miércoles, 28 de junio de 2017




LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 29 DE JUNIO DE 2017
XII SEMANA EL TIEMPO ORDINARIO -A-
SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Hech 12, 1-11; Sal 18; 2 Tim 4, 6-8. 17-18; Mt 16, 13-19



Misa vespertina de la vigilia


ANTÍFONA DE ENTRADA

Pedro, el Apóstol, y Pablo, el maestro de las naciones, nos han enseñado tu Evangelio, Señor.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Señor Dios nuestro, que nos ayude la intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, por quienes diste a tu Iglesia las primeras enseñanzas de la misión recibida de lo alto, para que también por ellos nos des el auxilio de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Te voy a dar lo que tengo: en nombre de Jesús, camina.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 1-10

En aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la "Hermosa", para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.
Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: "Míranos". El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo. Entonces Pedro le dijo: "No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina". Y, tomándolo de la mano, lo incorporó. Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando, saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta "Hermosa" del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo que había sucedido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 18, 2-3.4-5
R/. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.

Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo transmite a la otra noche. R/.
Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. R/.

SEGUNDA LECTURA

Dios me eligió desde el seno de mi madre.

De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 1, 11-20

Hermanos: Les hago saber que el Evangelio que he predicado, no proviene de los hombres, pues no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla; deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas.
Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. In-mediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 21, 17
R/. Aleluya, aleluya.

Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero. R/.

EVANGELIO

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.

Del santo Evangelio según san Juan: 21, 15-19

En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le respondió: "Sí, Señor; tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas".
Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, al celebrar con alegría la solemnidad de tu santos apóstoles Pedro y Pablo, traemos a tu altar nuestras ofrendas y te suplicamos que la grandeza de tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio propio, como en la Misa del día, (ver p. 192).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 21, 15. 17

Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que fortalezcas con estos celestiales sacramentos a tus fieles, que has iluminado con la enseñanza de los santos Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, pp. 601-602 (609-610).


Misa del día


MR p. 740 (764) / Lecc. II, pp. 1088

ANTÍFONA DE ENTRADA

Éstos son los que, viviendo en nuestra carne, con su sangre fecundaron a la Iglesia, bebieron del cáliz del Señor, y fueron hechos amigos suyos.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, tú que nos llenas de una venerable y santa alegría en la solemnidad de tus santos apóstoles Pedro y Pablo, concede a tu Iglesia que se mantenga siempre fiel a todas las enseñanzas de aquellos por quienes comenzó la propagación de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Ahora si estoy seguro de que el Señor envió a su ángel, para librarme de las manos de Herodes.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 12, 1-11

En aquellos días, el rey Herodes mandó apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratados. Mandó pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan, y viendo que eso agradaba a los judíos, también hizo apresar a Pedro. Esto sucedió durante los días de la fiesta de los panes Ázimos. Después de apresarlo, lo hizo encarcelar y lo puso bajo la vigilancia de cuatro turnos de guardia, de cuatro soldados cada turno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel, la comunidad no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer ante el pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas y los centinelas cuidaban la puerta de la prisión. De pronto apareció el ángel del Señor y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: "Levántate pronto".
Entonces las cadenas que le sujetaban las manos se le cayeron. El ángel le dijo: "Cíñete la túnica y ponte las sandalias", y Pedro obedeció. Después le dijo: "Ponte el manto y sígueme". Pedro salió detrás de él, sin saber si era verdad o no lo que el ángel hacía, y le parecía más bien que estaba soñando. Pasaron el primero y el segundo puesto de guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y caminaron hasta la esquina de la calle y de pronto el ángel desapareció.
Entonces, Pedro se dio cuenta de lo que pasaba y dijo: "Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de todo cuanto el pueblo judío esperaba que me hicieran". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. El Señor me libró de todos mis temores.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R/.
Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él. R/.

SEGUNDA LECTURA

Ahora sólo espero la corona recibida.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 4, 6-8. 17-18

Querido hermano: Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.
Cuando todos me abandonaron, el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando que todos los peligros y me llevará sano y salvo a su Reino celestial. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya.

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.



EVANGELIO


Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.

Del santo Evangelio según san Mateo: 16, 13-19

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego les preguntó: "y ustedes ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.




