jueves, 13 de abril de 2017



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES SANTO 13 DE ABRIL DE 2017
MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR

Ex 12,1-8. 11-14; Sal 115; 1 Cor 11,23-26; Jn 13,1-15

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Ga 6, 14

Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él está nuestra salación, nuestra vida y nuestra resurrección, y por él fuimos salvados y redimidos.
Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Prescripciones sobre la cena pascual.

Del libro del Éxodo: 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: "Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18

R/. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.

SEGUNDA LECTURA

Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26

Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.

EVANGELIO

Los amó hasta el extremo.

Del santo Evangelio según san Juan: 13,1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?" Jesús le replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: 'No todos están limpios'.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN: Comienza—con el Triduo Pascual— la conmemoración del misterio de la redención humana realizada por la pasión, muerte y resurrección del Señor. Un día por demás señalado: "jueves único" en el año litúrgico. Si la celebración eucarística es siempre memorial de la muerte y resurrección de Cristo, hoy lo es "mucho más", si cabe la expresión... Entre los temas que destacan en la liturgia: Eucaristía, Sacerdocio ministerial y Amor fraterno, el primero y determinante es la Eucaristía, celebración de la pasión y muerte del Señor hasta que Él vuelva: "nueva pascua" y "banquete sacrificial" del pueblo cristiano, que viene a sustituir a la cena pascual judía, como recuerdo de la liberación de Egipto.

LAVATORIO DE LOS PIES

Los varones designados para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible. El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca. Mientras tanto, se canta alguna de las siguientes antífonas o algún canto apropiado.

ANTÍFONA PRIMERA Cfr. Jn 13, 4. 5. 15

El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.

ANTÍFONA SEGUNDA Jn 13, 6. 7. 8

Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies? Jesús le respondió: Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.

ANTÍFONA TERCERA Cfr. Jn 13, 14

Si yo, que soy el maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros!

ANTÍFONA CUARTA Jn 13, 35

En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros.

ANTÍFONA QUINTA Jn 13, 34

Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor.

ANTÍFONA SEXTA 1 Co 13, 13

Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.

Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración universal. Sería conveniente organizar la procesión de ofrendas en la que, además de pan y vino, se lleven dones para los pobres. Sería bueno cantar el Ubi caritas et amor... u otro canto apropiado. Hay que tener presente también las variantes propias de este día en la Plegarias Eucarísticas.

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Supliquemos, hermanos, a Cristo, el Ungido de Dios, en cuyas manos el Padre ha puesto todas las cosas, y pidámosle que escuche nuestra oración:
Para que todos los cristianos sepan seguir el ejemplo de humildad del Señor, que lavó los pies de sus discípulos, e imiten la bondad de aquel que aceptó las lágrimas de Pedro, que lo había negado, roguemos al Señor.
Para que nuestro obispo N., y sus presbíteros, que en estos días han recordado el inicio de su ministerio y han renovado sus promesas, vivan plenamente conforme a Jesús y sean siempre fieles a lo que en su ordenación prometieron, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que se entregó a la muerte para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos, inspire sentimientos de conversión a los que por el pecado o la indiferencia se han alejado de la Iglesia, roguemos al Señor.
Para que los enfermos, al ser ungidos con el óleo de la salvación que nuestro obispo acaba de consagrar, experimenten la protección del Señor y sientan mejora en su enfermedad y alivio en sus dolores, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que con su humillación nos exalta, con su entrega nos merece el perdón, con su sangre nos purifica y con su carne nos alimenta, ilumine también nuestras mentes para que comprendamos y amemos los misterios que hoy conmemoramos, roguemos al Señor.
Señor Jesucristo, ya que mientras vivimos aún en este mundo, nos invitas a participar en la mesa que es imagen del banquete eterno, escucha nuestra oración y haz que los que ahora nos reunimos para celebrar el sacramento de tu triunfo podamos ser también tus comensales en el banquete de la Pascua eterna. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

El sacrificio y el sacramento de Cristo MR, p. 283 (521).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Co 11, 24. 25

Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.
Después de distribuir la comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la comunión del día siguiente, y se termina la misa con esta oración.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que así como somos alimentados en esta vida con la Cena pascual de tu Hijo, así también merezcamos ser saciados en el banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

TRASLADO DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Después de incensar al Santísimo, el sacerdote, cubriendo con el paño de hombros el copón, inicia la procesión hacia el SITIO donde se le va a guardar, en donde será adorado por turnos hasta la media noche. Antes de depositar al Señor en el lugar preparado, se repite la incensación. En ambos casos y durante el trayecto se usan cantos adecuados. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.

