MARZO MES DE SAN JOSE
Ser fiel a los mandamientos
es ofrecer un sacrificio de comunión
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 1-12
Observar la Leyes como presentar muchas ofrendas,
y ser fiel a los mandamientos
es ofrecer un sacrificio de comunión;
devolver un favor es hacer una oblación de harina,
y hacer limosna es ofrecer un sacrificio de alabanza.
La manera de agradar al Señor es apartarse del mal,
y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías,
porque todo esto lo prescriben los mandamientos.
Cuando la ofrenda del justo engrasa el altar,
su fragancia llega a la presencia del Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado
y su memorial no caerá en el olvido.
Glorifica al Señor con generosidad
y no mezquines las primicias de tus manos.
Da siempre con el rostro radiante
y consagra el diezmo con alegría.
Da al Altísimo según lo que Él te dio,
y con generosidad, conforme a tus recursos,
porque el Señor sabe retribuir
y te dará siete veces más.
No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría,
y no te apoyes en un sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez
y no hace distinción de personas.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 49, 5-8. 14. 23
R. ¡El Señor es el único Juez!
Al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios.
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso. R.
«Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio».
¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez! R.
«Escucha, pueblo mío, Yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti: Yo soy el Señor, tu Dios.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!». R.
«Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo.
El que ofrece sacrificios de alabanza me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios». R.
EVANGELIO
Ustedes recibirán en este mundo el ciento por uno,
en medio de las persecuciones;
y en el mundo futuro, la Vida eterna
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 28-31
Pedro le dijo a Jesús: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros».
Palabra del Señor.
Reflexión
Eclo. 35, 1-15. No basta con arrodillarse ante Dios y llamarlo Señor, Señor, para poder decir que uno ya es grato a Él. Mientras su Palabra no vaya dándole un nuevo rumbo a nuestra vida; mientras no permitamos al Señor transformarnos conforme a sus enseñanzas; mientras hagamos nuestros caminos y practiquemos una religión a la medida de nuestros gustos, nos estamos autoengañando en el verdadero camino de la fe.
¿De qué nos serviría buscar al Señor para escuchar su Palabra, si una vez que Él se nos manifiesta y se dirige a nosotros lo dejamos con la palabra en la boca y nos hacemos los desentendidos?
El Señor nos indica que la mejor forma de darle culto a Él es la fidelidad a sus enseñanzas. En ellas nos pide tenerlo sólo a Él como centro de nuestro amor; amarlo no sólo como a nuestro Dios, sino como a nuestro Padre; su vida en nosotros ha de dar frutos de santidad y de justicia.
Por eso, el amor al prójimo, visto como hermano nuestro, equivale a devolverle a Dios lo que Él nos ha dado a nosotros.
Esto no ha de llevarnos a pensar que con el amor al prójimo basta para decir que hemos dado culto al Señor. Hemos de reunirnos en comunidad de alabanza al Padre Dios celebrando, de un modo especial, el Memorial del Señor.
Sin embargo nuestras celebraciones Eucarísticas carecerían de significado si llegáramos con las manos vacías de amor y llenas de maldades y de crímenes. Una ofrenda así ofrecida no sería grata a Dios.
Sal. 50 (49). El Señor se presenta como acusador y juez ante su Pueblo porque éste último no ha sido fiel a la Alianza.
Israel, Pueblo mío/Yo tu Dios, declaro. (Alianza: Yo soy tu Dios/Tú eres mi Pueblo)
El Señor no juzga a su pueblo por falta de sacrificios, que finalmente no sirven de alimento a Dios. Juzga a su pueblo porque se ha maltratado al hermano y se han cometido contra él infinidad de injusticias.
¿Quieres sentir mi amor y protección? cumple con mis mandatos cuando no sólo te pido santificar mi nombre (3 primeros mandamientos), sino también cuando te pido honrar a tu prójimo y velar por él (7 últimos mandamientos). Así el Señor nos recuerda que quien dice amar a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso.
Ante ese juicio divino quienes realmente reconocen su miseria sabrán pedir perdón y se acogerán a la misericordia divina; y pedirán al Señor que les muestre sus caminos para poder seguirlos.
Ese es el sentido del salmo 51 (50) que viene muy unido al salmo meditado en esta Celebración.
Mc. 10, 28-31. Dejarlo todo por Cristo y por el Evangelio tendrá como recompensa el que Dios nos dé a manos llenas y, finalmente, nos conceda la vida eterna.
Lástima que muchos podrían ser demasiado desprendidos con la intención del ciento por uno en esta vida y olvidarse de la consecución de la vida eterna.
Recordemos que sólo somos administradores de los bienes de Dios. No podemos dejar que las cosas se nos peguen.
No buscamos poseer bienes pasajeros. No buscamos las cosas de Dios. Buscamos a Dios; amarlo, servirlo; sentirnos amados por Él es lo único que nos interesa. ¿Será cierto?
¿Nuestra Eucaristía será grata a Dios? Ojalá vengamos a ella desprendidos de todo aquello que, atándonos a lo pasajero, se ha convertido en dios para nosotros.
Ojalá y seamos fieles a la Alianza de amor que el Señor ha sellado con nosotros.
Ojalá y nuestra Eucaristía se prolongue en una diversidad de formas de hacer el bien, de ayudar, de preocuparnos por el bien de nuestro prójimo.
Dios nos quiere a nosotros como ofrenda de suave aroma; y esto sólo se logrará cuando seamos capaces de amar.
Sólo el amor al Señor sobre todas las cosas, amor que nos asemeja a Él y nos hace mirar el sufrimiento de nuestro prójimo para aliviarlo, el pecado de quienes nos rodean para ayudarles a levantarse, las ofensas incluso de quienes nos rechazan para perdonarlos, harán que Dios vuelva su mirada hacia nosotros y nos llame sus hijos amados, en quienes Él se complace.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que en verdad el Espíritu de su Hijo esté con nosotros y nos ayude a asemejarnos a Él para que, amando como Él nos amó, lleguemos a gozar, junto con Él, de la Gloria del Padre eternamente. Amén.
Reflexión de Homiliacatolica . com
Fuente: celebrando la vida . com
* * * * * * * * * * * * * *
Santoral:
Santa Eudoxia, San David y San Albino
* * * * * * * * * * * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario