lunes, 4 de abril de 2011

EXCESO DE AMOR -

EL EXCESO DE AMOR

VI

            Pero, Señor, ¿por qué obráis así? ¿Por qué llegáis hasta este exceso? "Amo a los hom­bres y me complazco en tenerles a la vista y esperarles; quiero ir a ellos". Deliciae meae. Cifro mis deli­cias en estar con ellos.
            Y, sin embargo, el placer, la ambición, los amigos, los ne­gocios..., todo es preferido a nues­tro Señor. A Él ya se le recibirá en último término por viático, si la enfermedad da tiempo. ¿No es esto bas­tante?
            ¡Oh Señor! ¿Por qué queréis venir a los que no os quieren recibir y os empeñáis en per­ma­ne­cer con los que os maltratan?.

VII

            ¿Quién haría lo que hace Jesucristo?
            Instituyó su sacramento para que se le glorificase y en él recibe más injurias que gloria. El nú­mero de los malos cristianos que le deshonran es mayor que el de los buenos que le honran.
            Nuestro Señor sale perdiendo. ¿Para qué continuar este comercio? ¿Quién querría ne­gociar teniendo la seguridad de per­der?
            ¡Ah! Los santos que ven y comprenden tanto amor y tanto rebajamiento deben estreme­cerse montando en santa cólera y sentirse indignados ante nues­tra ingratitud.
            Y el Padre dice al Hijo: "Hay que concluir; tus beneficios de nada sirven; tu amor es me­nos­pre­ciado; tus humillaciones son inútiles; pierdes; terminemos."
            Mas Jesucristo no se rinde. Persevera y aguarda; se con­tenta con la adoración y amor de al­gu­nas almas buenas. ¡Ah! No dejemos de corresponderle nosotros al menos.
            ¿No merecen acaso sus humillaciones que le honremos y amemos?

San Pedro Julián Eymard

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