REFLEXIÓN

1.- AMOR DE VERDAD

Por José María Martín OSA

1.- El gesto de lavarnos los pies unos a otros. Jesús lava a los pies a sus discípulos. Pedro no comprende nada, lo rechaza. Pero Jesús se lo ha explicado. Jesús -Dios- ha hecho esto. Y Él mismo lo explica a los discípulos: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. Es conmovedor. Es el ejemplo del Señor: Él es el más importante y lava los pies porque, entre nosotros, el que está más en alto debe estar al servicio de los otros. Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies es: “yo estoy a tu servicio”. Y también nosotros, entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, pero entonces, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos, los unos a los otros. A veces estoy enfadado con uno, o con una... pero... olvídalo, olvídalo, y si te pide un favor, hazlo. Ayudarse unos a otros: esto es lo que Jesús nos enseña y esto es lo que yo hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber. Jesús amó a los suyos "hasta el extremo", nos dice el evangelista Juan. Este amor lo demuestra lavando los pies a los apóstoles. Es el único evangelista que no relata la institución de la Eucaristía. No hacía falta.....El gesto del lavatorio lo dice todo. Demuestra que ha venido a servir y no a ser servido, está dispuesto a dar la vida por todos.

2.- Sacramento de amor y de unidad. La Eucaristía es memorial (actualización) de la muerte y Resurrección de Cristo, sacrificio de la Nueva Alianza y sacramento de amor y de unidad. Cada vez que la celebramos proclamamos la muerte y la Resurrección de Jesucristo, como dice la Primera Carta de San Pablo a los Corintios. La Alianza del Pueblo de Israel es el anticipo de la Nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo. Pero creo que hoy debemos resaltar que la Eucaristía nos une en el amor y nos da fuerza para transformar este mundo desde el amor. Nadie tiene tantos y tan buenos motivos como el cristiano para amar a todos. Debemos ser portadores de amor en todo encuentro humano que mantengamos. Y puesto que el amor ofrecido provoca un amor correspondido, el encuentro siempre se convierte en oportunidad de gracia para nuestro interlocutor. El amor cristiano es agapé, es decir amor gratuito y desinteresado, que no exige nada a cambio. Para la Iglesia la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y a su esencia. El cristiano tiene que luchar por la justicia, por el orden justo de la sociedad. El amor-caridad siempre será necesario incluso en una sociedad más justa. Siempre es necesaria la atención personal, el consuelo y el cuidado de la persona. Los que dedican su tiempo a los demás en las instituciones caritativas de la Iglesia deben “realizar su misión con destreza, pero deben distinguirse por su dedicación al otro, con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad” (Benedicto XVI; “Dios es amor”, nº 31). El necesitado, pobre en todos los sentidos, tiene nombre y apellidos, no es un número, necesita que le escuchen y, sobre todo, que le quieran.

3.- Sacerdotes servidores de la comunidad. Hoy se celebra la institución del sacerdocio. Los sacerdotes y obispos deben estar al servicio de todos, especialmente de los más necesitados. Pero es un deber que viene del corazón. Como nos dice el Papa Francisco: “Amo esto y amo hacerlo porque el Señor así me lo ha enseñado. Pero también vosotros, los cristianos laicos, ayudadnos: ayudadnos siempre. Los unos a los otros. Y así, ayudándonos, nos haremos bien. ¿Estoy verdaderamente dispuesta o dispuesto a servir, a ayudar al otro?”. Pensemos esto, solamente. Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, que Él hace, porque Jesús ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos.

2.- AMAR Y SERVIR A LOS DEMÁS

Por Antonio García-Moreno

1.- SACRIFICIO DE COMUNIÓN.- "Este mes será para vosotros el principal de los meses..." (Ex 12, 1). Las prescripciones sobre el rito de la Pascua se inician hablando del día y mes en que se ha de celebrar, al tiempo que se insiste en la importancia que ha de tener para los israelitas. Esa recomendación divina caló en el pueblo elegido, tanto que ese día se llama la "fiesta de los judíos". En ella se celebraba la liberación del poder opresor de Egipto.

