sábado, 5 de junio de 2010

EUCARISTIA SACRAMENTO DE COMUNION

Primer congreso eucarístico de Maracaibo
Tercera ponencia “Eucaristía Sacramento de Comunión”
 + Exmo. Card. Lucas Moreira Neves.
Arzobispo de Salvador de Bahía, Brasil.
Fecha: Viernes, 25 de julio de 1997.


Fragmentos de la ponencia:
"Esencia e importancia de la comunión. Bastaría una mirada a una concordancia bíblica o aun programa bíblico en la computadora para descubrir la esencia y la extrema importancia del concepto de comunión en la Sagrada Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y en la revelación que Dios hace de sí mismo a la humanidad.
Hablemos, en primer lugar, del Antiguo Testamento. De la primera a la última página, la realidad de la comunión, bajo este vocablo o vocablos semejantes y expresiones a fines está presente, y es, sin duda, una de las más importantes claves de lectura de toda la Historia de la Salvación.
En este sentido, comunión y alianza son conceptos íntimamente relacionados entre sí y, a veces, desde una perspectiva, casi se identifican. La fuerza expresiva del concepto de comunión y, enriquecido por el de alianza aparece tanto más prevalente y determinante en el Antiguo Testamento. Cuando más se alternan, respecto a él, el Si y el No, es decir, la propuesta reiterada de Dios, y el rechazo hasta la negación del hombre (individuo, grupo o pueblo); la fidelidad de Dios y la infidelidad del hombre.
Algunos ejemplos ilustran esta observación de carácter hermenéutico, o sea, de interpretación de la escritura: - Dios crea al hombre en íntima y profunda comunión con Él, (basta el punto de haberlo hecho a " imagen y semejanza suya ", y de darle una vida que es presencia y acción de su " soplo " en el barro humano), centella de lo divino en la carne de Adán; pero el hombre hace todo por destrozar la comunión y para producir y acrecentar la fractura (este es el sentido más profundo del pecado).
- Dios crea al hombre y a la mujer, a éste a partir de aquél, al uno para la otra, en perfecta comunión, pero el hombre no tardea en presentar a Dios una familia dividida, en la cual mujer y hombre, alzan el dedo acusador el uno contra el otro y viceversa, en la cual un hermano, por los celos, quita la vida al hermano.
- Dios congrega a los hombres dotados de diferentes capacidades y talento para que, juntos, edifiquen el mundo, un mundo fraterno y acogedor, pero los hombres prefieren dedicarse a construir una torre inútilmente desafiadora ante Dios mismo y se muestran incapaces de hacerse entender al hablar los unos con los otros. Estos y numerosos otros ejemplos se reconocen a largo de toda la Escritura: en la boca de los profetas y poetas de Israel, en página de historia o de crónicas, sentencias y de proverbios, de alegorías o de tradiciones orales… De todos modos, es evidente que la Historia de la Salvación se escribe en filigrana, el ideal de una comunión: comunión de la persona en el seno de un pueblo, y comunión de este pueblo con Dios sobre esto conviene destacar dos cosas:
- La primera es una frase, en apariencia muy sencilla, casi accidental, pero que, en realidad se rebela esencial para la comprensión del Antiguo Testamento: "Ningún otro pueblo tiene a sus dioses tan cercano como el Señor Nuestro Dios, esta cerca de nosotros”.
En la fase quiere afirmar que Israel es, de verdad, un pueblo minúsculo, pobre, amenazado por los grandes y poderosas potencias que los circundan, (Egipto, Siria, Babilonia), y que frecuentemente no dominan y esclavizan, es un "pueblo peculiar " tan sólo por la cercanía de Yahvé.
- La segunda resalta este esta cercanía de Dios, esta comunión, se aduce, muchas veces en la Biblia, con términos nupciales: Yahvé es el novio o el esposo, Israel es la novia o la esposa; no es raro, desgraciadamente que está traicione al esposo, (según la dolorosa experiencia del profeta Óseas), se muestra adúltera y prostituida, infiel, tal prostitución es usada como imagen de la idolatría, o sea, de la ruptura de la alianza y de la comunión; en este contexto también la novia de los cánticos perdió al esposo, pero por lo menos lo anda buscando con ansias por todo el camino, hasta que lo encuentra. Así, en la perspectiva, ya en el Antiguo Testamento, la comunión, fruto de una alianza con Dios, aceptada y vivida, no es sólo una idea sino un ideal; no es una opción entre otras, sino designio y proyecto de Dios para su pueblo;( designio y proyecto que Él quiere ver realizado y sobre el cuál se muestra exigente y celoso).
Y hay que agregar: en la medida exacta en que el pueblo realiza la comunión con Dios, realice también su comunión como pueblo; y a la inversa, rota la comunión con Dios, se resquebraja también, más o menos gravemente y dramáticamente, la comunión interna del pueblo. Los libros de los grandes profetas de Israel están llenos de oráculos exhortaciones o denuncias, promesas o amenazas, lamentaciones o cantos de júbilo, sobre esas verdades que acabo de evocar. El tema de la doble comunión (que en realidad es una sola) con Dios y Dios o por la gracia de Dios es el tema central de la antigua alianza; en Él se unifica todos los otros temas; por ello se puede decir y que es el tema por excelencia, el más importante, el único gran tema del Antiguo Testamento y de toda la divina escritura. Comunión con Cristo y en Cristo. El mismo tema resurge en el Nuevo Testamento. Resurge con nuevas y originales dimensiones, con nuevas y apropiadas dimensiones, con nuevas y apropiadas resonancias, porque Nueva es también la Alianza en Jesucristo el Mesías, el Hijo de Dios hecho hombre. Ya a partir de las primeras páginas del Nuevo Testamento, y a lo largo de todos sus libros, aparece y se desarrolla el concepto, expresado con dos palabras estrechamente conexas: unidad y comunión (Koinonía).
Sería imposible discurrir exhaustivamente sobre este tema en el marco de una ponencia como esta. Podemos, en un esfuerzo de síntesis, destacar algunos aspectos que, de algún modo, asuman e integren los otros. He aquí estos aspectos:
1) Los Evangelios (sería más exacto decir el evangelio cuadriforme) ponen en evidencia, de modos muy diversos, que Jesús de Nazaret, con mucha más profundidad de la que anunciaban los profetas, que es el Logos "en el principio estaba junto a Dios y era Dios"; y por consiguiente, alguien que vino de Dios, a Dios conduce y a Dios vuelve. Su Vida es una perfecta e indivisible comunión con el Padre: comunión en la oración y en la adoración, señalada por los evangelistas, sobre todo por Lucas. Nadie va al Padre si no es por mí. Él y el Padre son uno y quienes lo escuchan, escuchan al Padre. En ningún momento de su existencia el se separa o aleja del Padre. Su comunión con el Padre es tal que el puede afirmar “quienes me ven, ven al Padre " y " El Padre y Yo somos una sola cosa ".
2) Jesús de Nazaret mantiene una profunda comunión con su pueblo. Como solía decir el notable exegeta Maríe Joseph Lagrange, O.P: Jesús no se hizo hombre, se hizo un hombre; se situó en la historia, y, para empezar, se hizo parte de un pueblo. El vino a unirse a este pueblo, congregándolo en la unidad. Palabras muy fuertes del nuevo testamento afirman que la misión de Jesús, fue ante todo, la de hacer la comunión de su pueblo:
- Al inicio del evangelio de Lucas se dice que el vino a reunirse a los que estaban distantes.
- En el evangelio de Juan, comentando la palabra de Anás: " es necesario que uno muera por toda la gente”. El evangelista comenta que, por ser el Sumo Sacerdote aquel año, Anás estaba profetizando, pues en verdad dice Juan Jesús debía morir para traer a la unidad ( a la comunión) a los hijos de Israel que estaban dispersos.
- El mismo Jesús, en el evangelio de Juan, durante la última cena confía a los apóstoles su testamento de la unidad y desvela que Él quiere que estos sean uno como Él y el Padre lo son.
- San Pablo enseña, en varias ocasiones, que Cristo, por su Cruz reconcilió a los hombres con el Padre y restableció la comunión entre los que estaban cerca y los que estaban lejos.

Un exegeta protestante suizo me hizo a comprender como Jesús reunió a sus apóstoles, hombres muy diferentes entre sí- basta ver a Judas Iscariote y Simón el Celote- (=antirromano) y a Mateo, Pedro y Juan-, en su persona y en acto de devoción y amor a Él: El creo lo comunión entre los apóstoles con miras a la comunión entre los hombres.

- En Jesús y por Jesús sus discípulos se unen en comunión, aunque esto requiere siempre reconciliación. La iglesia misterio de comunión. De ahí sacamos una conclusión respecto a la iglesia; conclusión en dos niveles: 1) la iglesia es, en su misterio de esencial, una comunión. El concilio Vaticano II, ya en las primeras líneas de la Lumen Gentium, toma clara posición: mientras los tratados de eclesiología definen la iglesia como "societas perfecta" y insistían en demostrar que la iglesia se entiende a partir de una comparación con las sociedades "naturales" (grupos, ciudades, naciones) la LG innova al definir (o describir) a la misma Iglesia como comunión en la Fe y el amor, de todos aquellos que se adhieren a Jesús y lo siguen. De esta visión del Vaticano II nació a la obra maestra del Padre (después Cardenal) Jerome Hamer, O.P. "L Eglise est une comunion".
Esa definición cambia toda la noción teológica de la iglesia. Es una " revolución copernica" en la visión de la iglesia. - pero hay algo más en la Lumen Gentium: esta iglesia- comunión es, por definición " Sacramento ", o sea señal e instrumento eficaz de unidad (podemos decir en la comunión) en y para la humanidad o sociedad humana. La Eucaristía y comunión.
Ahora bien- y lleguemos a la conclusión de esta conversación-, en una iglesia que es toda ella, en la riqueza de sus componentes, sacramento de unidad, hay un Sacramento que es de tal modo principio de comunión que se llama " Sacramento de comunión”.
Aquí cabe destacar los dos aspectos fundamentales: 1) la Eucaristía tiene la comunión en lo íntimo de la iglesia. Para eso es importante, que, ante ella, no subsistan ya diferencias de sexo, de color, de cultura, de escoger u otra cualquiera.
Conocí hace muchos años a un " Jocista" (JOC) que me decía: "si en la iglesia yo veo que en la fila de la comunión ésta mi patrón, yo me retiro y me voy, porque no puedo comulgar donde comulga aquel que me oprime”. Me esforcé, pero no se si logre convencerlo de que, de cara a la Eucaristía, no soy yo quien juzgo a mi hermano. Lo que importaba es que el y yo nos dejemos juzgar por la Eucaristía " Sacramento de conversión”. Ante este Sacramento, nadie es más sabio, más rico o más poderoso: sólo todos iguales y, por eso, todos hermanos.

2) Alexis Carrel, medico de Lourdes, escribió una vez "La adoración no cambia las cosas, pero me cambia a mi; y yo, cambiando, a lo mejor puedo cambiar las cosas (el mundo). Quisiera aplicar esto a la eucaristía diciendo: La Eucaristía no crea comunión en el mundo y la humanidad (sobre todo en los que no la reciben), pero crea comunión en la iglesia, la cual se vuelve sacramento de comunión..."

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