Se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Haz, Señor, que la oración de tus santos Apóstoles acompañe la ofrenda que te presentamos, y nos permita celebrar con devoción este santo sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

La doble misión de san Pedro y san Pablo en la Iglesia.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en los apóstoles Pedro y Pablo has querido darnos un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro que la anunció con claridad; Pedro consolidó la primitiva Iglesia con el resto de Israel; Pablo la extendió entre los paganos llamados a la fe.
De esta forma, Señor, por caminos diversos, congregaron a la única familia de Cristo; y coronados por el martirio, son igualmente venerados por tu pueblo.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 16, 16. 18

Dijo Pedro a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados por este sacramento, Señor, concédenos vivir de tal manera en tu Iglesia que, perseverando en la fracción del pan y en la enseñanza de los Apóstoles, ten-gamos un solo corazón y un mismo espíritu, fortalecidos por tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


REFLEXIÓN

SAN PEDRO Y SAN PABLO, ORIGEN Y META DE LA IGLESIA DE DIOS

Jesús propuso una encuesta a sus discípulos. Primero quiere saber lo que dice de él la gente y después, qué piensan ellos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? - Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? - Simón Pedro contestó: "Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Entonces Jesús le hizo una promesa formal: "Dichoso, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre, que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro" (Mateo 16,13) –Pedro, Petros, Quefá, Piedra, Roca–. En ese momento, Pedro sintió la mirada fija del Señor, pues toda vocación implica una mirada especial del Esposo, que enamora a la esposa, de invitación, predilección, y de gracia. Pedro es el primero a quien Jesús ha llamado. Nació en Betsaida, junto al lago de Tiberiades y se trasladó a Cafarnaún, donde junto los hijos del Zebedeo, con Juan y Santiago, había montado una sociedad familiar, una empresa pesquera. Elegidos los tres por Jesús, se convirtieron en los discípulos más íntimos y fueron testigos de los mayores acontecimientos de su vida, como la Transfiguración en el Tabor, donde Pedro pretendía establecerse, la resurrección de la hija de Jairo, y la agonía de Getsemaní, donde le contemplaron chorreando sangre.

El temperamento de Pedro era rudo, impetuoso y espontáneo, lo que hoy consideraríamos primario, sanguíneo y colérico. Lo podemos comprobar tanto cuando contempla exaltado la pesca milagrosa, cuando Jesús se dispone a lavarle los pies en la última Cena, o cuando defiende a Jesús en el huerto con la espada. Y se manifiesta repentizador y creativo, cuando le propone a Jesús construir tres chozas en el monte de la Transfiguración, donde se encontraba feliz. A Pedro y a sus sucesores les concede Jesús una misión única en la Iglesia. Como ésta es presentada bajo la imagen de un edificio o construcción, necesita cimiento, roca visible, aunque el fundamento invisible es Cristo resucitado, "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" (1 Cor 3,10). Si el fundamento invisible es Cristo resucitado, el visible es la cátedra de Pedro. Estos cimientos son la garantía de la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas que tiene que superar su barca, que es otra alegoría apropiada al pescador de Galilea, acostumbrado a capear y bracear en temporales y borrascas.

EL SUCESOR DE PEDRO

Hoy es el Papa, sucesor de Pedro, quien tiene la misión de guiar la Iglesia de Cristo, su rebaño. Es el sucesor de Pedro, quien lleva el palio, metáfora de Cristo cargado con las ovejas que redime. Este episodio evangélico tiene que llevarnos a renovar nuestra fidelidad al Papa y a los obispos, y a pensar que a ejemplo de Pedro, el Señor nos pide saber amar. Sólo podremos ser apóstoles del Señor, si sabemos amar. El amor y la humildad, son las dos virtudes que debemos aprender de Pedro y tratar de vivir. Sólo cuando vivimos éstas virtudes seremos capaces de cumplir la misión que el Señor nos ha encomendado a cada uno.

EL PRIMADO DE PEDRO

Pedro es el único apóstol a quien Jesús le encarga pastorear a sus corderos y ovejas. «Sólo juntos podemos estar con Cristo, que es el Señor de todos. garantizar así la comunión con Cristo. Jesús le asigna un nuevo nombre, Cefas, que quiere decir Roca. Siempre es recordado como el primero del grupo en los Evangelios. Custodio de la comunión con Cristo; tiene que guiar en la comunión con Cristo de modo que la red no se rompa, sino que sostenga la gran comunión universal».

«La Iglesia es siempre de Cristo y no de Pedro. La responsabilidad de Pedro consiste en ser Primado de jurisdicción, y esta posición preeminente que Jesús quiso entregar a Pedro «se constata también después de la resurrección», en el nacimiento de la primera comunidad cristiana. «En el Concilio de Jerusalén, Pedro desempeña una función directiva, y precisamente por el hecho de ser el testigo de la fe auténtica, el mismo Pablo reconocerá en él un papel de "primero" .«Además, el hecho de que varios de los textos claves referidos a Pedro puedan ser enmarcados en el contexto de la Última Cena, en la que Cristo confiere a Pedro el ministerio de confirmar a los hermanos, muestra cómo la Iglesia, que nace del memorial pascual celebrado en la Eucaristía, tiene en el ministerio confiado a Pedro uno de sus elementos constitutivos». Este contexto del Primado de Pedro en la Última Cena, explica la esencia del primado: Cristo en los Evangelios confío a Pedro un papel preeminente entre los apóstoles que consiste en garantizar la unidad en la Iglesia. Recemos para que el primado de Pedro, confiado a pobres seres humanos, sea siempre ejercido en este sentido original deseado por el Señor y para que lo puedan reconocer cada vez más en su significado verdadero los hermanos que todavía no es tan en la Iglesia (7 junio 2006 Benedicto XVI)

El Papa es una persona «perfectamente capaz de afrontar los grandes retos de la actualidad». Está muy preparado en varios frentes y afrontar la secularización, promover el ecumenismo e impulsar una decidida y sincera evangelización.


Jesús Martí Ballester

PEDRO Y PABLO: CIMIENTOS Y ROCA DE FE

Al llegar la festividad de San Pedro y de San Pablo salen a flote los primeros pasos  de nuestra era cristiana, tomando cuerpo y forma, criterio y testimonio en dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana: Pedro y Pablo

Era la hora de la verdad:

-De dar razón de las palabras de Jesús hasta los últimos confines de la tierra

-De pasar del dicho al hecho, incluso vertiendo la sangre

-De no seguir con miradas perdidas en el cielo

-De probar la verdad o la fragilidad de la fe en el discipulado

1. SAN PEDRO Y SAN PABLO: SERVIR ANTE TODO
-Son columnas de ese gran edificio espiritual que es nuestra Iglesia

-Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con sangre

-Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por encima de todo el afán evangelizador! Como recientemente nos ha recordado el Papa Francisco, fueron personas (cristianos) contracorriente.

-Son punto de referencia a la hora de tomar un camino u otro en nuestra vida cristiana. Como San Pedro, a veces, corremos el riesgo de quedarnos “con y en los nuestros”. Como a San Pablo, qué bien nos vendría si Dios nos tirase de nuestro particular, altivo y querido caballo (orgullo, hipocresía, mentira, debilidad, falsos prejuicios, cobardía.....) para aventurarnos a lo nuevo sin miedo. Muchos, hoy en la Iglesia, siguen entendiendo que el esfuerzo evangelizador ha de ir recompensado por una responsabilidad mayor, con un reconocimiento implícito o explícito por la Jerarquía Eclesial. Afortunadas las palabras del Papa Francisco: “muchos entienden su servicio a la Iglesia como un carrerismo”.

2. SAN PEDRO Y SAN PABLO: DIVERSIDAD PARA UNA MISMA FE
-En uno Jesús puso la familiaridad y la cercanía, el compañerismo y hasta le leyó de antemano las contradicciones en las que caería en los aledaños de la Pascua.

-Con el otro, Dios, quiso saltar las fronteras de una Fe que podía haberse quedado encerrada en las cuatro puertas de Palestina

-En uno sobresale aquello de “ser amigo de sus amigos”. No le acompañó precisamente ni la ciencia ni las letras, pero tuvo la virtud de ser sencillo como una paloma y noble como el oro. Jesús, le hizo entrega de las llaves de esa gran familia que es nuestra Iglesia.

-Con el otro, Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser adversario a ser “fan” y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo estimó en basura cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de la vehemencia a la docilidad ante su Dios.

Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús. Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después, con un “sí” uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, a un enamorado de la causa de Jesús.

Dos personas distintas con un mismo denominador común: JESÚS....¡TODO POR JESÚS!

3. LOS NUEVOS “PEDRO” Y LOS NUEVOS “PABLO”
Aún con nuestras historias (buenas o malas), limitaciones (que son otras tantas), con los caminos emprendidos (a veces contrarios a la fe), aún siendo como somos (y mira que somos complicados)......Dios sigue contando con nosotros: pone el tesoro de su Reino en nuestras manos aún a sabiendas que siempre serán empecinadas y constantes vasijas de barro. Y, volviendo al Papa Francisco, qué bueno sería saber, pensar y reflexionar una de sus perlas lanzadas en la capilla de Santa Marta: “nunca he visto que detrás de un cortejo fúnebre vaya un camión de mudanzas”. Con nosotros, claro está, se va lo que hemos dado, trabajo, ofrecido y servido.

En esa carne (débil y pecadora) que somos  los hombres  y mujeres de nuestro tiempo, Dios va manifestándose todos y cada uno de los días. Ojalá seamos capaces de ofrecer a DIOS nuestra vida de tal manera que nos sintamos “menos superhombres” y “más amigos de Dios”.

Con todo ello, en este día de los pilares de la iglesia, tenemos un recuerdo y oración especial por ese testigo del evangelio que nos ensambla con el primer testimonio de los apóstoles y que es signo de unidad, de caridad y de comunión en toda la iglesia: el Papa Francisco. Dios lo acompañe en su intento de renovación, profunda y espiritual, de nuestra Iglesia.

Javier Leoz



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