Es un acontecimiento capital de la Historia de la Salvación en la fase del Antiguo Testamento. En él se anunciaba, se prefiguraba la auténtica liberación que con Jesucristo, el nuevo Moisés, ocurriría en los tiempos mesiánicos. En efecto, así ha sido. Pero con la gran diferencia de que en aquel caso se trataba de una liberación política y material, y en el caso de Cristo se trata de una liberación más profunda y radical, trascendente y sobrenatural, la liberación de la muerte, la liberación del pecado.

2.- TRADICIÓN, REALIDAD DINÁMICA Y VIVA. "Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido..." (1 Co 11, 26). San Pablo escribe una de las páginas que refleja la vida de la Iglesia en la época de sus comienzos. Entonces, como ahora, había un acontecimiento que era central en la existencia cotidiana de los primeros cristianos, la celebración de la Eucaristía, la Santa Misa. A él se refiere en este pasaje. Y lo hace poniendo de relieve que se trata de una doctrina que viene del Señor y que pasa por los apóstoles, de los cuales es él uno por voluntad de Dios.

Y pone como argumento previo, la premisa mayor decían los escolásticos, que cuanto les va a decir lo ha recibido de Cristo, es una tradición. Esto es, una verdad original que ha sido trasmitida con fidelidad exquisita, sin quitar ni poner nada. Y al mismo tiempo una verdad que sigue viva y vibrante, una realidad salvadora que se proclama y transmite, como una antorcha que no se apaga y que se va pasando de mano en mano, siempre con la misma luz y claridad.

3.- EL AMOR EXTREMOSO DE CRISTO. "...habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1). El amor de Jesucristo es un amor divino, pues El es el Hijo de Dios, hecho hombre sin dejar de ser Dios. Por eso su actuación nos sorprende tantas veces, nos desconcierta incluso, se nos hace incomprensible. En el pasaje de hoy eso es lo que le ocurre a San Pedro, no le cabe en la cabeza que Jesús lave los pies a sus discípulos, cuando ese menester era tan humillante que no se le podía exigir, según las leyes judías contenidas en la Mina, a ningún hijo de Israel.

Pero Jesús les quería enseñar que era necesario amar, y en consecuencia servir a los demás, hasta en el menester más humilde, e incluso humillante. Era el suyo, es y será, un amor sin límites, extremoso podemos decir. Algunos traducen hasta el fin en lugar de hasta el extremo. En el original griego se usa una palabra, teleios, cuyas raíces aparecen cuando se dice que todo se ha cumplido (tetélestai), momento en Cristo muere de amor por los hombres, dejándonos una lección inolvidable y exigente.

3.- COMULGAR CON CRISTO Y COMULGAR CON LOS HERMANOS

Por Gabriel González del Estal

1.- Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. La eucaristía es la expresión suprema del amor de Cristo a nosotros, los hermanos. Celebrar la “fracción del pan”, la “cena del Señor” ha sido, desde los primeros tiempos de la Iglesia, el acto más distintivo y representativo de los seguidores y discípulos de Cristo. La eucaristía ha sido, a lo largo de los siglos, el centro vital de la Iglesia, el gesto privilegiado donde se condensa y se expresa lo que es la comunidad cristiana. Por eso, cuando falseamos el significado de la eucaristía, falseamos la vida de la comunidad cristiana. No podemos acercarnos a la eucaristía simplemente para descansar del vértigo de la vida moderna, o para sentir la satisfacción de estar cumpliendo unos deberes religiosos que garantizan nuestra salvación. La eucaristía no debe nunca convertirse en un falso tranquilizante que alivie nuestra conciencia ante nuestra falta de lucha por la justicia o nuestra falta de amor a los demás. La eucaristía es anticipo del banquete del Reino, de un pueblo reunido y salvado, de unas personas que quieren vivir en un cielo nuevo y en una tierra nueva. Los que participan en la eucaristía deben saber que no hay comunión con Cristo, si no hay comunión con los hermanos. Si queremos comulgar con todo el cuerpo místico de Cristo no podemos comulgar sólo con la Cabeza, que es Cristo, separándonos de los miembros, que somos todos nosotros, la Iglesia.

