honran.
Nuestro Señor sale perdiendo. ¿Para qué continuar este comercio? ¿Quién querría negociar teniendo la seguridad de perder?
¡Ah! Los santos que ven y comprenden tanto amor y tanto rebajamiento deben estremecerse montando en santa cólera y sentirse indignados ante nuestra ingratitud.
Y el Padre dice al Hijo: "Hay que concluir; tus beneficios de nada sirven; tu amor es menospreciado; tus humillaciones son inútiles; pierdes; terminemos."
Mas Jesucristo no se rinde. Persevera y aguarda; se contenta con la adoración y amor de algunas almas buenas. ¡Ah! No dejemos de corresponderle nosotros al menos.
¿No merecen acaso sus humillaciones que le honremos y amemos?
San Pedro Julián Eymard
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