2.- Yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y pronunciando la acción de gracias lo partió y dijo… San Pablo entiende siempre a la Iglesia como el verdadero cuerpo de Cristo resucitado. El pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, hechos de elementos separados que han sido triturados y reunidos, significan en la eucaristía el cuerpo místico de Cristo y de su Iglesia. El dinamismo de la eucaristía va incluso más allá de la misma Iglesia católica; se extiende a todos los miembros de Cristo, que somos todas las personas de la tierra por las que Cristo murió y a las que Cristo redimió. En la comunidad eucarística no puede existir un yo excluyente, ni un nosotros excluyente, ni un país o nación que quiera vivir sólo para sí mismo, alejado de los demás. El pan de la eucaristía es un pan partido, que quiere ser compartido por todas las personas, especialmente por las personas que más sufren y que más lo necesitan. Por eso, la celebración de la eucaristía debe convertirse para los cristianos en una experiencia de amor y de fraternidad universal, sin límites, ni fronteras geográficas o económicas.

3.- Voy a terminar citando dos textos, el primero es de San Agustín y el segundo de San Juan Crisóstomo. Dicen así:

Sean cuantos sean los panes que allí se pusieren, son un solo pan; cuantos panes haya habido hoy en los altares de Cristo por todo el orbe de la tierra, son un solo pan. Pero, ¿qué es un solo pan? Un cuerpo somos muchedumbre: este pan, cuerpo de Cristo, del cual dice el apóstol... “vosotros sois el cuerpo de Cristo”, vosotros sois eso mismo que recibís... y lo suscribís al decir “amén” (Sermón 272).

¿Queréis honrar el cuerpo de Cristo? No lo despreciéis cuando lo veáis cubierto de harapos; después de haberlo honrado en la iglesia con vestidos de seda, no lo abandones fuera, para que sufra el frío, no lo dejes en la miseria... Vuestro hermano es templo de Cristo más que cualquier iglesia (Homilía sobre san Mateo, 50).

En fin, que cada vez que celebramos la eucaristía nos demos cuenta de que lo hacemos como miembros vivos del cuerpo de un Cristo crucificado y resucitado. El cuerpo místico de Cristo es la Iglesia, somos todos nosotros, los cristianos. Comulgar con Cristo es comulgar con todos los cristianos.

4.- PRODIGIO DE AMOR

Por Javier Leoz

Antes de la Pascua, cuando Jesús sabía que había llegado el momento de ir hacia el encuentro con el Padre, miraba nuevamente a los suyos; a los que tanto había amado. A aquellos por los que en tantas ocasiones y en tanto se había desvivido y… de nuevo los ama hasta el extremo.

1. El Jueves Santo contiene el prodigio del amor del servicio. ¿Cómo puede el Señor arrodillarse y, en ese gesto, indicarnos que ser otros cristos hay que saber doblegar nuestros intereses y nuestros títulos, nuestras capacidades y nuestra dignidad a los pies de la humanidad?

El amor, en la tarde de Jueves Santo, resulta sorprendente y escandaloso, interpelante y abrasivo a los ojos: es la generosidad que no mira a quien la ofrece sino a las manos que están dispuestas a realizar lo mismo que el Maestro enseña.

El Señor se va pero, antes de marcharse, nos deja un lugar inequívoco en el cual nos deberán de reconocer y hallar creyentes y no creyentes, practicantes y no practicantes: el amor.

2. El Jueves Santo posee el prodigio del amor eucarístico. Que el Señor se quede en la tierra, en medio de nosotros, de igual forma a la que está en el cielo, sólo es descifrable desde la fe. Pero es que, Jueves Santo, nos regala eso: “Haced esto en conmemoración mía”. Además de pan de eternidad, el Señor, nos invita a hacer un acto de fe: si lo ha dicho el Señor, entonces, el Señor aquí está. Edificando a su Iglesia. Fortaleciendo, con su Cuerpo y con su Sangre, nuestra fe y nuestros trabajos apostólicos. Por su Eucaristía, el Señor, comienza a alimentar a esa Iglesia que rodea el altar (12 apóstoles con virtudes y fallos) y lo sigue haciendo, fiel a su promesa, allá donde nos encontramos los cristianos de los cuatro puntos del mundo.

El Señor se va pero, antes de marcharse, nos concede este sacramento admirable ante el cual se han emocionado los santos o dado su misma vida tantos mártires en la clandestinidad o en tiempos de dificultades. Eucaristía misterio de fe y de amor. De Pasión y de Muerte. De Sacrificio y de Resurrección.

La intimidad de Cristo, lo más sagrado y noble, lo mostramos con respeto, admiración, emoción y a la adoración los sacerdotes. ¡Tú estás aquí, Señor! ¡Te has querido quedar con nosotros! ¡Testamento que, un día y otro también, seguimos cumpliendo tus hermanos sacerdotes!

3. EL Jueves Santo nos muestra el alma sacerdotal del Señor. No sólo nos ofrece un poco de pan y un poco de vino. Es Cristo mismo quien se nos da: sacerdote, víctima y altar. Los primeros cristianos decían “No podemos vivir sin la misa de los domingos”.

Nuestra Iglesia, nuestras familias cristianas...tampoco podrían ser las mismas sin la figura de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote y, tampoco, sin los sacerdotes.

Hoy, en este atardecer en el que Jesús tanto confía a sus apóstoles (sus vivencias, sufrimiento, servicio, generosidad, alimento, eucaristía….) pedimos perdón, una vez más, por las veces en que como sacerdotes no logramos estar a la altura. Por aquellos hermanos nuestros que se han alejado del sacerdocio como don de vida, respeto, prudencia, pobreza, pureza u obediencia. Conscientes de que nuestra misión la llevamos en vasijas de barro (como nos recuerda San Pablo) pedimos al Señor que reavivemos nuestra vocación sacerdotal y podamos servirle con transparencia, radicalidad y valentía. Orad por nosotros.

4.- El Señor se va pero, antes de marcharse, junto con el banquete pascual nos concede el don del sacerdocio. El nos acompaña en nuestras fatigas y menosprecios. El, más allá de nuestras capacidades y limitaciones, es quien está a la cabeza de lo que somos y de la causa a la cual servimos.

Jueves Santo es todo un gran prodigio de amor y de ternura, de misterio y de obediencia, de adoración y de fraternidad…..de humildad inclinada a los pies de la humanidad doliente.


5.- JESÚS, ESCLAVO POR TODOS

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Es sabido pero es bueno reseñarlo. Entre el pueblo judío solo los esclavos lavaban los pies al resto de los mortales. Si no había esclavos en una casa, cada uno limpiaba el polvo del camino de sus pies por si mismos. Cuando Jesús, anudándose una toalla a la cintura, decide lavar los pies a sus discípulos sabe lo que hace: se convierte en esclavo de sus apóstoles y de todos nosotros. Por eso Pedro se escandaliza. Comprende perfectamente el gesto y con su habitual sinceridad se opone a que Jesús, su Maestro, le lave a él los pies. Y este episodio de una gran belleza plástica nos lo narra el Evangelista San Juan. Su evangelio se escribió muchos después de los otros tres Sinópticos y por eso Juan pudo meditar más ese significado de servicio de Jesús a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.

El lavatorio se produce durante la cena de Pascua y fue durante su celebración cuando Jesús realizó otra prueba de amor, perfectamente correspondiente –y aún superior—con el regalo sublime de dejarnos su presencia total en el Pan y en el Vino consagrado. Fue la primera Eucaristía de la historia y el relato preciso de la misma la hemos escuchado en la Primera Carta a los Corintios, uno de los textos más antiguos de los evangelios. Y, obviamente, el texto nos resulta conocido porque las palabras de Jesús, que transcribe San Pablo, son la fórmula litúrgica utilizada para la Consagración, para la conversión del pan y del vino en Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. La primera lectura, procedente del Libro de Éxodo narra las instrucciones dadas por Dios a Moisés para la celebración de la Pascua y es correspondiente, entonces, con la Cena que celebró Jesús y cuyo ritual utilizó.

2.- Con esta celebración de la Cena del Señor entramos en el Triduo Pascual, en el cual vamos a asistir a ese milagro de amor que es la muerte y la Resurrección de Jesús. Esta celebración nos prepara para esas horas y nos deja con la tristeza de lo que ocurrirá un poco después de la cena. Getsemaní aparece en el horizonte y también la detención, la tortura y la falsa condena a muerte de un hombre justo. No hemos de perder la oportunidad de entrar fuerte, con toda nuestra alma y todo nuestro corazón, en lo que se abre para nosotros a partir de esta hora. El sacrificio de Jesús nos ha hecho libres, pero hemos de tener conciencia y consciencia de lo que significa. No perdamos, hoy esa oportunidad. No es difícil es tan solo un lenguaje de amor, de supremo amor.

FUENTE: Betania  es.-

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